[solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 34
Abrigadas hasta la coronilla, llegaron Miley y (tu name) con su mochila al hombro, hasta la casa de Lincoln. Las guiaron hasta la piscina cubierta, que parecía una piscina olímpica. Pero (tu name) ya había estado allí así que no se dejó impresionar.
Llegaron las últimas y ya todos se habían cambiado y llevaban sus trajes de baño. Tanto los hombres como las mujeres parecían la selección de jóvenes más atractivos del país. Era una competencia de belleza. Pero (tu name) tenía su claro ganador. Nada más entrar y verlo en bañador había rememorado la dulzura de la unión de sus cuerpos, dejando de respirar por unos instantes. Todo el frío que se había acumulado en su interior por las invernales temperaturas, había desaparecido. No podía disimular su conmoción, así que no lo intentó. Por suerte Joe estaba tan ocupado examinando el escote de Taylor, que ella pasó desapercibida.
Entre la multitud observaron a un invitado inesperado. Para la suerte de (tu name), Tony y Lincoln se habían hecho muy amigos. Cada vez que él iba al local a intentar persuadir a Miley para que cediese un poco, acababa tomándose unos tragos con Tony. Y como era el único día libre del joven, había decidido disfrutarlo, yendo a la fiesta.
En la distancia sonrió a las chicas que se encaminaban al interior de la cálida estancia. Las cuales agradecían tener un aliado más. El agua soltaba un suave vapor que hacía rugir a los músculos de placer. Caminaron hasta el anfitrión, que estaba encantado de verlas. Aunque (tu name) sabía que no era por ella precisamente.
Tras un saludo de rigor fueron hasta los vestuarios para cambiarse de ropa y ponerse el traje de baño, como el resto ya había hecho. Miley había elegido un bikini dorado que la exhibía mucho más exuberante. (tu name) se colocó el trikini negro que su amiga le había convencido para que se pusiese. Ella quería algo más discreto y que no la metiese en más problemas de los que ya tenía. Pero finalmente había cedido. El traje de baño se le ajustaba a la perfección a cada curva.
Al salir para reunirse con todos notaron como todas las miradas giraban para verlas. Los hombres rezaban por no resbalarse con el charco que estaban produciendo bajos sus pies. Y dos de ellos, habían notado como su corazón se paraba durante unos segundos.
Ajenas al impacto que provocaban caminaron despreocupadamente, charlando animadamente. Pero tuvieron que interrumpir el paso al notar como una toalla gigantesca envolvía a cada una.
Ante la mirada atónita de todos, Joe y Lincoln las habían alejado de las miradas curiosas y cubierto, lo que para ellos era desnudez.
- ¿Se puede saber que demonios están haciendo? –protestó Miley quitándose la toalla de encima.
- ¡Taparlas! Ya que ustedes no lo hacen, lo hacemos nosotros -acusó Lincoln irritado, intentando taparla de nuevo.
- ¡Todo el mundo va en traje de baño! ¿Por qué no van a tapar a esas animadoras? -preguntó la morena malhumorada- Lo necesitan bastante más que nosotras. Además, a diferencia de ellas nosotras llevamos bikinis de nuestra talla, no varias tallas menos como ellas -concluyó y se marchó a paso ligero.
- ¡Miley ven aquí! Miley he dicho que vengas -le gritó Lincoln mientras corría tras ella con la toalla abierta para echársela sobre los hombros en cuanto la alcanzase.
(tu name) sonrió ante la escena. Sabía lo que ocurriría sin que le hiciese falta estar presente. Él la alcanzaría sin problemas, la llevaría a algún sitio privado y ella protestaría indignada durante largo rato. Pero estaba segura que la discusión iría seguida de una confesión de sus sentimientos y un apasionado beso. Se negaba a imaginarlos haciendo más.
La sonrisa en su cara tembló al notar que el brazo posesivo que la rodeaba la apretaba más contra un cuerpo duro y cálido. Se giró para mirar al dueño de ese tentador torso y observó petrificada la cara de odio con la que miraba a su alrededor. Parecía un cazador buscando su presa. Pero ella no pudo evitar que una oleada de felicidad la invadiese. Tenerlo tan cerca, apretada a su duro cuerpo y envuelta en esa toalla que la tenía aprisionada bajo su garra como si fuese de su propiedad. Era más feliz de lo que había sido en semanas.
Por un momento recuperó las esperanzas. Seguía sin poder controlar sus ataques de hermano mayor protector. Quizás, con suerte, si provocaba que esa faceta saliese más a menudo, podría volver a verla como a la misma de antes, y desear compartir cosas con ella como antes.
Joe había decidido sacarle los ojos al próximo que se atreviese a mirarla. No se había percatado de lo cerca que la tenía, y cuando lo hizo controló el involuntario deseo de alejarla de él. Si daba un respingo demostraría que no era tan inmune a sus encantos, al igual que los demás, y ya tenía suficientes súbditos.
Si quería pasearse desnuda, ¡que lo hiciese! se intentó convencer Joe de que no le importaba mientras se alejaba de ella. Eso era lo que deseaba, que todos babeasen por sus impresionantes curvas y fantaseasen con esas largas piernas rodeándolos mientras la hacían suya una y otra vez.
Se maldijo mil veces más mientras se sentaba junto a Taylor. Él no necesitaba esa minúscula prenda para fantasear con ella. Lo hacía día y noche desde que la tuvo en su cama. Incluso, tuvo que mudarse de cuarto para poder dormir sin sentir que ella aún estaba presente.
(tu name) estaba feliz. Daba igual que él se hubiese ido malhumorado. Ella lo conocía y sabía que aún le importaba. Tendría que hablar con él. Pero esperaría a que no estuviese Miley a su lado.
Divisó entre una muchedumbre de animadoras excitadas a un pobre hombre que necesitaba de su ayuda. Sonrió ante la cara de espanto que ponía Tony con cada comentario de las muchachas. Caminó hasta ellos y lo sacó de allí agarrándolo del brazo.
- Hoy tienes que ser mi novia o estás, acabarán violándome -afirmó Tony con verdadera preocupación. Pero (tu name) no pudo más que reír por el comentario.
- ¿Y qué te dice que yo no lo haré? -preguntó burlona enmarcando una ceja.
- En tu caso me dejaría -comentó más relajado al alejarse de las jóvenes.
A Joe no le gustó nada lo que veía. (tu name) y ese tipo amigo de Lincoln parecían de los más contentos haciéndose compañía. Ella lo había arrancado de las garras de un grupo de admiradoras, lo que le hizo pensar que ya se conocían. Y ahora estaban frente a él, al otro lado de la piscina, charlando coquetamente a escasos centímetro el uno del otro.
Se felicitó a si mismo por el autocontrol que tuvo al ver que él colocaba sus manos sobre la estrecha cintura de (tu name) y ella lo abrazaba muerta de la risa. Aún no entendía cómo era posible que no los hubiese matado a ambos al verlos tan juntitos y semidesnudos. Sí, sí sabía por qué no lo había hecho ¡No podía! La rabia lo invadía a tal grado que no podía ni moverse.
Pero su poco autocontrol se vino a bajo cuando Kevin se acercó a ellos, sentándose junto a Taylor.
- ¡(tu name) está buenísima! -afirmó Kevin comiéndosela con la mirada- ¿Cómo ha podido esconder semejantes curvas por tanto tiempo?
Eso mismo se preguntó él, pero ahora agradecería que volviera a taparlas. A poder ser ¡en ese mismo instante!
- ¡No es para tanto! -exclamó Taylor quitándole méritos- Está demasiado delgada ¡No tiene curvas!
- ¿Para donde miras? Yo le veo toda una montaña rusa. Tiene unas curvas... -se interrumpió mordiéndose el labio por la excitación- ¡de vértigo!
- ¡Exagerado! Él que esta buenísimo es su acompañante. Lincoln me dijo que es el jefe de (tu name) y su amiga -continuó al ver que tenía toda la atención de Joe y se dirigió malévolamente a él- ¿No crees que hacen muy buena pareja? Son como la Barbie y el Ken -se burló Taylor soltándose en carcajadas.
Joe los miró y analizó la figura de ambos. Eran atractivos, esbeltos y de una apariencia que no encajaba con los allí presentes. Rubios de ojos claros y una sensualidad elegante. No eran dos adolescentes con las hormonas revueltas, sino que parecían unos modelos sacados de la portada de una revista.
Se dijo que le daba igual que estuviesen hechos el uno para el otro. Pero no pudo mirarlos por más tiempo y se marchó de allí a toda prisa. Una cosa era admitir que ella fuese una espectacular sirena creada para torturar a simples mortales y destinada a acabar con un modelo rico y tan condenadamente guapo como ella, y otra cosa era tener que verlo.
Abrigadas hasta la coronilla, llegaron Miley y (tu name) con su mochila al hombro, hasta la casa de Lincoln. Las guiaron hasta la piscina cubierta, que parecía una piscina olímpica. Pero (tu name) ya había estado allí así que no se dejó impresionar.
Llegaron las últimas y ya todos se habían cambiado y llevaban sus trajes de baño. Tanto los hombres como las mujeres parecían la selección de jóvenes más atractivos del país. Era una competencia de belleza. Pero (tu name) tenía su claro ganador. Nada más entrar y verlo en bañador había rememorado la dulzura de la unión de sus cuerpos, dejando de respirar por unos instantes. Todo el frío que se había acumulado en su interior por las invernales temperaturas, había desaparecido. No podía disimular su conmoción, así que no lo intentó. Por suerte Joe estaba tan ocupado examinando el escote de Taylor, que ella pasó desapercibida.
Entre la multitud observaron a un invitado inesperado. Para la suerte de (tu name), Tony y Lincoln se habían hecho muy amigos. Cada vez que él iba al local a intentar persuadir a Miley para que cediese un poco, acababa tomándose unos tragos con Tony. Y como era el único día libre del joven, había decidido disfrutarlo, yendo a la fiesta.
En la distancia sonrió a las chicas que se encaminaban al interior de la cálida estancia. Las cuales agradecían tener un aliado más. El agua soltaba un suave vapor que hacía rugir a los músculos de placer. Caminaron hasta el anfitrión, que estaba encantado de verlas. Aunque (tu name) sabía que no era por ella precisamente.
Tras un saludo de rigor fueron hasta los vestuarios para cambiarse de ropa y ponerse el traje de baño, como el resto ya había hecho. Miley había elegido un bikini dorado que la exhibía mucho más exuberante. (tu name) se colocó el trikini negro que su amiga le había convencido para que se pusiese. Ella quería algo más discreto y que no la metiese en más problemas de los que ya tenía. Pero finalmente había cedido. El traje de baño se le ajustaba a la perfección a cada curva.
Al salir para reunirse con todos notaron como todas las miradas giraban para verlas. Los hombres rezaban por no resbalarse con el charco que estaban produciendo bajos sus pies. Y dos de ellos, habían notado como su corazón se paraba durante unos segundos.
Ajenas al impacto que provocaban caminaron despreocupadamente, charlando animadamente. Pero tuvieron que interrumpir el paso al notar como una toalla gigantesca envolvía a cada una.
Ante la mirada atónita de todos, Joe y Lincoln las habían alejado de las miradas curiosas y cubierto, lo que para ellos era desnudez.
- ¿Se puede saber que demonios están haciendo? –protestó Miley quitándose la toalla de encima.
- ¡Taparlas! Ya que ustedes no lo hacen, lo hacemos nosotros -acusó Lincoln irritado, intentando taparla de nuevo.
- ¡Todo el mundo va en traje de baño! ¿Por qué no van a tapar a esas animadoras? -preguntó la morena malhumorada- Lo necesitan bastante más que nosotras. Además, a diferencia de ellas nosotras llevamos bikinis de nuestra talla, no varias tallas menos como ellas -concluyó y se marchó a paso ligero.
- ¡Miley ven aquí! Miley he dicho que vengas -le gritó Lincoln mientras corría tras ella con la toalla abierta para echársela sobre los hombros en cuanto la alcanzase.
(tu name) sonrió ante la escena. Sabía lo que ocurriría sin que le hiciese falta estar presente. Él la alcanzaría sin problemas, la llevaría a algún sitio privado y ella protestaría indignada durante largo rato. Pero estaba segura que la discusión iría seguida de una confesión de sus sentimientos y un apasionado beso. Se negaba a imaginarlos haciendo más.
La sonrisa en su cara tembló al notar que el brazo posesivo que la rodeaba la apretaba más contra un cuerpo duro y cálido. Se giró para mirar al dueño de ese tentador torso y observó petrificada la cara de odio con la que miraba a su alrededor. Parecía un cazador buscando su presa. Pero ella no pudo evitar que una oleada de felicidad la invadiese. Tenerlo tan cerca, apretada a su duro cuerpo y envuelta en esa toalla que la tenía aprisionada bajo su garra como si fuese de su propiedad. Era más feliz de lo que había sido en semanas.
Por un momento recuperó las esperanzas. Seguía sin poder controlar sus ataques de hermano mayor protector. Quizás, con suerte, si provocaba que esa faceta saliese más a menudo, podría volver a verla como a la misma de antes, y desear compartir cosas con ella como antes.
Joe había decidido sacarle los ojos al próximo que se atreviese a mirarla. No se había percatado de lo cerca que la tenía, y cuando lo hizo controló el involuntario deseo de alejarla de él. Si daba un respingo demostraría que no era tan inmune a sus encantos, al igual que los demás, y ya tenía suficientes súbditos.
Si quería pasearse desnuda, ¡que lo hiciese! se intentó convencer Joe de que no le importaba mientras se alejaba de ella. Eso era lo que deseaba, que todos babeasen por sus impresionantes curvas y fantaseasen con esas largas piernas rodeándolos mientras la hacían suya una y otra vez.
Se maldijo mil veces más mientras se sentaba junto a Taylor. Él no necesitaba esa minúscula prenda para fantasear con ella. Lo hacía día y noche desde que la tuvo en su cama. Incluso, tuvo que mudarse de cuarto para poder dormir sin sentir que ella aún estaba presente.
(tu name) estaba feliz. Daba igual que él se hubiese ido malhumorado. Ella lo conocía y sabía que aún le importaba. Tendría que hablar con él. Pero esperaría a que no estuviese Miley a su lado.
Divisó entre una muchedumbre de animadoras excitadas a un pobre hombre que necesitaba de su ayuda. Sonrió ante la cara de espanto que ponía Tony con cada comentario de las muchachas. Caminó hasta ellos y lo sacó de allí agarrándolo del brazo.
- Hoy tienes que ser mi novia o estás, acabarán violándome -afirmó Tony con verdadera preocupación. Pero (tu name) no pudo más que reír por el comentario.
- ¿Y qué te dice que yo no lo haré? -preguntó burlona enmarcando una ceja.
- En tu caso me dejaría -comentó más relajado al alejarse de las jóvenes.
A Joe no le gustó nada lo que veía. (tu name) y ese tipo amigo de Lincoln parecían de los más contentos haciéndose compañía. Ella lo había arrancado de las garras de un grupo de admiradoras, lo que le hizo pensar que ya se conocían. Y ahora estaban frente a él, al otro lado de la piscina, charlando coquetamente a escasos centímetro el uno del otro.
Se felicitó a si mismo por el autocontrol que tuvo al ver que él colocaba sus manos sobre la estrecha cintura de (tu name) y ella lo abrazaba muerta de la risa. Aún no entendía cómo era posible que no los hubiese matado a ambos al verlos tan juntitos y semidesnudos. Sí, sí sabía por qué no lo había hecho ¡No podía! La rabia lo invadía a tal grado que no podía ni moverse.
Pero su poco autocontrol se vino a bajo cuando Kevin se acercó a ellos, sentándose junto a Taylor.
- ¡(tu name) está buenísima! -afirmó Kevin comiéndosela con la mirada- ¿Cómo ha podido esconder semejantes curvas por tanto tiempo?
Eso mismo se preguntó él, pero ahora agradecería que volviera a taparlas. A poder ser ¡en ese mismo instante!
- ¡No es para tanto! -exclamó Taylor quitándole méritos- Está demasiado delgada ¡No tiene curvas!
- ¿Para donde miras? Yo le veo toda una montaña rusa. Tiene unas curvas... -se interrumpió mordiéndose el labio por la excitación- ¡de vértigo!
- ¡Exagerado! Él que esta buenísimo es su acompañante. Lincoln me dijo que es el jefe de (tu name) y su amiga -continuó al ver que tenía toda la atención de Joe y se dirigió malévolamente a él- ¿No crees que hacen muy buena pareja? Son como la Barbie y el Ken -se burló Taylor soltándose en carcajadas.
Joe los miró y analizó la figura de ambos. Eran atractivos, esbeltos y de una apariencia que no encajaba con los allí presentes. Rubios de ojos claros y una sensualidad elegante. No eran dos adolescentes con las hormonas revueltas, sino que parecían unos modelos sacados de la portada de una revista.
Se dijo que le daba igual que estuviesen hechos el uno para el otro. Pero no pudo mirarlos por más tiempo y se marchó de allí a toda prisa. Una cosa era admitir que ella fuese una espectacular sirena creada para torturar a simples mortales y destinada a acabar con un modelo rico y tan condenadamente guapo como ella, y otra cosa era tener que verlo.
sofia- Admin
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 35
(tu name) vio como Joe se dirigía hacia los vestuarios. Insultó sin palabras a su amiga por no estar allí con ella. Miró a Tony y aceptó su ayuda sin pedírsela. Cogió al confundido hombre por la muñeca y lo arrastró tras Joe. Aunque no entendía qué pasaba se dejó llevar. Al llegar hasta los vestuarios y pararse en la puerta, Joe percibió su presencia.
- Esperen a que me vaya para estar a solas. Solo tardaré un minuto -comentó Joe furioso intentando parecer amable.
- ¿De qué hablas? No vengo a estar a solas con él. Vengo a hablar contigo -afirmó (tu name) sin poder controlar por más tiempo la rabia.
- ¿Y para que lo traes? ¿Como mediador? -se burló Joe cruzándose de brazos.
- Como plan B por si no aceptas por las buenas hablar conmigo -explicó irritada.
- ¿Le vas a pedir que me de una paliza si me niego? -preguntó burlón.
- Espero que sí -rompió su silencio Tony enfadado por la forma en que estaba hablando a su amiga.
- ¡No! -exclamó fulminando a su cómplice para que siguiese callado y poder proseguir su charla- Tú decides Joe ¿quieres hablar conmigo ahora? -preguntó pacientemente (tu name).
- Tengo prisa y muchas mejores cosas que hacer, que escuchar tus quejas y berrinches -protestó Joe acercándose a su ropa.
- Bien. Tú lo has querido -amenazó (tu name) dándole la espalda.
Joe pensó que había ganado la batalla al ver que ella se dirigía hacía la puerta y le daba la espalda. Pero (tu name) cogió la llave de la cerradura interior y se la dio a Tony. Antes de que él pudiese hacer algo este ya había salido de la habitación con la llave.
- Cierra con llave y no abras bajo ningún concepto- le ordenó a Tony al otro lado de la puerta.
- ¿Cómo saldrás? -preguntó Tony inseguro aunque ya había cerrado.
- No te preocupes por eso -dijo (tu name) riendo al ver como Joe empujaba del pomo para intentar abrir.
Se sentó cómodamente en una de los bancos y esperó a que él se cansara de empujar. No tardó mucho en pasar. Joe la fulminó con la mirada, pero sabía que no estaba en el poder de ella sacarlos de allí, así que se sentó en el suelo a esperar.
- ¿Quieres hablar ahora? -preguntó (tu name) caminando hacía él.
- No hay nada de qué hablar. Además no voy a salir antes de aquí por complacerte -replicó ignorando su presencia.
- Te equivocas. En cuanto hablemos saldremos de aquí. A mi me apetece tan poco como a ti el estar aquí. Ya he soportado bastante desprecio por tu parte. Pero quiero aclarar nuestra situación para bien o para mal -explicó la joven aguantando una oleada de tristeza.
- Ya he dicho que no hay nada de qué hablar -repitió sin mirarla.
- Claro que sí lo hay. Y si tú no quieres hablar ¡me vas a escuchar a mí! -espetó furiosa (tu name)- No voy a aguantarme callada mientras tú me tratas como si fuese la peor persona del planeta. Te engañé, de acuerdo. Pero nunca mentí en como era cuando estaba contigo ¿Qué importa cómo sea con los demás?
Seguía intentando engañarlo, pero él no se dejaría manipular. Sabía que esa pequeña arpía haría cualquier cosa para tener a un esclavo más, adorándola. Pero él no lo haría.
Y para conseguir no caer tenía que evitar mirarla. Porque si ya era duro escuchar el tono dolido de sus palabras, sería incapaz de no abrazarla si veía sus preciosos ojos tristes. Y sería completamente imposible no hacerla suya en ese habitáculo donde estaban solos, si veía su espectacular cuerpo.
¡No la miraría!, se juró Joe seguro de cumplir su promesa.
- ¿Qué quieres de mí Joe? -preguntó desesperada- No me voy a disculpar por lo que hice, porque no lo siento. Tenía mis motivos y cuanto más tiempo pasa más cuenta me doy, que tenía razón. Yo era especial para ti porque era la única que no se rendía a tus encantos ¡Y lo hice! Deje de ser única por eso. Pero soy humana Joe -protestó (tuname) notando como las lágrimas rodaban por sus mejillas- No puedes culparme por desearte y alejarme de ti como una apestada.
La decisión de no mirarla se quebró ¿Había dicho que lo deseaba? ¿Ella pensaba que ese era el motivo por el que no quería tenerla cerca? Dejó de hacerse preguntas estúpidas en cuanto la vio llorar, y se fue a abrazarla.
- Lo siento -le dijo secándole las lágrimas con el pulgar- Supongo que esperaba demasiado de ti. Pero no tiene nada que ver con lo que pasó entre nosotros.
Ella no le creyó. Lo había decepcionado y el único motivo que podía encontrar era el haber sido una arrastrada más rogando por su amor. Y encima se había enamorado ¡Era una estúpida!
Notó como ella aumentaba la intensidad de su llanto y la apretó más contra él. No podía decirle que lo había decepcionado por el simple hecho de ser mujer. Y como todas las mujeres, ser egoísta, superficial y manipuladora. Como su madre. Una maestra en hacer daño a todos los hombres de su alrededor. Él se juró que no acabaría con alguien como ella y con el tiempo se dijo que todas eran iguales. Menos su amiga que era comprensiva, amable, fuerte, divertida y generosa. O eso pensó hasta que descubrió que era como todas las demás.
La tenía entre sus brazos pero no se dejaría conmover por sus sollozos, se prometió inseguro. Había visto demasiadas veces a su madre utilizar su supuesta vulnerabilidad para obtener lo que quería. Y (tu name) no era diferente.
(tu name) notó como el cuerpo de Joe se tensaba y al mirarlo volvió a ver su rostro oscurecido por algo parecido al odio ¿Qué había hecho ella tan horrible como para que la tratase así?
Se alejó de él tambaleándose levemente mientras que se secaba el rastro de lágrimas con el dorso de la mano.
Joe observó las largas piernas al descubierto, la suave curva de su espalda, su vientre plano y su estrecha cintura marcada por la fina tela, y sus turgentes pechos. Pensó que el aire comenzaba a escasear en ese cuarto. O eso, o sus pulmones habían dejado de funcionar.
Daba igual que la despreciará o que ella estuviese en medio de una escena dramática en la que se hacía la victima, no dejaba de desearla. Se maldijo por ello pero no dejó de recorrer su hermoso cuerpo con la mirada.
- ¿Qué quieres de mí? -preguntó (tu name) desconcertándolo. Había tantas cosas que él quería, pero no hablaría de ellas.
- ¡Nada! -contestó él sin más.
- ¿Se supone que a partir de ahora solo seremos dos conocidos que se saludan por cortesía y poco más? -continuó al ver que él no contestaba- Es lo que parece que tú quieres.
No era lo que quería. Que ella fuese una arpía no la hacía peor que a las demás. Todas lo eran. Simplemente ya no confiaba en ella para hablar como lo hacían antes. Pero no quería alejarse de ella. No era porque la necesitase, se prometió Joe, era porque su visión era mucho más hermosa que la del resto. Si no podía disfrutar de su amistad al menos podría disfrutar de lo que le podía dar.
Le dio un último vistazo a la perfección de su cuerpo y caminó hacía ella.
- No es lo que quiero -afirmó Joe acercándose peligrosamente a ella.
- ¿Entonces? -preguntó confundida y alarmada por lo rápido que latía su corazón.
- Has dicho que me deseabas -le recordó él muy sonriente y ella se recriminó por su estupidez- Parece que controlas muy bien tus hormonas porque no parece que te excite en lo absoluto -protestó mientras repasaba cada detalle de su rostro.
- No pienso convencerte de mis deseos por el sexo masculino, aunque sean referentes a ti -replicó malhumorada.
- Al fin algo de pasión. Aunque sea debida a la ira y no a la excitación -comentó Joe con una sonrisa malévola.
No podrían ser amigos y si se lo decía era probable que no la viese más, Ninguno de sus amigos era especial para ella, por lo que no le costaría perder el contacto con todos ellos. Pero tenía un plan. Ella haría cualquier cosa para tenerlo cerca y así seguir atendiéndola en todos sus caprichos. Pero esta vez él obtendría algo a cambio. Y sus favores bien merecían la pena.
(tu name) vio como Joe se dirigía hacia los vestuarios. Insultó sin palabras a su amiga por no estar allí con ella. Miró a Tony y aceptó su ayuda sin pedírsela. Cogió al confundido hombre por la muñeca y lo arrastró tras Joe. Aunque no entendía qué pasaba se dejó llevar. Al llegar hasta los vestuarios y pararse en la puerta, Joe percibió su presencia.
- Esperen a que me vaya para estar a solas. Solo tardaré un minuto -comentó Joe furioso intentando parecer amable.
- ¿De qué hablas? No vengo a estar a solas con él. Vengo a hablar contigo -afirmó (tu name) sin poder controlar por más tiempo la rabia.
- ¿Y para que lo traes? ¿Como mediador? -se burló Joe cruzándose de brazos.
- Como plan B por si no aceptas por las buenas hablar conmigo -explicó irritada.
- ¿Le vas a pedir que me de una paliza si me niego? -preguntó burlón.
- Espero que sí -rompió su silencio Tony enfadado por la forma en que estaba hablando a su amiga.
- ¡No! -exclamó fulminando a su cómplice para que siguiese callado y poder proseguir su charla- Tú decides Joe ¿quieres hablar conmigo ahora? -preguntó pacientemente (tu name).
- Tengo prisa y muchas mejores cosas que hacer, que escuchar tus quejas y berrinches -protestó Joe acercándose a su ropa.
- Bien. Tú lo has querido -amenazó (tu name) dándole la espalda.
Joe pensó que había ganado la batalla al ver que ella se dirigía hacía la puerta y le daba la espalda. Pero (tu name) cogió la llave de la cerradura interior y se la dio a Tony. Antes de que él pudiese hacer algo este ya había salido de la habitación con la llave.
- Cierra con llave y no abras bajo ningún concepto- le ordenó a Tony al otro lado de la puerta.
- ¿Cómo saldrás? -preguntó Tony inseguro aunque ya había cerrado.
- No te preocupes por eso -dijo (tu name) riendo al ver como Joe empujaba del pomo para intentar abrir.
Se sentó cómodamente en una de los bancos y esperó a que él se cansara de empujar. No tardó mucho en pasar. Joe la fulminó con la mirada, pero sabía que no estaba en el poder de ella sacarlos de allí, así que se sentó en el suelo a esperar.
- ¿Quieres hablar ahora? -preguntó (tu name) caminando hacía él.
- No hay nada de qué hablar. Además no voy a salir antes de aquí por complacerte -replicó ignorando su presencia.
- Te equivocas. En cuanto hablemos saldremos de aquí. A mi me apetece tan poco como a ti el estar aquí. Ya he soportado bastante desprecio por tu parte. Pero quiero aclarar nuestra situación para bien o para mal -explicó la joven aguantando una oleada de tristeza.
- Ya he dicho que no hay nada de qué hablar -repitió sin mirarla.
- Claro que sí lo hay. Y si tú no quieres hablar ¡me vas a escuchar a mí! -espetó furiosa (tu name)- No voy a aguantarme callada mientras tú me tratas como si fuese la peor persona del planeta. Te engañé, de acuerdo. Pero nunca mentí en como era cuando estaba contigo ¿Qué importa cómo sea con los demás?
Seguía intentando engañarlo, pero él no se dejaría manipular. Sabía que esa pequeña arpía haría cualquier cosa para tener a un esclavo más, adorándola. Pero él no lo haría.
Y para conseguir no caer tenía que evitar mirarla. Porque si ya era duro escuchar el tono dolido de sus palabras, sería incapaz de no abrazarla si veía sus preciosos ojos tristes. Y sería completamente imposible no hacerla suya en ese habitáculo donde estaban solos, si veía su espectacular cuerpo.
¡No la miraría!, se juró Joe seguro de cumplir su promesa.
- ¿Qué quieres de mí Joe? -preguntó desesperada- No me voy a disculpar por lo que hice, porque no lo siento. Tenía mis motivos y cuanto más tiempo pasa más cuenta me doy, que tenía razón. Yo era especial para ti porque era la única que no se rendía a tus encantos ¡Y lo hice! Deje de ser única por eso. Pero soy humana Joe -protestó (tuname) notando como las lágrimas rodaban por sus mejillas- No puedes culparme por desearte y alejarme de ti como una apestada.
La decisión de no mirarla se quebró ¿Había dicho que lo deseaba? ¿Ella pensaba que ese era el motivo por el que no quería tenerla cerca? Dejó de hacerse preguntas estúpidas en cuanto la vio llorar, y se fue a abrazarla.
- Lo siento -le dijo secándole las lágrimas con el pulgar- Supongo que esperaba demasiado de ti. Pero no tiene nada que ver con lo que pasó entre nosotros.
Ella no le creyó. Lo había decepcionado y el único motivo que podía encontrar era el haber sido una arrastrada más rogando por su amor. Y encima se había enamorado ¡Era una estúpida!
Notó como ella aumentaba la intensidad de su llanto y la apretó más contra él. No podía decirle que lo había decepcionado por el simple hecho de ser mujer. Y como todas las mujeres, ser egoísta, superficial y manipuladora. Como su madre. Una maestra en hacer daño a todos los hombres de su alrededor. Él se juró que no acabaría con alguien como ella y con el tiempo se dijo que todas eran iguales. Menos su amiga que era comprensiva, amable, fuerte, divertida y generosa. O eso pensó hasta que descubrió que era como todas las demás.
La tenía entre sus brazos pero no se dejaría conmover por sus sollozos, se prometió inseguro. Había visto demasiadas veces a su madre utilizar su supuesta vulnerabilidad para obtener lo que quería. Y (tu name) no era diferente.
(tu name) notó como el cuerpo de Joe se tensaba y al mirarlo volvió a ver su rostro oscurecido por algo parecido al odio ¿Qué había hecho ella tan horrible como para que la tratase así?
Se alejó de él tambaleándose levemente mientras que se secaba el rastro de lágrimas con el dorso de la mano.
Joe observó las largas piernas al descubierto, la suave curva de su espalda, su vientre plano y su estrecha cintura marcada por la fina tela, y sus turgentes pechos. Pensó que el aire comenzaba a escasear en ese cuarto. O eso, o sus pulmones habían dejado de funcionar.
Daba igual que la despreciará o que ella estuviese en medio de una escena dramática en la que se hacía la victima, no dejaba de desearla. Se maldijo por ello pero no dejó de recorrer su hermoso cuerpo con la mirada.
- ¿Qué quieres de mí? -preguntó (tu name) desconcertándolo. Había tantas cosas que él quería, pero no hablaría de ellas.
- ¡Nada! -contestó él sin más.
- ¿Se supone que a partir de ahora solo seremos dos conocidos que se saludan por cortesía y poco más? -continuó al ver que él no contestaba- Es lo que parece que tú quieres.
No era lo que quería. Que ella fuese una arpía no la hacía peor que a las demás. Todas lo eran. Simplemente ya no confiaba en ella para hablar como lo hacían antes. Pero no quería alejarse de ella. No era porque la necesitase, se prometió Joe, era porque su visión era mucho más hermosa que la del resto. Si no podía disfrutar de su amistad al menos podría disfrutar de lo que le podía dar.
Le dio un último vistazo a la perfección de su cuerpo y caminó hacía ella.
- No es lo que quiero -afirmó Joe acercándose peligrosamente a ella.
- ¿Entonces? -preguntó confundida y alarmada por lo rápido que latía su corazón.
- Has dicho que me deseabas -le recordó él muy sonriente y ella se recriminó por su estupidez- Parece que controlas muy bien tus hormonas porque no parece que te excite en lo absoluto -protestó mientras repasaba cada detalle de su rostro.
- No pienso convencerte de mis deseos por el sexo masculino, aunque sean referentes a ti -replicó malhumorada.
- Al fin algo de pasión. Aunque sea debida a la ira y no a la excitación -comentó Joe con una sonrisa malévola.
No podrían ser amigos y si se lo decía era probable que no la viese más, Ninguno de sus amigos era especial para ella, por lo que no le costaría perder el contacto con todos ellos. Pero tenía un plan. Ella haría cualquier cosa para tenerlo cerca y así seguir atendiéndola en todos sus caprichos. Pero esta vez él obtendría algo a cambio. Y sus favores bien merecían la pena.
sofia- Admin
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
chicas io postie esta nove cuando na habia pasado nada tan fuerte (hot) y pues io me di cuenta que en estos cap ahora hay mas cosas asi asi k necesito que respondan esta pregunta
¿sigo la nove? asi como la postee la chica xk deberas io ya no la leo pero no las puedo dejar a ustedes con la intriga asi que ustedes desiden chicas
bsos y abrasos
¿sigo la nove? asi como la postee la chica xk deberas io ya no la leo pero no las puedo dejar a ustedes con la intriga asi que ustedes desiden chicas
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sofia- Admin
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
sofia lo siento no he podido leer hasta cuando comenzaste tu maraton ! :/
alyson !*- Cantidad de envíos : 91
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
alyson !* escribió:sofia lo siento no he podido leer hasta cuando comenzaste tu maraton ! :/
okiss pero cuando puedas contestas mi pregunta xk noc si seguirla xk esta algo rarita
sofia- Admin
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
ok la voy a segui ya que la amiga de alyson le ha gustado ahi la subo
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 36
(tu name) estaba escandalizada, nunca había escuchado a su amigo hablarle con tal tono de frialdad. Era desconcertante. Pero a la vez no pudo evitar excitarse, Había un trasfondo sexual que se hacía evidente por la forma en que la miraba. Su boca se seco de repente y las turquesas de sus ojos se abrieron con más intensidad como si viesen el mundo por primera vez.
Él notó la reacción de su cuerpo y sonrió satisfecho. Caminó lentamente hacía ella haciéndola retroceder hasta no poder seguir por la aparición de un muro tras ella. Ahogó un gemido de frustración y miró el desnudo torso musculoso que se dirigía hacía ella.
No entendía qué le ocurría a su amigo. Un momento antes parecía estar enfadado y ahora se la comía con la mirada. El temblor y el estruendoso estremecimiento que la invadían no la dejaba pensar ¿Qué quería de ella?
Joe dejó de negarle a su cuerpo lo que tanto deseaba ¡A ella! La tendría costase lo que costase. Si para eso tenía que contentarla un poco siendo su amigo, lo haría. Pero no soportaba ni un minuto más sin hacerla suya.
(tu name) vio la decisión en sus ojos y por un momento pudo pensar con claridad. Le dio un alto, colocando su mano entre ellos, impidiendo que se acercara más. Se repuso un poco y buscó en su interior cualquier rastro de autocontrol.
- ¿Qué crees que haces? -preguntó dividida entre la ira, el desconcierto y la excitación.
- Me acerco a ti -respondió muy sonriente mientras acariciaba la mano que le sujetaba el pecho desnudo. (tu name) notó una descarga, pero se recompuso rápidamente.
- ¿No creerás que será tan fácil? No puedes ser mi mejor amigo, después tratarme como si no fuese nada para ti y ahora intentar acostarte conmigo -replicó (tu name) decidida por dirigirse hacía la ira.
-Te recuerdo que eso ya lo he hecho -replicó Joe mientras la sujetaba por la cintura apretándolo contra él.
- ¡Solo fue sexo! -exclamó ella alarmada por la cercanía.
- No he dicho lo contrario -repuso él en tono suave y seductor- Y como ni la amistad ni el amor están involucrados en esto ¿qué más da que no nos soportemos en estos momentos? -se acercó para rozar sus labios.
- ¡Eres odioso! ¿Cómo puedes decir tal cosa? Has sido como parte de mi familia. Hemos sido... -intentó protestar pero la cálida boca de él se lo impidió con un arrebatador beso, que enturbió sus pensamientos.
- No me importa que me odies -afirmó Joe sobre sus labios haciéndola reaccionar tras el leve alumbramiento del paraíso- Debo decir que tú tampoco eres una de mis personas favoritas en estos momentos. No me malinterpretes, no te odio. En realidad no tengo nada en contra de que seas como eres. Pero tampoco tengo nada a favor. Pasar horas contigo hablando o jugando al básquet ya no me parece nada interesante. Pero... -se interrumpió para sonreírla con una mezcla de desprecio y deseo, mientras analizaba cada curva de su cuerpo- creo que ambos hemos encontrado una manera de divertirnos juntos mucho mejor -concluyó con una mirada déspota y sensual.
- ¿No creerás que me puedes insultar y después pedirme que nos acostemos? -preguntó (tu name) sorprendida esperando haberse equivocado.
- No te he insultado en ningún momento -aclaró él serenamente.
- Lo has hecho, con tu tono al hablarme, tu forma de mirarme -explicó ella furiosa.
- A eso se le llama deseo y no eres ajena a él. No te hagas la inocente. Trabajas seduciendo a cuanto hombre se te aparece -espetó Joe manteniendo la fachada de tranquilidad.
- No pienso soportar tus desvaríos -dijo (tu name) mientras caminaba hacía la puerta.
Si no tenía suficiente con la actitud indiferente que le había regalado esas semanas, ahora encima se ensañaba con ella. Se sentía culpable por haber provocado el desplome de su amistad. Pero su baja autoestima no estaba tan degradada como para permitir que él la insultase en sus narices.
¡La quería utilizar como objeto sexual! Pero ¿qué se creía que era? No entendía la dinámica de esa nuez que tenía por cerebro. Y en esos momentos, no tenía ningún interés en adivinarla.
Durante años se había sentido como alguien cruel, egoísta y superficial, por el simple hecho de buscar la felicidad. Solo él la hacía sentirse un ser especial. Alguien que merecía la pena. Pero ahora también él pensaba así de ella. Sus piernas flaquearon un instante. Ya no le quedaba ni un oasis al que acudir cuando su mundo se derrumbaba. Quiso hincarse de rodillas en el suelo y llorar como una niña pequeña. Pero no se dejaría ganar. No permitiría que la viese así. Era lo que él quería y no se daría por vencida tan fácilmente.
La rabia la hacía verse más bella, pensó Joe risueño. No entendía por qué hacía tanto teatro. Si él la deseaba y ella a él ¿donde estaba el problema? Oh sí, ella seguía fingiendo querer recuperar su amistad. Pero eso era imposible. No volvería a verla como otra cosa que no fuese como un pecado de mujer. Lo derretía cuando se contoneaba frente a él.
Sonrió divertido al ver que se acercaba a la puerta. Parecía que ni siquiera era tan inteligente como le había hecho creer ¡Estaba cerrada con llave! Y estaba bastante seguro de que ella no tendría una copia. Seguramente se habría alterado al ver que él no cedía a sus manipulaciones y ni siquiera recordaba que estaban encerrados.
- Le recuerdo a la señorita que su "amigo" nos encerró con llave -informó Joe burlón.
- Pues yo te recuerdo que la inteligente de los dos siempre he sido yo. Así que no te esmeres en intentar ser ingenioso -espetó mientras se agachaba frente a la cerradura.
La afirmación le había irritado pero no tanto como la respuesta que había dado su cuerpo al verla agacharse. Su dulce trasero se enmarco a tal grado de ser lo único en lo que podía fijar la vista ¡Cruel y despiadada! Estaba seguro que lo hacía aposta para torturarlo. Fingía inocencia y estar ofendida, cuando todo era una tapadera para sacarlo aún más de sus casillas ¡Perversa!
Se juró no caer en sus trampas y fingió no percatarse de sus bellos encantos, mientras le dirigía una gélida mirada, que ella no percibió al estar de espaldas.
- ¿Qué crees que haces? -preguntó Joe en tono grosero, al ver como se quitaba la única horquilla que sujetaba un mechón de su cabello.
- ¿Es que no recuerdas cómo abría la puerta donde escondía tu padre tus regalos de Navidad? -le recordó ella sin prestarle mucha atención. Concentrándose en su tarea de abrir la puerta con la horquilla.
Claro que lo recordaba. Por culpa de ella nunca había creído en Papá Noel, ni en ningún otro ser mágico o ficticio. Ella siempre era la voz de la razón, desde muy pequeños. La había admirado tanto por ello... Pensaba que tenía las respuestas a todas las preguntas. Con los años su opinión no había cambiado mucho ¡Que equivocado había estado!
Era difícil compararla con la pequeña traviesa que abría a escondidas el lugar secreto en el que sus padres guardaban sus regalos pensando que él nunca accedería a ellos. Siempre se había maravillado de la destreza con la que lo hacía. Recordaba que él siempre acababa castigado porque no podía evitar jugar con todos sus juguetes en cuanto los veía, y para cuando su padre iba a recogerlos la mayoría ya estaban en evidente uso. (tu name) le reñía por ser tan poco discreto, pero él nunca había sido capaz de aguantar las ganas de tener aquello que deseaba. Ni incluso entonces, cuando lo que deseaba era a ella. Verla tan desprotegida de ropa lo hacía palpitar.
Su autocontrol se había evaporado junto a su deseo de fingir indiferencia. Decidió tomarla allí en eso mismo instante, pero cuando fue hacía ella ya le había ganado la batalla al cerrojo y había abierto la puerta de par en par. La habría cerrado y besado con pasión antes de unirse de la forma más apasionado que hubiesen conocido, pero al otro lado de la puerta se encontró con el gigante rubio cruzado de brazos y mirándolo con rabia. Estaba seguro de que no había escuchado nada. Y supo que si lo miraba así era por celos. Seguramente él la deseaba tanto como todos los demás ¡Una victima más! Pero no se compadeció de él. Lo odio por interrumpir sus planes.
- Decir que ha sido un placer hablar contigo es una ironía que es posible que no captes. Así que seré clara para que me entiendas ¡Vete al cuerno Joe Jonas! -dijo (tu name) furiosa saliendo de allí haciendo retumbar la habitación con un portazo.
Era buena haciéndose la ofendida, pero él seguía sin verle el sentido a que siguiese con su papel. Podrían divertirse juntos. Es lo que ambos querían. Ella quería toda su atención y él se la daría, mientras no hablase y estuviese desnuda, tendría absolutamente toda su atención.
Caminó con intención de salir de allí y seguir con la fiesta. Convencido de que ella solo sería una silueta más entre la multitud. Tomó el pomo, relajado, ya que no sentía el más mínimo ápice de culpabilidad. Pero la puerta no se abrió.
¡Maldita mujer! ¡Lo había dejado encerrado!
(tu name) estaba escandalizada, nunca había escuchado a su amigo hablarle con tal tono de frialdad. Era desconcertante. Pero a la vez no pudo evitar excitarse, Había un trasfondo sexual que se hacía evidente por la forma en que la miraba. Su boca se seco de repente y las turquesas de sus ojos se abrieron con más intensidad como si viesen el mundo por primera vez.
Él notó la reacción de su cuerpo y sonrió satisfecho. Caminó lentamente hacía ella haciéndola retroceder hasta no poder seguir por la aparición de un muro tras ella. Ahogó un gemido de frustración y miró el desnudo torso musculoso que se dirigía hacía ella.
No entendía qué le ocurría a su amigo. Un momento antes parecía estar enfadado y ahora se la comía con la mirada. El temblor y el estruendoso estremecimiento que la invadían no la dejaba pensar ¿Qué quería de ella?
Joe dejó de negarle a su cuerpo lo que tanto deseaba ¡A ella! La tendría costase lo que costase. Si para eso tenía que contentarla un poco siendo su amigo, lo haría. Pero no soportaba ni un minuto más sin hacerla suya.
(tu name) vio la decisión en sus ojos y por un momento pudo pensar con claridad. Le dio un alto, colocando su mano entre ellos, impidiendo que se acercara más. Se repuso un poco y buscó en su interior cualquier rastro de autocontrol.
- ¿Qué crees que haces? -preguntó dividida entre la ira, el desconcierto y la excitación.
- Me acerco a ti -respondió muy sonriente mientras acariciaba la mano que le sujetaba el pecho desnudo. (tu name) notó una descarga, pero se recompuso rápidamente.
- ¿No creerás que será tan fácil? No puedes ser mi mejor amigo, después tratarme como si no fuese nada para ti y ahora intentar acostarte conmigo -replicó (tu name) decidida por dirigirse hacía la ira.
-Te recuerdo que eso ya lo he hecho -replicó Joe mientras la sujetaba por la cintura apretándolo contra él.
- ¡Solo fue sexo! -exclamó ella alarmada por la cercanía.
- No he dicho lo contrario -repuso él en tono suave y seductor- Y como ni la amistad ni el amor están involucrados en esto ¿qué más da que no nos soportemos en estos momentos? -se acercó para rozar sus labios.
- ¡Eres odioso! ¿Cómo puedes decir tal cosa? Has sido como parte de mi familia. Hemos sido... -intentó protestar pero la cálida boca de él se lo impidió con un arrebatador beso, que enturbió sus pensamientos.
- No me importa que me odies -afirmó Joe sobre sus labios haciéndola reaccionar tras el leve alumbramiento del paraíso- Debo decir que tú tampoco eres una de mis personas favoritas en estos momentos. No me malinterpretes, no te odio. En realidad no tengo nada en contra de que seas como eres. Pero tampoco tengo nada a favor. Pasar horas contigo hablando o jugando al básquet ya no me parece nada interesante. Pero... -se interrumpió para sonreírla con una mezcla de desprecio y deseo, mientras analizaba cada curva de su cuerpo- creo que ambos hemos encontrado una manera de divertirnos juntos mucho mejor -concluyó con una mirada déspota y sensual.
- ¿No creerás que me puedes insultar y después pedirme que nos acostemos? -preguntó (tu name) sorprendida esperando haberse equivocado.
- No te he insultado en ningún momento -aclaró él serenamente.
- Lo has hecho, con tu tono al hablarme, tu forma de mirarme -explicó ella furiosa.
- A eso se le llama deseo y no eres ajena a él. No te hagas la inocente. Trabajas seduciendo a cuanto hombre se te aparece -espetó Joe manteniendo la fachada de tranquilidad.
- No pienso soportar tus desvaríos -dijo (tu name) mientras caminaba hacía la puerta.
Si no tenía suficiente con la actitud indiferente que le había regalado esas semanas, ahora encima se ensañaba con ella. Se sentía culpable por haber provocado el desplome de su amistad. Pero su baja autoestima no estaba tan degradada como para permitir que él la insultase en sus narices.
¡La quería utilizar como objeto sexual! Pero ¿qué se creía que era? No entendía la dinámica de esa nuez que tenía por cerebro. Y en esos momentos, no tenía ningún interés en adivinarla.
Durante años se había sentido como alguien cruel, egoísta y superficial, por el simple hecho de buscar la felicidad. Solo él la hacía sentirse un ser especial. Alguien que merecía la pena. Pero ahora también él pensaba así de ella. Sus piernas flaquearon un instante. Ya no le quedaba ni un oasis al que acudir cuando su mundo se derrumbaba. Quiso hincarse de rodillas en el suelo y llorar como una niña pequeña. Pero no se dejaría ganar. No permitiría que la viese así. Era lo que él quería y no se daría por vencida tan fácilmente.
La rabia la hacía verse más bella, pensó Joe risueño. No entendía por qué hacía tanto teatro. Si él la deseaba y ella a él ¿donde estaba el problema? Oh sí, ella seguía fingiendo querer recuperar su amistad. Pero eso era imposible. No volvería a verla como otra cosa que no fuese como un pecado de mujer. Lo derretía cuando se contoneaba frente a él.
Sonrió divertido al ver que se acercaba a la puerta. Parecía que ni siquiera era tan inteligente como le había hecho creer ¡Estaba cerrada con llave! Y estaba bastante seguro de que ella no tendría una copia. Seguramente se habría alterado al ver que él no cedía a sus manipulaciones y ni siquiera recordaba que estaban encerrados.
- Le recuerdo a la señorita que su "amigo" nos encerró con llave -informó Joe burlón.
- Pues yo te recuerdo que la inteligente de los dos siempre he sido yo. Así que no te esmeres en intentar ser ingenioso -espetó mientras se agachaba frente a la cerradura.
La afirmación le había irritado pero no tanto como la respuesta que había dado su cuerpo al verla agacharse. Su dulce trasero se enmarco a tal grado de ser lo único en lo que podía fijar la vista ¡Cruel y despiadada! Estaba seguro que lo hacía aposta para torturarlo. Fingía inocencia y estar ofendida, cuando todo era una tapadera para sacarlo aún más de sus casillas ¡Perversa!
Se juró no caer en sus trampas y fingió no percatarse de sus bellos encantos, mientras le dirigía una gélida mirada, que ella no percibió al estar de espaldas.
- ¿Qué crees que haces? -preguntó Joe en tono grosero, al ver como se quitaba la única horquilla que sujetaba un mechón de su cabello.
- ¿Es que no recuerdas cómo abría la puerta donde escondía tu padre tus regalos de Navidad? -le recordó ella sin prestarle mucha atención. Concentrándose en su tarea de abrir la puerta con la horquilla.
Claro que lo recordaba. Por culpa de ella nunca había creído en Papá Noel, ni en ningún otro ser mágico o ficticio. Ella siempre era la voz de la razón, desde muy pequeños. La había admirado tanto por ello... Pensaba que tenía las respuestas a todas las preguntas. Con los años su opinión no había cambiado mucho ¡Que equivocado había estado!
Era difícil compararla con la pequeña traviesa que abría a escondidas el lugar secreto en el que sus padres guardaban sus regalos pensando que él nunca accedería a ellos. Siempre se había maravillado de la destreza con la que lo hacía. Recordaba que él siempre acababa castigado porque no podía evitar jugar con todos sus juguetes en cuanto los veía, y para cuando su padre iba a recogerlos la mayoría ya estaban en evidente uso. (tu name) le reñía por ser tan poco discreto, pero él nunca había sido capaz de aguantar las ganas de tener aquello que deseaba. Ni incluso entonces, cuando lo que deseaba era a ella. Verla tan desprotegida de ropa lo hacía palpitar.
Su autocontrol se había evaporado junto a su deseo de fingir indiferencia. Decidió tomarla allí en eso mismo instante, pero cuando fue hacía ella ya le había ganado la batalla al cerrojo y había abierto la puerta de par en par. La habría cerrado y besado con pasión antes de unirse de la forma más apasionado que hubiesen conocido, pero al otro lado de la puerta se encontró con el gigante rubio cruzado de brazos y mirándolo con rabia. Estaba seguro de que no había escuchado nada. Y supo que si lo miraba así era por celos. Seguramente él la deseaba tanto como todos los demás ¡Una victima más! Pero no se compadeció de él. Lo odio por interrumpir sus planes.
- Decir que ha sido un placer hablar contigo es una ironía que es posible que no captes. Así que seré clara para que me entiendas ¡Vete al cuerno Joe Jonas! -dijo (tu name) furiosa saliendo de allí haciendo retumbar la habitación con un portazo.
Era buena haciéndose la ofendida, pero él seguía sin verle el sentido a que siguiese con su papel. Podrían divertirse juntos. Es lo que ambos querían. Ella quería toda su atención y él se la daría, mientras no hablase y estuviese desnuda, tendría absolutamente toda su atención.
Caminó con intención de salir de allí y seguir con la fiesta. Convencido de que ella solo sería una silueta más entre la multitud. Tomó el pomo, relajado, ya que no sentía el más mínimo ápice de culpabilidad. Pero la puerta no se abrió.
¡Maldita mujer! ¡Lo había dejado encerrado!
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 37
Estaba más aburrido de lo que pudiese imaginar fuese posible. Lincoln andaba desaparecido con su nueva novia. Miley y su amigo le habían anunciado muy sonriente, una semana después de la fiesta en la piscina, que ya eran pareja. Había sospechado algo cuando escuchaba a (tu name) y a él bromear, pero pensaba que era una manipulación más de la rubia para hacerle pensar que ya no había nada entre ellos. Y al parecer no lo había. La feliz pareja le había contado como (tu name) los había ayudado a estar juntos. Era posible que no fuese tan egoísta como pensaba, se dijo Joe. Pero no, no era él quien hablaba. Echaba tanto de menos a alguien que le hiciese compañía que la intentaba justificar. Pero ella no lo merecía.
Semanas atrás, cuando al fin había conseguido salir del vestuario en el que lo había encerrado, consiguió regresar a la fiesta, para poder torturarse aun más. Nada más verla aumentó la rabia contra ella. Ya ni siquiera disimulaba su interés porque la consintiesen. Estaba en una esquina abrazada a ese amigo suyo. Seguramente el show que le había armado en el vestuario la habría ayudado a engañar a ese pobre incauto. Uno más que añadir a su lista. Si es que no estaba ya en ella.
¡Quería verla! No podía creerse que echase tanto de menos a esa pequeña víbora. Porque sin duda lo era. Una semana antes se la había encontrado arrancando todos los carteles que había puesto un niño. No había visto de qué se trataba, pero de lejos había visto la foto de un perrito. Seguramente lo habría perdido y la muy arpía le estaba fastidiando en la búsqueda. No podía creerse que pudiese ser tan cruel. Sabía que era superficial, consentida y perversa, pero no se imaginaba que pudiese haber estado tan equivocado con ella.
Pese a todo, seguía soñando con ella todos los días. Y no necesariamente dormido. Podía recordar una y otra vez, como sus esbeltas curvas se movían suavemente, agitando el agua, al introducirse en la piscina muy lentamente. Había estado seguro de dos cosas ese día: ella sabía como hacer que saliese todo el oxígeno de sus pulmones y de que jamás sería capaz de dejar de fantasear con su delicioso cuerpo. Rememoraba sin cesar como el agua le caía por sus turgentes pechos, su cabello mojado goteando por su suave espalda, sus delicadas caderas contorneándose como una auténtica sirena,... ¡Era perversa! Deliciosamente perversa.
Ya había pasado el tiempo suficiente para ser capaz de admitir que la quería de vuelta en su cama. Le daba igual que fuese el mismo diablo con tacones. La quería de vuelta entre sus brazos o acabaría haciendo una locura. La perseguía sin que ella no supiese, quedándose horas mirándola sin hacer nada. Ya había dejado de fingir ser su amiga y como él imaginó, no se aparecía para estar con el grupo. Todos le echaban a él la culpa. Realmente, solo los hombres, ya que las chicas estaban encantadas. Sobretodo Taylor. Pero a Joe le había dado igual aquello. Lo único que podía pensar es que ya no la veía como antes, y la necesitaba ver diariamente para mantenerse cuerdo. Había algo que le transmitía que hacía que el nudo que se formaba en su garganta cuando llevaba mucho tiempo sin verla, desapareciese con una sola sonrisa suya. Se empapaba de su imagen cada vez que ella se paraba para saludar a algunos de sus amigos. Las primeras veces lo había destrozado con una mirada fulminante de puro odio, pero ya se había acostumbrado a ella. Cualquier cosa era mejor que no verla. Se despreciaba a si mismo por necesitarla tanto.
¡La necesitaba! No le había quedado más remedio que admitirlo. Aunque fuese la peor de las personas. En realidad, sabía que no lo era, en el fondo solo era una niña consentida que buscaba atención. Pero él no soportaba que no fuese la chica de la que él estaba... ¿En que demonios estaba pensando? No echaba tanto de menos a la que fue su amiga como para pensar que estaba... No, no podía ni pensarlo. Él había querido mucho a su (tu name), la chica con la que se montó y cayó de una moto por primera vez. Pero que se muriese por recuperarla no significaba nada más que el hecho consagrado de que nunca más reaparecería. Había desaparecido para siempre. Y lo peor es que eso no le dolía tanto como imaginar con qué hombre estaría compartiendo la cama en ese momento la pequeña perversa en vez de con él.
Ya había dejado de intentar convencerse de que podría estar con otra mujer. Estaba demasiado obsesionado con ella, se dijo. Tenía que conseguirla. Volverían a compartir la cama aunque fuese lo último que hiciese en su vida. Tenía decidido que ella aceptaría la propuesta que le hizo sí o sí. Le haría el amor hasta saciarse y así poder olvidarla. Acabaría cansándose de ella y la dejaría en cuanto el deseo desapareciese.
Pero para ello tenía que verla, y eso se estaba volviendo algo imposible en los últimos días. Había desaparecido del mapa. No la encontraba por ningún lado, y se negaba a preguntar por ella a nadie. Pero si esa noche no la veía en su trabajo, no le quedaría de otra que preguntarle a Lincoln o alguna de las bailarinas, que habían sido sus cómplices en el espionaje. Aunque ellas no fuesen conscientes del delito.
Una pequeña y cálida lengüetada despertó a (tu name) de su merecido descanso. Llevaba días sin poder dormir. Había estado tan deprimida por todo lo sucedido con Joe que había decidido volcarse en su nuevo trabajo.
Aunque solo iba a ser una experiencia más para un futuro trabajo, había resultado muy fructífero. Pese a no haber acabado aun en la universidad ya tenía un puesto en la empresa. No podría ascender hasta ser licenciada, pero le quedaban pocos meses para eso.
El día anterior había acabado la mudanza a su nuevo departamento. Adoraba a sus padres y su casa nueva, pero necesitaba independencia, y un lugar más cerca de su nuevo trabajo.
La pequeña lengua volvió a lamerla. Abrió los ojos y cogió a la perrita junto a ella. Ahora Atenea era su única compañía. Se la había comprado a un chico que había puesto carteles porque no podía mantener a los cachorritos de su mascota. Lo había ayudado a vender a los demás cachorros y se había quedado con la más pequeña de ojos miel. Se veía tan débil y necesitada. Pensó que ayudarla a sobrevivir la ayudaría también a ella. Se ofreció a quitar los carteles para que el chico no tuviese que desplazarse hasta su universidad de nuevo, y adoptó a su nueva compañera, como el único ser vivo que deseaba ver en esos momentos.
Miley y Lincoln no dejaban de llamarla para saber cómo estaba ¿Cómo querían que estuviese? El hombre que amaba la despreciaba y no quería saber nada de ella.
Oh, sí que quería algo, se rectificó irritada, ¡su cuerpo! Solo era eso para él, un polvo. Tantos años juntos, tanta intimidad y solo podía recordar de ella que le cumplió en la cama.
Él había estado cuando se enteró de que nunca podría tener hermanos y le dijo que él lo sería, le prometió que no dejaría que nada ni nadie le hiciese nunca daño. Después la abandonó y dejó que le hiciesen daño. Y ahora volvía a pasar. Otra vez se había dejado engañar de la misma manera. Y de nuevo volvía a querer más de lo que tenía y llorar destrozada sobre la almohada hasta quedarse dormida por el agotamiento.
Tony había sido muy comprensivo con ella cuando lo había llamado para avisar de que no iría a trabajar ese fin de semana. Desde que en la fiesta la vio correr del vestuario y la paró para ver cómo se encontraba, se había convertido en su paño de lágrimas. No quería entristecer con sus penas a los nuevos novios por eso fingía estar bien ante ellos. Solo Tony había visto como estaba en realidad.
Pero no se engañaría por tercera vez. No se haría amiga de otro hombre para que acabase haciéndole daño. Había compartido eso con él porque sabía que era un buen chico pero no fantasearía con una amistad más fuerte que el deseo carnal. Ni siquiera deseaba ver a nadie en esos momentos. Solo a su pequeña perrita.
Había pensado en lo que Joe le había dicho. No se podía creer que de verdad se lo estuviese planteando. Pero lo hacía. Se decía que quizás estando juntos, aunque solo fuese en la cama, él acabaría enamorándose de ella, o que pasarían algún tiempo juntos y él volvería a verla de una forma especial. Pero sabía que el único motivo por el que pensaba en la idea de hacerse amante de Joe era que lo deseaba tanto que le dolía.
Amaba a ese hombre, y la idea de poder estar con él, aunque él no la correspondiese, le resultó tentadora.
Había pensado en esa idea cada vez que, con fingido interés, se había acercado a él para saludar al amigo que lo acompañase en el momento. Siendo su único deseo el tenerlo cerca durante unos minutos. Pero la forma en que la había tratado, la idea de ser una muesca más en su cama y la mirada de desprecio en su rostro provocaban el querer matarlo allí mismo. Había conseguido que pasasen las semanas e incluso, meses, desde su encuentro sexual y posterior reconocimiento de sus sentimientos, sin tirársele encima y confesarle su amor.
Si ya era patética dejando que él la tratase como un trapo, sin motivo, no iba a darle más munición para que la atormentase aún más.
No se reconocía cuando se miraba al espejo. No podía creerse que estuviese de verdad tan mal por un hombre. Pero no era un hombre, se dijo pesarosa, ¡era Joe! Su Joe. Creía que siempre lo tendría a su lado, que nada lo alejaría de ella. Le gustaría tanto poder hacer algo para que así fuese. Pero ¿el qué? ¿Haciéndose su amante? Tampoco tenía claro que él le hubiese ofrecido tal cosa. Seguramente estaría con una cada noche y ya ni la recordaría. Estaba segura de ello. Ella no significaba nada para él. Joe estaría feliz sin tenerla a su lado. La habría sustituido por alguien mejor tanto en su cama como en su vida.
Estaba más aburrido de lo que pudiese imaginar fuese posible. Lincoln andaba desaparecido con su nueva novia. Miley y su amigo le habían anunciado muy sonriente, una semana después de la fiesta en la piscina, que ya eran pareja. Había sospechado algo cuando escuchaba a (tu name) y a él bromear, pero pensaba que era una manipulación más de la rubia para hacerle pensar que ya no había nada entre ellos. Y al parecer no lo había. La feliz pareja le había contado como (tu name) los había ayudado a estar juntos. Era posible que no fuese tan egoísta como pensaba, se dijo Joe. Pero no, no era él quien hablaba. Echaba tanto de menos a alguien que le hiciese compañía que la intentaba justificar. Pero ella no lo merecía.
Semanas atrás, cuando al fin había conseguido salir del vestuario en el que lo había encerrado, consiguió regresar a la fiesta, para poder torturarse aun más. Nada más verla aumentó la rabia contra ella. Ya ni siquiera disimulaba su interés porque la consintiesen. Estaba en una esquina abrazada a ese amigo suyo. Seguramente el show que le había armado en el vestuario la habría ayudado a engañar a ese pobre incauto. Uno más que añadir a su lista. Si es que no estaba ya en ella.
¡Quería verla! No podía creerse que echase tanto de menos a esa pequeña víbora. Porque sin duda lo era. Una semana antes se la había encontrado arrancando todos los carteles que había puesto un niño. No había visto de qué se trataba, pero de lejos había visto la foto de un perrito. Seguramente lo habría perdido y la muy arpía le estaba fastidiando en la búsqueda. No podía creerse que pudiese ser tan cruel. Sabía que era superficial, consentida y perversa, pero no se imaginaba que pudiese haber estado tan equivocado con ella.
Pese a todo, seguía soñando con ella todos los días. Y no necesariamente dormido. Podía recordar una y otra vez, como sus esbeltas curvas se movían suavemente, agitando el agua, al introducirse en la piscina muy lentamente. Había estado seguro de dos cosas ese día: ella sabía como hacer que saliese todo el oxígeno de sus pulmones y de que jamás sería capaz de dejar de fantasear con su delicioso cuerpo. Rememoraba sin cesar como el agua le caía por sus turgentes pechos, su cabello mojado goteando por su suave espalda, sus delicadas caderas contorneándose como una auténtica sirena,... ¡Era perversa! Deliciosamente perversa.
Ya había pasado el tiempo suficiente para ser capaz de admitir que la quería de vuelta en su cama. Le daba igual que fuese el mismo diablo con tacones. La quería de vuelta entre sus brazos o acabaría haciendo una locura. La perseguía sin que ella no supiese, quedándose horas mirándola sin hacer nada. Ya había dejado de fingir ser su amiga y como él imaginó, no se aparecía para estar con el grupo. Todos le echaban a él la culpa. Realmente, solo los hombres, ya que las chicas estaban encantadas. Sobretodo Taylor. Pero a Joe le había dado igual aquello. Lo único que podía pensar es que ya no la veía como antes, y la necesitaba ver diariamente para mantenerse cuerdo. Había algo que le transmitía que hacía que el nudo que se formaba en su garganta cuando llevaba mucho tiempo sin verla, desapareciese con una sola sonrisa suya. Se empapaba de su imagen cada vez que ella se paraba para saludar a algunos de sus amigos. Las primeras veces lo había destrozado con una mirada fulminante de puro odio, pero ya se había acostumbrado a ella. Cualquier cosa era mejor que no verla. Se despreciaba a si mismo por necesitarla tanto.
¡La necesitaba! No le había quedado más remedio que admitirlo. Aunque fuese la peor de las personas. En realidad, sabía que no lo era, en el fondo solo era una niña consentida que buscaba atención. Pero él no soportaba que no fuese la chica de la que él estaba... ¿En que demonios estaba pensando? No echaba tanto de menos a la que fue su amiga como para pensar que estaba... No, no podía ni pensarlo. Él había querido mucho a su (tu name), la chica con la que se montó y cayó de una moto por primera vez. Pero que se muriese por recuperarla no significaba nada más que el hecho consagrado de que nunca más reaparecería. Había desaparecido para siempre. Y lo peor es que eso no le dolía tanto como imaginar con qué hombre estaría compartiendo la cama en ese momento la pequeña perversa en vez de con él.
Ya había dejado de intentar convencerse de que podría estar con otra mujer. Estaba demasiado obsesionado con ella, se dijo. Tenía que conseguirla. Volverían a compartir la cama aunque fuese lo último que hiciese en su vida. Tenía decidido que ella aceptaría la propuesta que le hizo sí o sí. Le haría el amor hasta saciarse y así poder olvidarla. Acabaría cansándose de ella y la dejaría en cuanto el deseo desapareciese.
Pero para ello tenía que verla, y eso se estaba volviendo algo imposible en los últimos días. Había desaparecido del mapa. No la encontraba por ningún lado, y se negaba a preguntar por ella a nadie. Pero si esa noche no la veía en su trabajo, no le quedaría de otra que preguntarle a Lincoln o alguna de las bailarinas, que habían sido sus cómplices en el espionaje. Aunque ellas no fuesen conscientes del delito.
Una pequeña y cálida lengüetada despertó a (tu name) de su merecido descanso. Llevaba días sin poder dormir. Había estado tan deprimida por todo lo sucedido con Joe que había decidido volcarse en su nuevo trabajo.
Aunque solo iba a ser una experiencia más para un futuro trabajo, había resultado muy fructífero. Pese a no haber acabado aun en la universidad ya tenía un puesto en la empresa. No podría ascender hasta ser licenciada, pero le quedaban pocos meses para eso.
El día anterior había acabado la mudanza a su nuevo departamento. Adoraba a sus padres y su casa nueva, pero necesitaba independencia, y un lugar más cerca de su nuevo trabajo.
La pequeña lengua volvió a lamerla. Abrió los ojos y cogió a la perrita junto a ella. Ahora Atenea era su única compañía. Se la había comprado a un chico que había puesto carteles porque no podía mantener a los cachorritos de su mascota. Lo había ayudado a vender a los demás cachorros y se había quedado con la más pequeña de ojos miel. Se veía tan débil y necesitada. Pensó que ayudarla a sobrevivir la ayudaría también a ella. Se ofreció a quitar los carteles para que el chico no tuviese que desplazarse hasta su universidad de nuevo, y adoptó a su nueva compañera, como el único ser vivo que deseaba ver en esos momentos.
Miley y Lincoln no dejaban de llamarla para saber cómo estaba ¿Cómo querían que estuviese? El hombre que amaba la despreciaba y no quería saber nada de ella.
Oh, sí que quería algo, se rectificó irritada, ¡su cuerpo! Solo era eso para él, un polvo. Tantos años juntos, tanta intimidad y solo podía recordar de ella que le cumplió en la cama.
Él había estado cuando se enteró de que nunca podría tener hermanos y le dijo que él lo sería, le prometió que no dejaría que nada ni nadie le hiciese nunca daño. Después la abandonó y dejó que le hiciesen daño. Y ahora volvía a pasar. Otra vez se había dejado engañar de la misma manera. Y de nuevo volvía a querer más de lo que tenía y llorar destrozada sobre la almohada hasta quedarse dormida por el agotamiento.
Tony había sido muy comprensivo con ella cuando lo había llamado para avisar de que no iría a trabajar ese fin de semana. Desde que en la fiesta la vio correr del vestuario y la paró para ver cómo se encontraba, se había convertido en su paño de lágrimas. No quería entristecer con sus penas a los nuevos novios por eso fingía estar bien ante ellos. Solo Tony había visto como estaba en realidad.
Pero no se engañaría por tercera vez. No se haría amiga de otro hombre para que acabase haciéndole daño. Había compartido eso con él porque sabía que era un buen chico pero no fantasearía con una amistad más fuerte que el deseo carnal. Ni siquiera deseaba ver a nadie en esos momentos. Solo a su pequeña perrita.
Había pensado en lo que Joe le había dicho. No se podía creer que de verdad se lo estuviese planteando. Pero lo hacía. Se decía que quizás estando juntos, aunque solo fuese en la cama, él acabaría enamorándose de ella, o que pasarían algún tiempo juntos y él volvería a verla de una forma especial. Pero sabía que el único motivo por el que pensaba en la idea de hacerse amante de Joe era que lo deseaba tanto que le dolía.
Amaba a ese hombre, y la idea de poder estar con él, aunque él no la correspondiese, le resultó tentadora.
Había pensado en esa idea cada vez que, con fingido interés, se había acercado a él para saludar al amigo que lo acompañase en el momento. Siendo su único deseo el tenerlo cerca durante unos minutos. Pero la forma en que la había tratado, la idea de ser una muesca más en su cama y la mirada de desprecio en su rostro provocaban el querer matarlo allí mismo. Había conseguido que pasasen las semanas e incluso, meses, desde su encuentro sexual y posterior reconocimiento de sus sentimientos, sin tirársele encima y confesarle su amor.
Si ya era patética dejando que él la tratase como un trapo, sin motivo, no iba a darle más munición para que la atormentase aún más.
No se reconocía cuando se miraba al espejo. No podía creerse que estuviese de verdad tan mal por un hombre. Pero no era un hombre, se dijo pesarosa, ¡era Joe! Su Joe. Creía que siempre lo tendría a su lado, que nada lo alejaría de ella. Le gustaría tanto poder hacer algo para que así fuese. Pero ¿el qué? ¿Haciéndose su amante? Tampoco tenía claro que él le hubiese ofrecido tal cosa. Seguramente estaría con una cada noche y ya ni la recordaría. Estaba segura de ello. Ella no significaba nada para él. Joe estaría feliz sin tenerla a su lado. La habría sustituido por alguien mejor tanto en su cama como en su vida.
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 38
Joe estaba desesperado, (tu name) no había ido a trabajar y nadie sabía el motivo. Había preguntado disimuladamente a algunas bailarinas. Ya preocupado había interrogado a todas ellas junto a camareros, porteros y conocidos. Ni Miley y Lincoln sabían nada. No sabía qué hacer, así que sin importarle la hora fue a su casa. No tenia clara la nueva dirección. Ya que desde que se había mudado a la casa con la que siempre había soñado su madre, él no la había visitado. Pero la encontró.
Adormilada la madre de ella le abrió la puerta sorprendida por la visita. Le regañó por aparecer a esa hora de la madrugada y le dejó pasar sin hacer muchas preguntas. Lo adoraba como a un hijo. Siempre lo había dicho y tratado como a tal.
Tras un rato de charla y sin mencionar que (tu name) no había aparecido por el trabajo, Joe se quedó petrificado al enterarse de que se había ido a vivir sola. Sabía que ella lo deseaba. Siempre habían soñado que lo harían juntos. Pero eran fantasías de niños y sus vidas nunca serían compatibles a tal grado. Vivir juntos sería absurdo, cuando ni siquiera se hablaban.
Se despidió y disculpó con la emocionada mujer, tras pedirle que le diese la nueva dirección de su hija. Le había puesto la excusa de haber estado incomunicado por un viaje de negocios con su padre, y por eso no conocer los hechos. Era cierto que pasaba mucho tiempo trabajando con su padre últimamente. Incluso, había pensado irse a vivir solo él mismo ahora que estaba ganando algo de dinero. Pero era incapaz de hacer planes de futuro. Su cabeza solo podía pensar en una cosa. En una persona ¡(tu name)! Iría a verla y hablaría con ella. No soportaba ni un día más de tortura.
No estaba preocupado por ella, se aseguro sin poder dejar de imaginar que estaba enferma y sola en un pequeño departamento, o que le hubiese pasado algo.
Sin darse cuenta había aumentado la velocidad para llegar antes a su destino. Sabía que estaría bien. (tu name) era fuerte y no necesitaba de nadie. Ni siquiera de él, a su pesar. Pero tenía que asegurarse de que estaba bien.
Largo rato más tarde llegó a la dirección indicada. Eran unos departamentos muy modernos y en buen estado. Se veía desde fuera que ninguna familia vivía allí. Seguramente solo hombres y mujeres de negocios que necesitaban un lugar en la ciudad de paso entre cada viaje. No sabía como (tu name) se podía permitir estar en un lugar así. Era consciente de que su puesto en el local de moda implicaría grandes beneficios, pero no recordaba que ella fuese de las que gastaban todo lo que ganaba sin ahorrar. Si seguía siendo la misma de antes guardaría la mayor parte en el banco y daría una generosa porción a su familia. Pero no era la de antes. Un motivo más para darse cuenta de que era una egoísta superficial. Viviendo por encima de sus posibilidades.
Respiró hondo frente al apartamento 306 y llamó al timbre. Viendo que nadie abría volvió a llamar varias veces más. Se escuchó un pequeño ladrido, una leve regañina al autor del ladrido y segundos después se abrió la puerta. Suavemente ella se asomó para asegurarse de que era alguien conocido y cuando lo vio, abrió del todo. Se veía preciosa con el pelo revuelto y la fina bata. Se encontró sonriéndola como un bobo. Ahora que la veía se daba cuenta lo muchísimo que la había echado de menos.
(tu name) no estaba segura de que estuviese despierta del todo ¿Qué hacía Joe en su casa? ¿Cómo había conseguido su dirección? ¿Y para qué? Lo miraba atónita esperando una explicación. Pero viendo que él solo la miraba muy sonriente intentó reaccionar ¡Estaba en bata! Seguro que tenía que estar horrible. No le extrañaba que él se hubiese reído de su aspecto. Tenía que tener el pelo hecho un asco. Se peino disimuladamente con los dedos mientras hacía un gesto para dejarlo pasar.
Él observó la vanguardista decoración. No era el hogar acogedor de una familia ni el pequeño apaño de una asalariada media. Aquello había sido decorado por un especialista, estaba seguro ¿De donde había sacado ella el dinero? ¿Qué más ocultaba?
- Siéntate si quieres -dijo (tu name) tímidamente señalando al sofá de diseño.
- Gracias -repuso ceñudo sentándose- Una casa muy bonita.
- Sí lo es. Algún día cuando tenga la mía espero que se parezca a esta -explicó ella emocionada admirando de nuevo cada detalle como llevaba haciendo desde que se mudó allí.
- ¿Ya estaba decorada cuando tu viniste? -preguntó sinceramente interesado.
- ¡Oh sí! Pedro, un compañero de la oficina, en realidad, uno de mis jefes, es el dueño. Sabía que yo buscaba donde quedarme y me la ofreció. Me cobra una miseria por vivir aquí. A cambio tengo que mantener libre la otra habitación para cuando él vuelva de sus negocios. No es normal que pase mucho por aquí y cuando lo hace suele quedarse en su casa, que es más grande. Pero como la casa esta lejos y este depa esta justo al lado de la oficina, no quería perder su acceso a él -concluyó la explicación con una sonrisa.
- Entiendo -contestó Joe examinando la mesa como si estuviese probando si fuese capaz de atravesarla con la mirada.
De todo lo dicho por (tu name), Joe solo había entendido que ella se había hecho amante de un ricachón que le había regalado un bonito sitio donde vivir y poder meterse en su cama cuando quisiese.
Maldijo a la maldita superficial que tenía frente a él. Pero ¡que hermosa era! aún despreciándola como lo hacia en esos momentos, lo dejaba sin aliento con una sonrisa.
- Y... -se aventuró a decir (tu name)- ¿qué haces aquí?
- No has ido a trabajar y todos estaban preocupados -afirmó sin interés.
"Todos estaban preocupados" ¿Él lo estaría? se preguntó (tu name) intentando no tener esperanzas por ello. Pero fue imposible, y una oleada de felicidad la invadió.
- Estaba muy cansada por la mudanza y no me encuentro con la energía suficiente para enfrentar a un puñado de millonarios consentidos con ganas de desinhibirse -explicó (tu name) bromista.
- Pensaba que te gustaba tu trabajo -afirmó Joe pensando que una vez más se equivocaba con ella.
- Se me da bien. Tampoco me disgusta. Es solo que a veces no es fácil sonreír y dar la cara ante tanta gente cuando no te sientes bien -comentó con pesar.
- Supongo -dijo él asintiendo. Estaba seguro de que en el estado en el que él estaba sería incapaz de hacer un trabajo de cara al público. Pero ella era una manipuladora profesional y no tendría problemas en fingir. Aunque no sería necesario porque ella no tenía motivos para estar mal. Era evidente que todo le iba a las mil maravillas.
(tu name) sabía que si él había ido hasta allí era por algo. No era para asegurarse de que estaba bien y ya está. Estaba segura de que la habría buscado aunque no hubiese desaparecido sin dar señales. Le pareció que quizás él tenía algo de lo que hablar con ella.
- Creo que no es de mi trabajo o mi casa de lo que has venido a hablar -aseguró (tu name) mirándolo expectante.
Joe la miró atónito durante unos segundos y después sonrió. Ella si seguía leyéndolo como un libro abierto. Estaba claro que no podía ocultar lo que deseaba decirle, lo que deseaba que pasase, lo que deseaba de ella ¡Lo que la deseaba!
- Quería saber si te has planteado mi propuesta -dijo Joe sin dar más rodeos.
¡Hablaba en serio! ¡La quería como su amante! (tu name) no sabía si ofenderse por la proposición, otra vez, o alegrarse de que aún la deseara. Su cuerpo optó por alegrarse sin consultarle primero. No deseaba meterse en su cama, sino en su corazón. Pero eso no sería posible. Había sido muy duro estar sin él. Pero no estaba segura de que estar con él en esos términos no lo fuese a ser más.
No podía decidirse a darle una respuesta y menos cuando la estaba mirando con esa cara inescrutable. Parecía no tener ninguna emoción hacía ella ¿Cómo podía plantearse mantener una relación con alguien a quien le importaba un rábano qué fuese de ella? Daba igual que solo fuese una relación sexual, para ella tenía que haber algún sentimiento. No iba a acabar bien parada si decía que sí.
Joe estaba desesperado, (tu name) no había ido a trabajar y nadie sabía el motivo. Había preguntado disimuladamente a algunas bailarinas. Ya preocupado había interrogado a todas ellas junto a camareros, porteros y conocidos. Ni Miley y Lincoln sabían nada. No sabía qué hacer, así que sin importarle la hora fue a su casa. No tenia clara la nueva dirección. Ya que desde que se había mudado a la casa con la que siempre había soñado su madre, él no la había visitado. Pero la encontró.
Adormilada la madre de ella le abrió la puerta sorprendida por la visita. Le regañó por aparecer a esa hora de la madrugada y le dejó pasar sin hacer muchas preguntas. Lo adoraba como a un hijo. Siempre lo había dicho y tratado como a tal.
Tras un rato de charla y sin mencionar que (tu name) no había aparecido por el trabajo, Joe se quedó petrificado al enterarse de que se había ido a vivir sola. Sabía que ella lo deseaba. Siempre habían soñado que lo harían juntos. Pero eran fantasías de niños y sus vidas nunca serían compatibles a tal grado. Vivir juntos sería absurdo, cuando ni siquiera se hablaban.
Se despidió y disculpó con la emocionada mujer, tras pedirle que le diese la nueva dirección de su hija. Le había puesto la excusa de haber estado incomunicado por un viaje de negocios con su padre, y por eso no conocer los hechos. Era cierto que pasaba mucho tiempo trabajando con su padre últimamente. Incluso, había pensado irse a vivir solo él mismo ahora que estaba ganando algo de dinero. Pero era incapaz de hacer planes de futuro. Su cabeza solo podía pensar en una cosa. En una persona ¡(tu name)! Iría a verla y hablaría con ella. No soportaba ni un día más de tortura.
No estaba preocupado por ella, se aseguro sin poder dejar de imaginar que estaba enferma y sola en un pequeño departamento, o que le hubiese pasado algo.
Sin darse cuenta había aumentado la velocidad para llegar antes a su destino. Sabía que estaría bien. (tu name) era fuerte y no necesitaba de nadie. Ni siquiera de él, a su pesar. Pero tenía que asegurarse de que estaba bien.
Largo rato más tarde llegó a la dirección indicada. Eran unos departamentos muy modernos y en buen estado. Se veía desde fuera que ninguna familia vivía allí. Seguramente solo hombres y mujeres de negocios que necesitaban un lugar en la ciudad de paso entre cada viaje. No sabía como (tu name) se podía permitir estar en un lugar así. Era consciente de que su puesto en el local de moda implicaría grandes beneficios, pero no recordaba que ella fuese de las que gastaban todo lo que ganaba sin ahorrar. Si seguía siendo la misma de antes guardaría la mayor parte en el banco y daría una generosa porción a su familia. Pero no era la de antes. Un motivo más para darse cuenta de que era una egoísta superficial. Viviendo por encima de sus posibilidades.
Respiró hondo frente al apartamento 306 y llamó al timbre. Viendo que nadie abría volvió a llamar varias veces más. Se escuchó un pequeño ladrido, una leve regañina al autor del ladrido y segundos después se abrió la puerta. Suavemente ella se asomó para asegurarse de que era alguien conocido y cuando lo vio, abrió del todo. Se veía preciosa con el pelo revuelto y la fina bata. Se encontró sonriéndola como un bobo. Ahora que la veía se daba cuenta lo muchísimo que la había echado de menos.
(tu name) no estaba segura de que estuviese despierta del todo ¿Qué hacía Joe en su casa? ¿Cómo había conseguido su dirección? ¿Y para qué? Lo miraba atónita esperando una explicación. Pero viendo que él solo la miraba muy sonriente intentó reaccionar ¡Estaba en bata! Seguro que tenía que estar horrible. No le extrañaba que él se hubiese reído de su aspecto. Tenía que tener el pelo hecho un asco. Se peino disimuladamente con los dedos mientras hacía un gesto para dejarlo pasar.
Él observó la vanguardista decoración. No era el hogar acogedor de una familia ni el pequeño apaño de una asalariada media. Aquello había sido decorado por un especialista, estaba seguro ¿De donde había sacado ella el dinero? ¿Qué más ocultaba?
- Siéntate si quieres -dijo (tu name) tímidamente señalando al sofá de diseño.
- Gracias -repuso ceñudo sentándose- Una casa muy bonita.
- Sí lo es. Algún día cuando tenga la mía espero que se parezca a esta -explicó ella emocionada admirando de nuevo cada detalle como llevaba haciendo desde que se mudó allí.
- ¿Ya estaba decorada cuando tu viniste? -preguntó sinceramente interesado.
- ¡Oh sí! Pedro, un compañero de la oficina, en realidad, uno de mis jefes, es el dueño. Sabía que yo buscaba donde quedarme y me la ofreció. Me cobra una miseria por vivir aquí. A cambio tengo que mantener libre la otra habitación para cuando él vuelva de sus negocios. No es normal que pase mucho por aquí y cuando lo hace suele quedarse en su casa, que es más grande. Pero como la casa esta lejos y este depa esta justo al lado de la oficina, no quería perder su acceso a él -concluyó la explicación con una sonrisa.
- Entiendo -contestó Joe examinando la mesa como si estuviese probando si fuese capaz de atravesarla con la mirada.
De todo lo dicho por (tu name), Joe solo había entendido que ella se había hecho amante de un ricachón que le había regalado un bonito sitio donde vivir y poder meterse en su cama cuando quisiese.
Maldijo a la maldita superficial que tenía frente a él. Pero ¡que hermosa era! aún despreciándola como lo hacia en esos momentos, lo dejaba sin aliento con una sonrisa.
- Y... -se aventuró a decir (tu name)- ¿qué haces aquí?
- No has ido a trabajar y todos estaban preocupados -afirmó sin interés.
"Todos estaban preocupados" ¿Él lo estaría? se preguntó (tu name) intentando no tener esperanzas por ello. Pero fue imposible, y una oleada de felicidad la invadió.
- Estaba muy cansada por la mudanza y no me encuentro con la energía suficiente para enfrentar a un puñado de millonarios consentidos con ganas de desinhibirse -explicó (tu name) bromista.
- Pensaba que te gustaba tu trabajo -afirmó Joe pensando que una vez más se equivocaba con ella.
- Se me da bien. Tampoco me disgusta. Es solo que a veces no es fácil sonreír y dar la cara ante tanta gente cuando no te sientes bien -comentó con pesar.
- Supongo -dijo él asintiendo. Estaba seguro de que en el estado en el que él estaba sería incapaz de hacer un trabajo de cara al público. Pero ella era una manipuladora profesional y no tendría problemas en fingir. Aunque no sería necesario porque ella no tenía motivos para estar mal. Era evidente que todo le iba a las mil maravillas.
(tu name) sabía que si él había ido hasta allí era por algo. No era para asegurarse de que estaba bien y ya está. Estaba segura de que la habría buscado aunque no hubiese desaparecido sin dar señales. Le pareció que quizás él tenía algo de lo que hablar con ella.
- Creo que no es de mi trabajo o mi casa de lo que has venido a hablar -aseguró (tu name) mirándolo expectante.
Joe la miró atónito durante unos segundos y después sonrió. Ella si seguía leyéndolo como un libro abierto. Estaba claro que no podía ocultar lo que deseaba decirle, lo que deseaba que pasase, lo que deseaba de ella ¡Lo que la deseaba!
- Quería saber si te has planteado mi propuesta -dijo Joe sin dar más rodeos.
¡Hablaba en serio! ¡La quería como su amante! (tu name) no sabía si ofenderse por la proposición, otra vez, o alegrarse de que aún la deseara. Su cuerpo optó por alegrarse sin consultarle primero. No deseaba meterse en su cama, sino en su corazón. Pero eso no sería posible. Había sido muy duro estar sin él. Pero no estaba segura de que estar con él en esos términos no lo fuese a ser más.
No podía decidirse a darle una respuesta y menos cuando la estaba mirando con esa cara inescrutable. Parecía no tener ninguna emoción hacía ella ¿Cómo podía plantearse mantener una relación con alguien a quien le importaba un rábano qué fuese de ella? Daba igual que solo fuese una relación sexual, para ella tenía que haber algún sentimiento. No iba a acabar bien parada si decía que sí.
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 39
Nunca en su vida había conocido a un hombre tan despreciable, se dijo (tu name) furiosa. Admitía que lo amaba y que no podía estar sin él. Se había planteado convertirse en su amante todos los días desde que él lo insinuó. Pero escucharlo de sus propios labios con tanta frialdad hacía que cualquier esperanza de que pudiese ser algo más, desapareciese.
- Lo he pensado -admitió (tu name) con reservas.
Joe suspiró aliviado. Había contenido el aliento desde que confesase sus intenciones hacía ella, temeroso de que lo echase de allí de una patada. Por una parte estaba furioso por corroborar que ella pudiese aceptar tal degradación, la cual jamás se le habría planteado discutir con su buena amiga. Pero la parte de felicidad por tenerla de nuevo entre sus brazos fue mayor.
Pero no había dicho que sí, solo se lo había pensado. Tenía que decirle que sí. O sería capaz de secuestrarla y no dejarla salir nunca de su cama. En el estado en el que estaba sería capaz de cualquier cosa.
- ¿Y qué has decidido? -preguntó Joe serio. Se recordó que debía respirar mientras esperaba impaciente la respuesta.
No sabía qué responder. Hasta un segundo antes de verlo la respuesta era "no". Pero en el mismo instante en el que lo vio su decisión se tambaleó. Ya lo había perdido. Si no funcionaba no perdería nada. Salvo su integridad, orgullo, autoestima,... además, de estar segura de que le haría daño.
- Dependerá de los términos -respondió con la misma frialdad que él.
¿Eso era un sí? Joe se vio a si mismo dando saltos de alegría en su mente. Exteriormente puso cara de disgusto. No tenía claro a que se refería, pero había posibilidades de que no hiciese falta secuestrarla.
- ¿Quieres un contrato o algo así? -bromeó Joe.
- Algo así -afirmó (tu name) desconcertándolo.
¿Qué tenía en mente esa malévola mujer? No tenía la menor intención de ceder a su chantaje. Era una manipuladora y lo sabía. No había nada que ella pudiese hacer para convencerlo.
Habría seguido maquinando en contra de ella, pero se quedó embobado con la suave piel que la bata dejó entrever al cruzar las piernas ¡Era perversa! Pero era aún más bella.
(tu name) no se iba a dejar pisotear por ese cretino. Aceptaba ser tan estúpida como para convertirse en su amante porque lo amaba pero no se dejaría humillar. Ya lo estaba haciendo bastante bien como para empeorarlo. Su concepto de si misma había descendido a grados inferiores del lodo, y no dejaría que él la hundiese más.
- No me voy a meter en tu cama sabiendo que me odias -explicó (tu name) intentando aguantar la oleada de dolor y reprimendas que vagaba en su interior.
- Ya te dije que no te odio -repuso Joe con avidez.
- Solo me desprecias -dijo ella y él no pudo corregirla ¡Lo sabía! se grito a si misma conteniendo las lágrimas. Era lo que siempre había temido, ser una mala persona y que él la odiase por ello. Se había esforzado tanto en creer que él tenía razón cuando le decía que era especial y única. Pero ya nadie lo pensaba. Todos sabían que no era más que una chica sin gracia a la sombra de lo que fingía ser. Intentó recomponerse y continuó segura de poder llegar a un trato- Me da igual cuales sean tus sentimientos -espetó mientras él la fulminaba con la mirada- pero no voy a soportar que me insultes ni trates mal.
- Yo nunca he hecho tal cosa -musito Joe intentando recordar cómo la había tratado esas últimas semanas.
- Lo has hecho -afirmó ella con fingida tranquilidad- Si tú quieres mi cuerpo, yo quiero mi dignidad.
- Hablemos entonces de tus términos.
No podía creerse que se le estuviese vendiendo en un contrato hablado. Era lo que él quería, pero le sorprendía que aceptase. Era aún más frívola que su madre. Seguramente querría que le hiciese regalos, toda su atención y que la siguiese como el perrito faldero que siempre fue. Si ella aceptaba volver a su cama, él aceptaría todas sus condiciones. Pero no dejaría que ella lo viese tan dispuesto a ceder.
(tu name) nunca se había sentido más humillada en toda su vida. Se dijo que lo hacía para recuperarlo, que estando cerca de él podría reconquistarlo, al menos, como amigos. Pero nada la convencía de que lo que estaba haciendo era lo más deshonroso que había hecho en su vida. Y lo peor era que, para él, parecía que le estaba haciendo un favor invitándola a su cama. No sabía por qué la buscaba a ella y no a otra cualquiera. Seguramente pensaba que ella era la única ¡imbécil que aceptaría semejante trato. Pero lo haría solo si él aceptaba tratarla con respeto.
- Yo no soy Taylor-aclaró (tu name) irritada por los recuerdos- No vas a tener la puerta abierta a mi dormitorio siempre que tú quieras.
- La propuesta es precisamente esa -protestó furioso. La quería tener siempre que él quisiese. No quería tener que hacer méritos para poder poseerla. Ella quería tenerlo a sus pies y no lo iba a permitir.
- No. La propuesta es, y vamos a ser claros, que me convierta en tu amante -afirmó ella levantándose y caminando frente a él- Pero hasta una amante tiene sus principios.
- ¿Y cuales son los tuyos? -preguntó airado pensando que ella pudiese ser la amante de otros hombres ¿Habría tenido esa conversación con otros? ¿Con el dueño de ese departamento?
- Volverás a tratarme como antes -ordenó la rubia cruzándose de brazos tajantemente.
- No he dejado de hacerlo. Nadie ha notado nada diferente entre nosotros hasta que tú te has desaparecido -explicó Joe confuso.
- No solo frente a los demás. Me tratarás con dulzura y respeto, siempre -concluyó esperando la aceptación.
- ¿Tengo que ser un hipócrita que te pone buena cara aunque este enfadado? -preguntó crítico.
- No. Tienes que volver a tratarme como a un ser humano y no un desecho. Puedes enfadarte cuanto quieras siempre que discutas conmigo de una forma civilizada y no me insultes sin fundamentos -informó (tu name).
- Me parece justo -aceptó él algo más relajado- ¿Algo más?
- Nadie puede conocer nuestro trato -respondió (tu name) autoritaria.
Dudaba de que fuese para preservar su buen nombre, ya que ella misma se encargaba de echarlo por tierra siempre que tenía oportunidad. Seguramente no quería que sus otros amantes se enterasen. Y eso lo ponía más furioso. Si ella tenía sus exigencias él también las tenía.
(tu name) se alarmó al verlo levantarse furioso y plantarse frente a ella con el rostro sombrío.
- Como te he dicho, yo no soy Taylor-dijo antes de que él pudiese gritarle nada- No quiero exhibirte como un trofeo. Mi intimidad es solo asunto mío. No tiene por qué enterarse todo el mundo -explicó (tu name) viendo como se relajaba la expresión en el rostro de Joe.
- De acuerdo. Yo tengo otra condición -afirmó él serio.
- ¿Cual? -preguntó alarmada y sorprendida.
- No habrá ningún otro hombre -ordenó posesivamente Joe reprimiendo el deseo de abrazarla.
- Solo si no hay ninguna otra mujer -repuso ella más relajada. Sería una relación exclusiva. Podía respirar aliviada.
Si pudiese estar con otra mujer no estaría tan desesperado como para ir a rogarle que volviese a su cama. Ese era el problema que no podía estar con otra que no fuese ella. Pero no se lo diría.
- Si no hay otro remedio -dijo Joe con fingido pesar- ¿Tenemos un trato?
- No. Aún queda algo -aclaró ella- No solo será sexo. Volveré a estar con el grupo y haremos cosas juntos como antes.
- Vale. Yo también tengo otra condición. Dos en realidad -se corrigió sonriendo malévolamente.
- Adelante ¡Suéltalo! -le pidió (tu name) con fingida tranquilidad.
- La primera es que no pasaremos más de dos noches separados -informó él mientras observaba atentamente la expresión de ella.
- De acuerdo -aceptó (tu name). Si fuese por ella ni cinco minutos.
- Y la otra... -dudó unos segundos y continuó- Da igual si estamos enfadados o no, el lugar donde estemos o quien esté delante, tengo derecho a un beso por día.
¿Solo uno? Ella había pensado en ciento, miles... No le gustaba como pensaba ese hombre. Cada vez estaba más segura de que esa relación iba a ser una tortura parar ella.
- Quiero decir -intentó aclarar Joe al ver la cara de sorpresa de ella- que tengo una especie de carta bajo la manga. A parte de los besos que nos podamos dar voluntariamente y por mutuo deseo, yo puedo pedirte un beso aunque tú no quieras.
- ¿Un beso contra mi voluntad? -preguntó intentando comprenderlo.
- Estoy seguro de que no vamos a estar muy amistosos todos los días. Así me aseguro de tener al menos un beso como yo lo desee -explicó él deseando finalizar el trato.
- Ya veo- pudo decir (tu name). Ella estaba de acuerdo en eso.
- Entonces ¿hay trato? -preguntó ansioso.
- Sí hay trato -le confirmó (tu name) con media sonrisa.
Ninguno de los dos supo como sellar el pacto. El ambiente se puso tenso, sus miradas recorrían una y otra vez el cuerpo del otro, y ambos notaron como se les secaba la boca, el corazón les latía más rápido y una extraña molestia inundaba su estomago. Pero no había dolor en todo aquello, solo era nuevo y desconcertante. No había con otra persona con la que les pasase eso. Cada uno contemplaba la visión del protagonista de sus fantasías de las últimas desesperadas semanas. Al fin, nada se interpondría entre ellos. Podrían dar rienda suelta a su deseo
Nunca en su vida había conocido a un hombre tan despreciable, se dijo (tu name) furiosa. Admitía que lo amaba y que no podía estar sin él. Se había planteado convertirse en su amante todos los días desde que él lo insinuó. Pero escucharlo de sus propios labios con tanta frialdad hacía que cualquier esperanza de que pudiese ser algo más, desapareciese.
- Lo he pensado -admitió (tu name) con reservas.
Joe suspiró aliviado. Había contenido el aliento desde que confesase sus intenciones hacía ella, temeroso de que lo echase de allí de una patada. Por una parte estaba furioso por corroborar que ella pudiese aceptar tal degradación, la cual jamás se le habría planteado discutir con su buena amiga. Pero la parte de felicidad por tenerla de nuevo entre sus brazos fue mayor.
Pero no había dicho que sí, solo se lo había pensado. Tenía que decirle que sí. O sería capaz de secuestrarla y no dejarla salir nunca de su cama. En el estado en el que estaba sería capaz de cualquier cosa.
- ¿Y qué has decidido? -preguntó Joe serio. Se recordó que debía respirar mientras esperaba impaciente la respuesta.
No sabía qué responder. Hasta un segundo antes de verlo la respuesta era "no". Pero en el mismo instante en el que lo vio su decisión se tambaleó. Ya lo había perdido. Si no funcionaba no perdería nada. Salvo su integridad, orgullo, autoestima,... además, de estar segura de que le haría daño.
- Dependerá de los términos -respondió con la misma frialdad que él.
¿Eso era un sí? Joe se vio a si mismo dando saltos de alegría en su mente. Exteriormente puso cara de disgusto. No tenía claro a que se refería, pero había posibilidades de que no hiciese falta secuestrarla.
- ¿Quieres un contrato o algo así? -bromeó Joe.
- Algo así -afirmó (tu name) desconcertándolo.
¿Qué tenía en mente esa malévola mujer? No tenía la menor intención de ceder a su chantaje. Era una manipuladora y lo sabía. No había nada que ella pudiese hacer para convencerlo.
Habría seguido maquinando en contra de ella, pero se quedó embobado con la suave piel que la bata dejó entrever al cruzar las piernas ¡Era perversa! Pero era aún más bella.
(tu name) no se iba a dejar pisotear por ese cretino. Aceptaba ser tan estúpida como para convertirse en su amante porque lo amaba pero no se dejaría humillar. Ya lo estaba haciendo bastante bien como para empeorarlo. Su concepto de si misma había descendido a grados inferiores del lodo, y no dejaría que él la hundiese más.
- No me voy a meter en tu cama sabiendo que me odias -explicó (tu name) intentando aguantar la oleada de dolor y reprimendas que vagaba en su interior.
- Ya te dije que no te odio -repuso Joe con avidez.
- Solo me desprecias -dijo ella y él no pudo corregirla ¡Lo sabía! se grito a si misma conteniendo las lágrimas. Era lo que siempre había temido, ser una mala persona y que él la odiase por ello. Se había esforzado tanto en creer que él tenía razón cuando le decía que era especial y única. Pero ya nadie lo pensaba. Todos sabían que no era más que una chica sin gracia a la sombra de lo que fingía ser. Intentó recomponerse y continuó segura de poder llegar a un trato- Me da igual cuales sean tus sentimientos -espetó mientras él la fulminaba con la mirada- pero no voy a soportar que me insultes ni trates mal.
- Yo nunca he hecho tal cosa -musito Joe intentando recordar cómo la había tratado esas últimas semanas.
- Lo has hecho -afirmó ella con fingida tranquilidad- Si tú quieres mi cuerpo, yo quiero mi dignidad.
- Hablemos entonces de tus términos.
No podía creerse que se le estuviese vendiendo en un contrato hablado. Era lo que él quería, pero le sorprendía que aceptase. Era aún más frívola que su madre. Seguramente querría que le hiciese regalos, toda su atención y que la siguiese como el perrito faldero que siempre fue. Si ella aceptaba volver a su cama, él aceptaría todas sus condiciones. Pero no dejaría que ella lo viese tan dispuesto a ceder.
(tu name) nunca se había sentido más humillada en toda su vida. Se dijo que lo hacía para recuperarlo, que estando cerca de él podría reconquistarlo, al menos, como amigos. Pero nada la convencía de que lo que estaba haciendo era lo más deshonroso que había hecho en su vida. Y lo peor era que, para él, parecía que le estaba haciendo un favor invitándola a su cama. No sabía por qué la buscaba a ella y no a otra cualquiera. Seguramente pensaba que ella era la única ¡imbécil que aceptaría semejante trato. Pero lo haría solo si él aceptaba tratarla con respeto.
- Yo no soy Taylor-aclaró (tu name) irritada por los recuerdos- No vas a tener la puerta abierta a mi dormitorio siempre que tú quieras.
- La propuesta es precisamente esa -protestó furioso. La quería tener siempre que él quisiese. No quería tener que hacer méritos para poder poseerla. Ella quería tenerlo a sus pies y no lo iba a permitir.
- No. La propuesta es, y vamos a ser claros, que me convierta en tu amante -afirmó ella levantándose y caminando frente a él- Pero hasta una amante tiene sus principios.
- ¿Y cuales son los tuyos? -preguntó airado pensando que ella pudiese ser la amante de otros hombres ¿Habría tenido esa conversación con otros? ¿Con el dueño de ese departamento?
- Volverás a tratarme como antes -ordenó la rubia cruzándose de brazos tajantemente.
- No he dejado de hacerlo. Nadie ha notado nada diferente entre nosotros hasta que tú te has desaparecido -explicó Joe confuso.
- No solo frente a los demás. Me tratarás con dulzura y respeto, siempre -concluyó esperando la aceptación.
- ¿Tengo que ser un hipócrita que te pone buena cara aunque este enfadado? -preguntó crítico.
- No. Tienes que volver a tratarme como a un ser humano y no un desecho. Puedes enfadarte cuanto quieras siempre que discutas conmigo de una forma civilizada y no me insultes sin fundamentos -informó (tu name).
- Me parece justo -aceptó él algo más relajado- ¿Algo más?
- Nadie puede conocer nuestro trato -respondió (tu name) autoritaria.
Dudaba de que fuese para preservar su buen nombre, ya que ella misma se encargaba de echarlo por tierra siempre que tenía oportunidad. Seguramente no quería que sus otros amantes se enterasen. Y eso lo ponía más furioso. Si ella tenía sus exigencias él también las tenía.
(tu name) se alarmó al verlo levantarse furioso y plantarse frente a ella con el rostro sombrío.
- Como te he dicho, yo no soy Taylor-dijo antes de que él pudiese gritarle nada- No quiero exhibirte como un trofeo. Mi intimidad es solo asunto mío. No tiene por qué enterarse todo el mundo -explicó (tu name) viendo como se relajaba la expresión en el rostro de Joe.
- De acuerdo. Yo tengo otra condición -afirmó él serio.
- ¿Cual? -preguntó alarmada y sorprendida.
- No habrá ningún otro hombre -ordenó posesivamente Joe reprimiendo el deseo de abrazarla.
- Solo si no hay ninguna otra mujer -repuso ella más relajada. Sería una relación exclusiva. Podía respirar aliviada.
Si pudiese estar con otra mujer no estaría tan desesperado como para ir a rogarle que volviese a su cama. Ese era el problema que no podía estar con otra que no fuese ella. Pero no se lo diría.
- Si no hay otro remedio -dijo Joe con fingido pesar- ¿Tenemos un trato?
- No. Aún queda algo -aclaró ella- No solo será sexo. Volveré a estar con el grupo y haremos cosas juntos como antes.
- Vale. Yo también tengo otra condición. Dos en realidad -se corrigió sonriendo malévolamente.
- Adelante ¡Suéltalo! -le pidió (tu name) con fingida tranquilidad.
- La primera es que no pasaremos más de dos noches separados -informó él mientras observaba atentamente la expresión de ella.
- De acuerdo -aceptó (tu name). Si fuese por ella ni cinco minutos.
- Y la otra... -dudó unos segundos y continuó- Da igual si estamos enfadados o no, el lugar donde estemos o quien esté delante, tengo derecho a un beso por día.
¿Solo uno? Ella había pensado en ciento, miles... No le gustaba como pensaba ese hombre. Cada vez estaba más segura de que esa relación iba a ser una tortura parar ella.
- Quiero decir -intentó aclarar Joe al ver la cara de sorpresa de ella- que tengo una especie de carta bajo la manga. A parte de los besos que nos podamos dar voluntariamente y por mutuo deseo, yo puedo pedirte un beso aunque tú no quieras.
- ¿Un beso contra mi voluntad? -preguntó intentando comprenderlo.
- Estoy seguro de que no vamos a estar muy amistosos todos los días. Así me aseguro de tener al menos un beso como yo lo desee -explicó él deseando finalizar el trato.
- Ya veo- pudo decir (tu name). Ella estaba de acuerdo en eso.
- Entonces ¿hay trato? -preguntó ansioso.
- Sí hay trato -le confirmó (tu name) con media sonrisa.
Ninguno de los dos supo como sellar el pacto. El ambiente se puso tenso, sus miradas recorrían una y otra vez el cuerpo del otro, y ambos notaron como se les secaba la boca, el corazón les latía más rápido y una extraña molestia inundaba su estomago. Pero no había dolor en todo aquello, solo era nuevo y desconcertante. No había con otra persona con la que les pasase eso. Cada uno contemplaba la visión del protagonista de sus fantasías de las últimas desesperadas semanas. Al fin, nada se interpondría entre ellos. Podrían dar rienda suelta a su deseo
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 40
Con un movimiento casi imperceptible, comenzaron a acercarse buscando el contacto con el otro. Las ganas de besar y acariciar al objeto de deseo, era superior a cualquier lógica. No importaban los reproches que cada uno tuviese sobre el otro. Si eran justificados o no. La naturaleza del desprecio de cada quien por el otro. Lo único importante era la urgencia de sus cuerpos por unirse. Ambos parecían aceptarlo e intentar calmar el fuego entre ellos.
El contacto era inminente. Sus labios casi se rozaban cuando un pequeño quejido los saco de su ensimismamiento. Se miraron algo aturdidos y volvieron a escuchar el mismo ruido. Esta vez lo distinguieron como un ladrido. (tu name) se agachó y cogió en brazos a su pequeña perrita, dándole gracias en silencio por su interrupción. No debía dejarse llevar. Tenía que controlar aquello o sería su perdición. Él no perdía nada con ese acuerdo, pero ella podía perderlo todo. Lo amaba y sabía lo mucho que podría sufrir si dejaba que él la utilizase como estaba claro que pensaba hacer.
Se recordó que el objetivo del trato era hacer que se rehiciese un lazo de cariño entre ambos. La cercanía y el tiempo juntos a la fuerza tendría que hacerlo. Le recordaría a Joe lo bien que estaban juntos, y haría que él desease volver a ser su amigo. Tenía claro que eso era lo que quería lograr.
Sabía que al principio tendría que luchar contra la lujuria, de ambos. Pero tenía clara su meta. Lo hacía todo para recuperar a su amigo.
Joe quiso jugar a fútbol con esa pequeña bola de pelo cuando los interrumpió. Estaba tan cerca de tenerla de nuevo... Pero era posible que aún fuese pronto, se dijo entre suspiros de frustración. Pero temía que si esperaba ella cambiase de opinión. No podía aplazarlo mucho. Esa no sería la noche, el ambiente era demasiado tosco y ella se veía cansada de verdad. Decidió que lo retrasaría hasta el día siguiente. Pero no podía aparecerse y reclamar su parte del trato, tenía que ser algo más sutil.
Recordó que al día siguiente los chicos habían quedado en casa de Kevin para hacer una barbacoa. Él no había aceptado ir porque se aburría en presencia de ellos. Sin (tu name) o Lincoln la compañía del resto era insoportablemente aburrida. Cumpliría su parte del trato y haría aparición pública con ella, para volver a hacer cosas juntos.
Maldijo a la mascota al ver que se llevaba su ansiado beso. Se quedo embelesado al verla sonreír y cuidar tan dulcemente al pequeño animal. Cuando lo soltó de nuevo para que este corretease por toda la sala, reaccionó.
- Mañana -consiguió decir Joe saliendo sus fantasías- he quedado con los chicos en casa de mi primo. Puedes venir y así acallas los rumores.
- ¿Cuales son los rumores? -preguntó curiosa.
- Unos dicen que te me declaraste y yo te rechacé -contuvo un gruñido al verla reírse.
- Veamos si adivino ¿Esa gran deducción fue de la mundialmente conocida por su intelecto, Taylor? -se burló (tu name) riendo.
- Y la mayoría de las chicas. Los chicos creen que... -no continuó y la devoró con la mirada.
- ¿Qué? -quiso saber (tu name) impaciente. Sabía que lo chicos la consideraban como una especia de estrella televisiva desde que dejó de ocultarse. Tenía curiosidad por saber que habrían pensado.
- Que te buscaste amigos o un novio más cool y te hartaste de mí -confesó furioso por la idea.
- Siempre los he tenido y nunca le he dado la espalda a nadie -afirmó ella seria.
- ¿Vendrás entonces? -le pidió Joe sorprendido por la ansiedad que le provocaba el que pudiese negarse.
- Claro. Dime hora y allí estaré -anunció muy sonriente, despejando todos sus temores.
- Vendré a recogerte sobre las diez. Abrígate la casa de Kevin no es como la mansión de Lincoln. Es probable que la carne se nos congele en vez de hacerse -bromeó irritado al recodarla en la fiesta de su amigo. No conseguía quitarse la imagen de su perfecto cuerpo envuelto en esa prendo minúscula, y a todos los hombres babeando por ella.
- ¿Lincoln no irá? -vio como Joe se encogió de hombros- Lo llamaré para que venga. Avisa de que cuenten con dos más. Es incapaz de separarse de Miley más de cinco minutos.
- Sí -aprobó Joe con una mueca- Creo que ya lo atraparon.
- Pobre de mi Mai. Es ella la que está secuestrada -bromeó risueña, provocando un sentimiento de ternura en Joe- No puede ni venirse de compras conmigo sin que él la llame cada dos segundos para ver que está bien, preguntarle si le echa de menos o para recordarle lo mucho que la ama ¡Dios! ¡Es agobiante! Por suerte ella tiene más paciencia que yo. No mucha, pero más que yo.
- Por suerte para ti no tienes que aguantar a ningún hombre pendiente de tu bienestar -replicó irritado
¿Si no quería sus atenciones para que había aceptado el trato? Se supone que lo que deseaba de él era que la consintiese, y ahora decía que no soportaba que estuviesen pendientes de ella. Sabía que la antigua (tu name) no soportaba a las parejas empalagosas. Pero esa no era ella, se dijo furioso.
Su amiga nunca había existido. Seguramente estaría haciendo de nuevo un papel y lo que quería era que él la buscase y diese cuanto quisiese sin parecer que lo pedía ella. Si quería que fingiese que sus atenciones le salían de puro deseo de complacerla, lo haría. A cambio se encargaría de que ella lo complaciese a él después.
(tu name) se recriminó por haber hablado de ese tema. Era verdad que no soportaba que los hombres o mujeres agobiasen tanto a sus parejas. Pero si deseaba volver a tener cerca suya a su amigo no era la manera diciéndole que no soportaba que estuviesen pendientes de ella. Sabía que en el estado en el que estaba su relación lo último que obtendría de él es exceso de atenciones. Era mejor que aceptase la cita y cambiase rápido de conversación.
El ambiente era muy tenso y Joe vio como se le escapa un lánguido bostezo a ella. Así que se acercó a la puerta lentamente haciendo clara su intención de irse. (tu name) la aceptó y sonrió como despedida. Esperó a que él dijese algo para dar por concluida la visita.
- Nos vemos mañana. Vendré por ti, no te retrases -le sugirió Joe con una tímida sonrisa. No quería irse. Sabía que tenía que hacerlo pero no lo deseaba.
- Yo nunca me retraso. Estaré más que lista cuando llegues -le informo ella desbastándolo con una sonrisa- Además, tengo que levantarme temprano, tengo algunas cosas que hacer.
- Bien. Entonces... -la partida era inminente y a Joe no le quedó de otra que despedirse- Adiós. Hasta mañana.
-Adiós -repitió (tu name) a la puerta vacía, triste y sorprendida por lo rápido que se había marchado.
Caminó aprisa por los pasillos deseando golpear algo. Había conseguido lo que quería ¿no? Ella había aceptado meterse en su cama de nuevo. No tenía que impacientarse. La tendría al día siguiente. Podía aguantar un día.
No, no podía aguantar, afirmó mientras corría de nuevo al departamento de (tu name). Llamó desesperadamente como si hiciese años que no la veía. Cada segundo que tardaba en abrir le parecían horas ¿Cómo podía tardar tanto en abrir esa maldita puerta? Apoyado en el marco y frotándose impaciente la nuca, esperó que abriese.
A (tu name) le sorprendió escuchar de nuevo que llamasen a su puerta. No podía ser él ¿Se habría dejado algo? No recordaba que trajese nada. Miró a su alrededor pero no vio nada. A toda prisa abrió la puerta y se lo encontró frente a ella. No parecía el déspota que la miraba por encima del hombro ni tampoco el extraño que tanto la desconcertaba por sus conductas impredecibles. Se veía ansioso, inseguro y algo vulnerable. Era el Joe que ella conocía. Y no pudo más que sonreír.
Joe intento tragar el nudo que se formó en su garganta cuando la volvió a ver tan despampanante como para no cansarse de mirarla nunca. Se recordó que tenía que decir algo y respiró hondo.
- Según el trato tengo derecho a un beso por día -le recordó Joe con una sonrisa devastadora.
- ¡Oh! -susurró ella parpadeando algo confundida. Notaba como el corazón se le aceleraba. Y el que él quisiese besarla, no ayudaba en nada a que sus emociones se relajasen.
Joe observó maravillado la perfección de su rostro. Su sonrosada boca entreabierta y sus enormes ojos abiertos como platos por la sorpresa. Era la imagen más tierna que nunca había tenido de ella ¿Cómo podía ser tan sexy y tierna a la vez?
(tu name) exigió a las mariposas de su estómago que se estuviesen quietas e intentó enlazar varias palabras en una frase coherente.
- Yo... ¡ahm! Pues... -no consiguió su objetivo de decir algo comprensible.
Joe sonrió con seductora malicia y la rodeó por la cintura mientras que su otra mano se hundía en su cabello, cubriéndole la nuca. Se acercó a su rostro sin dejar de mirarle los labios, con la misma sonrisa, seguro de su poder devastador. Rozó con su nariz la mejilla de ella, preparándola para el contacto, creando una intimidad excitante y sensual. Se retraso unos segundos en dar el beso, para después devorarla con hambrienta pasión.
Ella tenía claro que era incapaz de pensar y con cada suave toque de su lengua lo tenía aún más claro. Disfrutó ese bendito beso hasta su odiado final. Por unos segundos fue incapaz de abrir los ojos y volver a la realidad. Nadie en su vida la había besado así. Nada podía compararse a lo que sentía cuando él la tocaba. Cualquier encuentro de cualquier tipo que pudiese haber tenido antes, se convertía en un chiste comparado con el cosquilleo que dejaba cada huella sobre su piel, la facilidad con la que le hacía estremecerse, el paraíso que encontraba en su contacto y el arrebatador deseo por repetir cada sensación obtenida de cada caricia.
Verla allí frente a él, con los labios hinchados del beso, las mejillas sonrosadas y sus preciosos ojos cerrados como si aún saborease el beso, era demasiado para su autocontrol. Se exigió salir rápido de allí, porque sabía que sino no lo haría nunca. Le dio un fugaz beso en los labios como despedida y con un simple "adiós" se marchó de nuevo.
Ese beso impidió que (tu name) volviese a recuperar la cordura cuando estaba apunto de conseguirlo. Respiró hondo y se tranquilizó para solo poder encontrarse con un pasillo vacío, cuando al fin abrió los ojos. Cerró la puerta y se apoyó en ella. El amor le hacía patéticamente vulnerable. Pero que rico se sentía.
Con un movimiento casi imperceptible, comenzaron a acercarse buscando el contacto con el otro. Las ganas de besar y acariciar al objeto de deseo, era superior a cualquier lógica. No importaban los reproches que cada uno tuviese sobre el otro. Si eran justificados o no. La naturaleza del desprecio de cada quien por el otro. Lo único importante era la urgencia de sus cuerpos por unirse. Ambos parecían aceptarlo e intentar calmar el fuego entre ellos.
El contacto era inminente. Sus labios casi se rozaban cuando un pequeño quejido los saco de su ensimismamiento. Se miraron algo aturdidos y volvieron a escuchar el mismo ruido. Esta vez lo distinguieron como un ladrido. (tu name) se agachó y cogió en brazos a su pequeña perrita, dándole gracias en silencio por su interrupción. No debía dejarse llevar. Tenía que controlar aquello o sería su perdición. Él no perdía nada con ese acuerdo, pero ella podía perderlo todo. Lo amaba y sabía lo mucho que podría sufrir si dejaba que él la utilizase como estaba claro que pensaba hacer.
Se recordó que el objetivo del trato era hacer que se rehiciese un lazo de cariño entre ambos. La cercanía y el tiempo juntos a la fuerza tendría que hacerlo. Le recordaría a Joe lo bien que estaban juntos, y haría que él desease volver a ser su amigo. Tenía claro que eso era lo que quería lograr.
Sabía que al principio tendría que luchar contra la lujuria, de ambos. Pero tenía clara su meta. Lo hacía todo para recuperar a su amigo.
Joe quiso jugar a fútbol con esa pequeña bola de pelo cuando los interrumpió. Estaba tan cerca de tenerla de nuevo... Pero era posible que aún fuese pronto, se dijo entre suspiros de frustración. Pero temía que si esperaba ella cambiase de opinión. No podía aplazarlo mucho. Esa no sería la noche, el ambiente era demasiado tosco y ella se veía cansada de verdad. Decidió que lo retrasaría hasta el día siguiente. Pero no podía aparecerse y reclamar su parte del trato, tenía que ser algo más sutil.
Recordó que al día siguiente los chicos habían quedado en casa de Kevin para hacer una barbacoa. Él no había aceptado ir porque se aburría en presencia de ellos. Sin (tu name) o Lincoln la compañía del resto era insoportablemente aburrida. Cumpliría su parte del trato y haría aparición pública con ella, para volver a hacer cosas juntos.
Maldijo a la mascota al ver que se llevaba su ansiado beso. Se quedo embelesado al verla sonreír y cuidar tan dulcemente al pequeño animal. Cuando lo soltó de nuevo para que este corretease por toda la sala, reaccionó.
- Mañana -consiguió decir Joe saliendo sus fantasías- he quedado con los chicos en casa de mi primo. Puedes venir y así acallas los rumores.
- ¿Cuales son los rumores? -preguntó curiosa.
- Unos dicen que te me declaraste y yo te rechacé -contuvo un gruñido al verla reírse.
- Veamos si adivino ¿Esa gran deducción fue de la mundialmente conocida por su intelecto, Taylor? -se burló (tu name) riendo.
- Y la mayoría de las chicas. Los chicos creen que... -no continuó y la devoró con la mirada.
- ¿Qué? -quiso saber (tu name) impaciente. Sabía que lo chicos la consideraban como una especia de estrella televisiva desde que dejó de ocultarse. Tenía curiosidad por saber que habrían pensado.
- Que te buscaste amigos o un novio más cool y te hartaste de mí -confesó furioso por la idea.
- Siempre los he tenido y nunca le he dado la espalda a nadie -afirmó ella seria.
- ¿Vendrás entonces? -le pidió Joe sorprendido por la ansiedad que le provocaba el que pudiese negarse.
- Claro. Dime hora y allí estaré -anunció muy sonriente, despejando todos sus temores.
- Vendré a recogerte sobre las diez. Abrígate la casa de Kevin no es como la mansión de Lincoln. Es probable que la carne se nos congele en vez de hacerse -bromeó irritado al recodarla en la fiesta de su amigo. No conseguía quitarse la imagen de su perfecto cuerpo envuelto en esa prendo minúscula, y a todos los hombres babeando por ella.
- ¿Lincoln no irá? -vio como Joe se encogió de hombros- Lo llamaré para que venga. Avisa de que cuenten con dos más. Es incapaz de separarse de Miley más de cinco minutos.
- Sí -aprobó Joe con una mueca- Creo que ya lo atraparon.
- Pobre de mi Mai. Es ella la que está secuestrada -bromeó risueña, provocando un sentimiento de ternura en Joe- No puede ni venirse de compras conmigo sin que él la llame cada dos segundos para ver que está bien, preguntarle si le echa de menos o para recordarle lo mucho que la ama ¡Dios! ¡Es agobiante! Por suerte ella tiene más paciencia que yo. No mucha, pero más que yo.
- Por suerte para ti no tienes que aguantar a ningún hombre pendiente de tu bienestar -replicó irritado
¿Si no quería sus atenciones para que había aceptado el trato? Se supone que lo que deseaba de él era que la consintiese, y ahora decía que no soportaba que estuviesen pendientes de ella. Sabía que la antigua (tu name) no soportaba a las parejas empalagosas. Pero esa no era ella, se dijo furioso.
Su amiga nunca había existido. Seguramente estaría haciendo de nuevo un papel y lo que quería era que él la buscase y diese cuanto quisiese sin parecer que lo pedía ella. Si quería que fingiese que sus atenciones le salían de puro deseo de complacerla, lo haría. A cambio se encargaría de que ella lo complaciese a él después.
(tu name) se recriminó por haber hablado de ese tema. Era verdad que no soportaba que los hombres o mujeres agobiasen tanto a sus parejas. Pero si deseaba volver a tener cerca suya a su amigo no era la manera diciéndole que no soportaba que estuviesen pendientes de ella. Sabía que en el estado en el que estaba su relación lo último que obtendría de él es exceso de atenciones. Era mejor que aceptase la cita y cambiase rápido de conversación.
El ambiente era muy tenso y Joe vio como se le escapa un lánguido bostezo a ella. Así que se acercó a la puerta lentamente haciendo clara su intención de irse. (tu name) la aceptó y sonrió como despedida. Esperó a que él dijese algo para dar por concluida la visita.
- Nos vemos mañana. Vendré por ti, no te retrases -le sugirió Joe con una tímida sonrisa. No quería irse. Sabía que tenía que hacerlo pero no lo deseaba.
- Yo nunca me retraso. Estaré más que lista cuando llegues -le informo ella desbastándolo con una sonrisa- Además, tengo que levantarme temprano, tengo algunas cosas que hacer.
- Bien. Entonces... -la partida era inminente y a Joe no le quedó de otra que despedirse- Adiós. Hasta mañana.
-Adiós -repitió (tu name) a la puerta vacía, triste y sorprendida por lo rápido que se había marchado.
Caminó aprisa por los pasillos deseando golpear algo. Había conseguido lo que quería ¿no? Ella había aceptado meterse en su cama de nuevo. No tenía que impacientarse. La tendría al día siguiente. Podía aguantar un día.
No, no podía aguantar, afirmó mientras corría de nuevo al departamento de (tu name). Llamó desesperadamente como si hiciese años que no la veía. Cada segundo que tardaba en abrir le parecían horas ¿Cómo podía tardar tanto en abrir esa maldita puerta? Apoyado en el marco y frotándose impaciente la nuca, esperó que abriese.
A (tu name) le sorprendió escuchar de nuevo que llamasen a su puerta. No podía ser él ¿Se habría dejado algo? No recordaba que trajese nada. Miró a su alrededor pero no vio nada. A toda prisa abrió la puerta y se lo encontró frente a ella. No parecía el déspota que la miraba por encima del hombro ni tampoco el extraño que tanto la desconcertaba por sus conductas impredecibles. Se veía ansioso, inseguro y algo vulnerable. Era el Joe que ella conocía. Y no pudo más que sonreír.
Joe intento tragar el nudo que se formó en su garganta cuando la volvió a ver tan despampanante como para no cansarse de mirarla nunca. Se recordó que tenía que decir algo y respiró hondo.
- Según el trato tengo derecho a un beso por día -le recordó Joe con una sonrisa devastadora.
- ¡Oh! -susurró ella parpadeando algo confundida. Notaba como el corazón se le aceleraba. Y el que él quisiese besarla, no ayudaba en nada a que sus emociones se relajasen.
Joe observó maravillado la perfección de su rostro. Su sonrosada boca entreabierta y sus enormes ojos abiertos como platos por la sorpresa. Era la imagen más tierna que nunca había tenido de ella ¿Cómo podía ser tan sexy y tierna a la vez?
(tu name) exigió a las mariposas de su estómago que se estuviesen quietas e intentó enlazar varias palabras en una frase coherente.
- Yo... ¡ahm! Pues... -no consiguió su objetivo de decir algo comprensible.
Joe sonrió con seductora malicia y la rodeó por la cintura mientras que su otra mano se hundía en su cabello, cubriéndole la nuca. Se acercó a su rostro sin dejar de mirarle los labios, con la misma sonrisa, seguro de su poder devastador. Rozó con su nariz la mejilla de ella, preparándola para el contacto, creando una intimidad excitante y sensual. Se retraso unos segundos en dar el beso, para después devorarla con hambrienta pasión.
Ella tenía claro que era incapaz de pensar y con cada suave toque de su lengua lo tenía aún más claro. Disfrutó ese bendito beso hasta su odiado final. Por unos segundos fue incapaz de abrir los ojos y volver a la realidad. Nadie en su vida la había besado así. Nada podía compararse a lo que sentía cuando él la tocaba. Cualquier encuentro de cualquier tipo que pudiese haber tenido antes, se convertía en un chiste comparado con el cosquilleo que dejaba cada huella sobre su piel, la facilidad con la que le hacía estremecerse, el paraíso que encontraba en su contacto y el arrebatador deseo por repetir cada sensación obtenida de cada caricia.
Verla allí frente a él, con los labios hinchados del beso, las mejillas sonrosadas y sus preciosos ojos cerrados como si aún saborease el beso, era demasiado para su autocontrol. Se exigió salir rápido de allí, porque sabía que sino no lo haría nunca. Le dio un fugaz beso en los labios como despedida y con un simple "adiós" se marchó de nuevo.
Ese beso impidió que (tu name) volviese a recuperar la cordura cuando estaba apunto de conseguirlo. Respiró hondo y se tranquilizó para solo poder encontrarse con un pasillo vacío, cuando al fin abrió los ojos. Cerró la puerta y se apoyó en ella. El amor le hacía patéticamente vulnerable. Pero que rico se sentía.
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capitulo 41
A la hora prevista Joe fue a recogerla. Había pasado la noche calculando cuanto de cerca era recomendable que estuviese de ella. La noche anterior se había sobrepasado y ni siquiera habían llegado a la cama. Era algo físico, se recordó Joe haciendo un esfuerzo por creérselo. No debía tratarla como a una novia o una amiga especial. No lo era. Solo tenían en común el sexo. Y si tenía que actuar frente a todos, era para conseguirlo. No lo hacía porque echase de menos a su amiga. Para él sería un sacrificio para conseguir su objetivo. Pero un cuerpo como ese, bien merecía la pena. Solo tendría que soportar un almuerzo aburrido con los chicos y después podría estar toda la noche con ella.
Al llegar ella ya estaba lista y como le había pedido, iba muy abrigada. Llevaba unos vaqueros ajustados que Joe pensó que moriría de placer cuando se los quitase, unas botas altas blancas a juego con el abrigo de piel, un gorro que solo dejaba al descubierto su cara y dos hileras de tirabuzones, y una blusa entallada apenas perceptible por la gran bufanda que la tapaba casi por completo. Daba igual qué o cuanta ropa llevase siempre se veía bellísima. Pero que ¡imbécil había sido de no darse cuenta antes. Siempre se lo reprocharía. Al igual que el dejarse engañar por una mujer. Se había jurado que no lo haría.
Cuando volvió a vivir con su padre prometió no dejarse enredar por ninguna mujer como su madre. Había conseguido librarse de ella y no necesitaba a otra parecida. Pero (tu name) era igual, bella y superficial. Lo manipulaba para que pensase que lo quería cuando lo único que deseaba era un payaso a su lado que saltase cada vez que ella se lo pidiese. Pero él no lo haría.
(tu name) intentó asimilar que tenía algo parecido a una cita con Joe. No lo consiguió. Si había sido duro tenerlo lejos, en ese momento era aún más incómodo y desconcertante ir frente a todos como si fuesen los amigos de siempre cuando ambos sabían que no era así. Tenía claro que él solo la llevaba para cumplir su parte del trato y así obtener sus favores. Pero aprovecharía el día, le recordaría lo que era pasar tiempo juntos, como amigos.
Fueron los primeros en llegar. Poco después, llegaron los chicos. A continuación Lincoln y Miley. Y por último las chicas con mil excusas por su tardanza. Los hombres se reunieron alrededor de la parrilla y las animadoras cotorreaban a la par que servían algunas bebidas. (tu name) se alejó de ambos grupos una vez explicado que su desaparición se debía a un nuevo trabajo y mudanza, y se sentó junto a su pareja de amigos.
Joe los observaba desde la distancia. Ella se veía preciosa cuando se reía, pensó extasiado, ignorando lo que su primo le estaba contando. Era evidente que las chicas habían hecho complot en contra del pobre Lincoln y se estaban riendo a su costa. Le gustaría poder estar allí. Pero no debía hacerlo. Se había prometido mantener las distancias con ella. No caería en su telaraña. Solo hablaría con ella lo justo y necesario. Solo cuando ella se lo pidiese. Había decidido que acabasen los conflictos, así que haría todo lo posible para no enfadarla de nuevo. Pero no se dejaría engañar. Ella era una víbora y él lo sabía.
Inmerso en la visión más bella que sus ojos nunca antes habían tenido el placer de admirar con tanta devoción, no se percató de que Taylor se le había acercado. Le acarició suavemente el brazo haciéndolo bajar de nuevo a la realidad. Le entregó una cerveza y este se lo agradeció. Y continuó mirando a su preciosa y secreta amante. Como deseaba el momento en el que se hiciese un hecho. Pero tendría que esperar unas horas aún.
Taylor se dio cuenta del ensimismamiento de Joe y la dirección en la que miraba. Ya todo el mundo llevaba tiempo hablando de que se miraban de una forma diferente, aunque nadie le dio mayor importancia. Pero ella sabía que sí la tenía. Sabía que Joe era un don Juan y el afecto que le tenía a (tu name). Si unía ambas cosas el resultado no le gustaba.
- Que bien que haya vuelto (tu name) -dijo Taylor intentando, sin éxito, parecer sincera. Joe desvió la mirada para ver a la morocha (Tay es morocha chicas xD) a los ojos y soltar una sincera carcajada.
- Estoy seguro de que si te hubieses enterado antes de que venía le habrías hecho una fiesta de bienvenida -repuso Joe en tono sarcástico.
- No somos amigas pero creo que tampoco enemigas. No le deseo ningún mal -protestó la chica verdaderamente ofendida.
- Me alegro de que no la consideres tu enemiga porque acabarías perdiendo la guerra contra ella -comentó él con un tono casi imperceptible de desprecio y orgullo a la vez por la bella rubia (tu).
- Ni ella es tan inteligente ni yo tan tonta ¿sabes? –replicó Taylor irritada.
- No lo decía por eso. Ella tiene bastante más maldad que tú -le explicó fulminando en la distancia a (tu name)- Si ella quisiese hacerte daño, tiene más armas que tú para hacerlo.
- Pareces enfadado ¿Se han peleado? -preguntó la morocha esperanzada.
- ¡No! Solo decía -concluyó Joe recapacitando en el error que había cometido casi descubriéndose frente a Taylor.
La conversación con Taylor continuó tan aburrida como era de esperar, pero el interés por seguir escuchándola fue mínimo cuando vio a su primo sentarse junto a (tu name). Observó complacido la cara de desprecio que le puso ésta, y como sus amigos se reían tras la marcha apresurada de su primo. Imaginó que ella lo había espantado ¿Se suponía que él debía hacer lo mismo con Taylor? No estaba haciendo nada malo. Además, ellos no eran pareja. Mantendría su acuerdo de exclusividad, ya que no tenía ningún interés por ninguna otra mujer. Pero no se debían explicaciones.
Sus propias palabras se volvieron en su contra al verla acercarse a la mesa donde estaban las bebidas. Todos los chicos la rodearon y comenzaron a charlar animadamente. Ella los sonreía y contestaba a todos los comentarios. Quiso matarlos a todos y encerrarla a ella en un lugar donde nadie la pudiese ver nunca. Caminó a toda prisa hacía ellos y se unió al grupo haciéndose un hueco al lado de (tu name) de un empujón.
- Hola -saludó Joe marcando territorio, colocándole el brazo por encima de los hombros a (tu name). Todos captaron la indirecta y se fueron- ¿Qué haces? -le preguntó irritado.
- He venido por algo de beber. Esperaba a que una cerveza viniese mágicamente hasta mí, pero viendo que no pasaba, me he tenido que levantar -bromeó (tu name) risueña.
Joe ignoró tanto el chiste como a ella y caminó, dándole la espalda, hacía Lincoln y Miley. Ella lo siguió, no porque desease hacerlo sino porque se dirigían al mismo sitio.
Él decidió que su idea de mantenerse lejos no era conveniente cuando había tantos buitres cerca. Así que se quedaría con ella. Aunque no le gustase la idea de compartir tanto tiempo con ella.
(tu name) supo desde el mismo momento en el que vio a todos los chicos cerca de la mesa donde estaban las bebidas, que era el momento perfecto de ir por algo para tomar. Si Joe pensaba que se iba a librar de ella tan fácilmente, estaba equivocado. Sabía que era un posesivo y un celoso. Siempre lo había sido, incluso, de pequeños cuando su papá lo fastidiaba diciendo que ella quería más a su padre que a él. Joe se había puesto a llorar desconsoladamente hasta que (tu name) le había dicho que no era cierto, que él era la persona a la que más quería en el mundo. Ese era su punto débil y lo pensaba explotar.
No entendía como había podido olvidar todo lo que habían vivido juntos. Eran demasiados recuerdos para desechar por un error. Ni ella, que se consideraba la peor persona sobre la tierra, creía que se mereciese el trato que le estaba dando. La trataba como a una desconocida con la que compartió una noche loca y quería repetir la experiencia sin ataduras. Pero si él pensaba que era una manipuladora, podía estar seguro de que lo sería. Convertiría su gran plan de sexo sin compromiso en su perdición. Volvería a tratarla como se merecía o se alejaría de el para siempre, pero no lo dejaría aprovecharse de ella. Nunca.
A Joe le costaba mucho esfuerzo mantenerse al margen de las bromas y fingir desinterés. No quería que ella supiese que estaba disfrutando de la conversación. Así que se mantendría como un espectador, mientras las pequeñas arpías se divertían a costa de las anécdotas de Lincoln.
- ¡Oh, vamos, Mai! No te rías del pobre Linc -ordenó risueña (tu name)- Ya ha dicho que estaba borracho. Y nosotras hemos hecho cosas peores en ese estado.
- Nunca me he desnudado en una clase a primera hora de la mañana -replicó Miley recordando la historia contada por su novio.
- ¡Ya! Porque nuestras borracheras solían acabar a eso de las diez -le recordó la rubia con una sonrisa maliciosa.
- Que peligrosas tenían que haber sido ustedes juntas -afirmó Lincoln examinando la sonrisa pícara de ambas.
- Es una pena que ya no podamos. Cuando éramos bailarinas, después del show nos íbamos de fiesta. Pero ahora yo tengo que quedarme a recoger la barra y (tu name) es la última en irse -explicó la chica añorando los viejos tiempos.
- Hablas demasiado en pasado. Y tengo toda la intención de no dejar de divertirme simplemente porque a ustedes se les haya dado por ser formalitos -protestó (tu name) con el ceño fruncido haciéndole un mohín a su amiga.
- Claro que puedes contar conmigo. Siempre que no acabemos como en la fiesta del Vodka -replicó Miley, estallando ambas en carcajadas.
- ¡Quiero saber qué pasó! -rogó Lincoln con una gran sonrisa.
- Nada. Solo que tu novia quería irse a vivir a una maquina de tabaco -comentó (tu name) sin poder parar de reír.
- No lo entendí, pero estoy ansioso por escuchar la historia -afirmó el rubio divertido.
- Pues aquí mi amiga, que con la borrachera se me perdió, y cuando me la encontré estaba frente a una maquina de tabaco dándole desesperadamente a los botones y pidiendo que le abriesen que quería subir a acostarse -contó (tu name) llorando de la risa. Joe no supo cómo consiguió no soltar una carcajada. Pero la aguantó.
- ¡Aich! ¡Cállate! -le tiró unas patatas a la cabeza mientras también se reía con el recuerdo- Yo solo confundí los botones con los de un portero automático, no me dio como a otras -recalcó la palabra pronunciando cada sílaba para que supiese que se refería a ella- por montarme en un árbol y quedarme dormida allí.
- ¿Qué? -preguntó Lincoln sorprendido.
- Como lo oyes. Se subió a un árbol y se quedó dormida. No sé como no se cayó y se mató -protestó Miley, con una mirada de reproche.
- De pequeña la hacía mucho. Cada vez que no la encontrábamos por ninguna parte, estaba sobre algún árbol cercano -explicó Joe en un tono tierno por los recuerdos.
- Pero ¿a qué no llevaba minifalda y tacón de aguja? -le aseguró Miley.
- ¡No! -se dio por vencido en la batalla y soltó una carcajada. Imaginársela con ese atuendo subiéndose en un árbol, era una locura que solo ella podía hacer.
- Tú lo que tienes es envidia porque ni con ropa deportiva eres capaz de subir -se burló (tu name) de Miley sacándole la lengua.
Joe se estaba divirtiendo, no lo quería admitir pero así era. Y (tu name) era la misma chica loca y divertida que él conocía. Se negaba a ceder tan rápido pero no quiso estropear la charla. Y aunque de vez en cuando conseguía volver a ponerse serio, su amiga contaba algo que lo hacía recaer. La echaba tanto de menos. Su risa. Sus locuras. Su compañía ¡A ella!
A la hora prevista Joe fue a recogerla. Había pasado la noche calculando cuanto de cerca era recomendable que estuviese de ella. La noche anterior se había sobrepasado y ni siquiera habían llegado a la cama. Era algo físico, se recordó Joe haciendo un esfuerzo por creérselo. No debía tratarla como a una novia o una amiga especial. No lo era. Solo tenían en común el sexo. Y si tenía que actuar frente a todos, era para conseguirlo. No lo hacía porque echase de menos a su amiga. Para él sería un sacrificio para conseguir su objetivo. Pero un cuerpo como ese, bien merecía la pena. Solo tendría que soportar un almuerzo aburrido con los chicos y después podría estar toda la noche con ella.
Al llegar ella ya estaba lista y como le había pedido, iba muy abrigada. Llevaba unos vaqueros ajustados que Joe pensó que moriría de placer cuando se los quitase, unas botas altas blancas a juego con el abrigo de piel, un gorro que solo dejaba al descubierto su cara y dos hileras de tirabuzones, y una blusa entallada apenas perceptible por la gran bufanda que la tapaba casi por completo. Daba igual qué o cuanta ropa llevase siempre se veía bellísima. Pero que ¡imbécil había sido de no darse cuenta antes. Siempre se lo reprocharía. Al igual que el dejarse engañar por una mujer. Se había jurado que no lo haría.
Cuando volvió a vivir con su padre prometió no dejarse enredar por ninguna mujer como su madre. Había conseguido librarse de ella y no necesitaba a otra parecida. Pero (tu name) era igual, bella y superficial. Lo manipulaba para que pensase que lo quería cuando lo único que deseaba era un payaso a su lado que saltase cada vez que ella se lo pidiese. Pero él no lo haría.
(tu name) intentó asimilar que tenía algo parecido a una cita con Joe. No lo consiguió. Si había sido duro tenerlo lejos, en ese momento era aún más incómodo y desconcertante ir frente a todos como si fuesen los amigos de siempre cuando ambos sabían que no era así. Tenía claro que él solo la llevaba para cumplir su parte del trato y así obtener sus favores. Pero aprovecharía el día, le recordaría lo que era pasar tiempo juntos, como amigos.
Fueron los primeros en llegar. Poco después, llegaron los chicos. A continuación Lincoln y Miley. Y por último las chicas con mil excusas por su tardanza. Los hombres se reunieron alrededor de la parrilla y las animadoras cotorreaban a la par que servían algunas bebidas. (tu name) se alejó de ambos grupos una vez explicado que su desaparición se debía a un nuevo trabajo y mudanza, y se sentó junto a su pareja de amigos.
Joe los observaba desde la distancia. Ella se veía preciosa cuando se reía, pensó extasiado, ignorando lo que su primo le estaba contando. Era evidente que las chicas habían hecho complot en contra del pobre Lincoln y se estaban riendo a su costa. Le gustaría poder estar allí. Pero no debía hacerlo. Se había prometido mantener las distancias con ella. No caería en su telaraña. Solo hablaría con ella lo justo y necesario. Solo cuando ella se lo pidiese. Había decidido que acabasen los conflictos, así que haría todo lo posible para no enfadarla de nuevo. Pero no se dejaría engañar. Ella era una víbora y él lo sabía.
Inmerso en la visión más bella que sus ojos nunca antes habían tenido el placer de admirar con tanta devoción, no se percató de que Taylor se le había acercado. Le acarició suavemente el brazo haciéndolo bajar de nuevo a la realidad. Le entregó una cerveza y este se lo agradeció. Y continuó mirando a su preciosa y secreta amante. Como deseaba el momento en el que se hiciese un hecho. Pero tendría que esperar unas horas aún.
Taylor se dio cuenta del ensimismamiento de Joe y la dirección en la que miraba. Ya todo el mundo llevaba tiempo hablando de que se miraban de una forma diferente, aunque nadie le dio mayor importancia. Pero ella sabía que sí la tenía. Sabía que Joe era un don Juan y el afecto que le tenía a (tu name). Si unía ambas cosas el resultado no le gustaba.
- Que bien que haya vuelto (tu name) -dijo Taylor intentando, sin éxito, parecer sincera. Joe desvió la mirada para ver a la morocha (Tay es morocha chicas xD) a los ojos y soltar una sincera carcajada.
- Estoy seguro de que si te hubieses enterado antes de que venía le habrías hecho una fiesta de bienvenida -repuso Joe en tono sarcástico.
- No somos amigas pero creo que tampoco enemigas. No le deseo ningún mal -protestó la chica verdaderamente ofendida.
- Me alegro de que no la consideres tu enemiga porque acabarías perdiendo la guerra contra ella -comentó él con un tono casi imperceptible de desprecio y orgullo a la vez por la bella rubia (tu).
- Ni ella es tan inteligente ni yo tan tonta ¿sabes? –replicó Taylor irritada.
- No lo decía por eso. Ella tiene bastante más maldad que tú -le explicó fulminando en la distancia a (tu name)- Si ella quisiese hacerte daño, tiene más armas que tú para hacerlo.
- Pareces enfadado ¿Se han peleado? -preguntó la morocha esperanzada.
- ¡No! Solo decía -concluyó Joe recapacitando en el error que había cometido casi descubriéndose frente a Taylor.
La conversación con Taylor continuó tan aburrida como era de esperar, pero el interés por seguir escuchándola fue mínimo cuando vio a su primo sentarse junto a (tu name). Observó complacido la cara de desprecio que le puso ésta, y como sus amigos se reían tras la marcha apresurada de su primo. Imaginó que ella lo había espantado ¿Se suponía que él debía hacer lo mismo con Taylor? No estaba haciendo nada malo. Además, ellos no eran pareja. Mantendría su acuerdo de exclusividad, ya que no tenía ningún interés por ninguna otra mujer. Pero no se debían explicaciones.
Sus propias palabras se volvieron en su contra al verla acercarse a la mesa donde estaban las bebidas. Todos los chicos la rodearon y comenzaron a charlar animadamente. Ella los sonreía y contestaba a todos los comentarios. Quiso matarlos a todos y encerrarla a ella en un lugar donde nadie la pudiese ver nunca. Caminó a toda prisa hacía ellos y se unió al grupo haciéndose un hueco al lado de (tu name) de un empujón.
- Hola -saludó Joe marcando territorio, colocándole el brazo por encima de los hombros a (tu name). Todos captaron la indirecta y se fueron- ¿Qué haces? -le preguntó irritado.
- He venido por algo de beber. Esperaba a que una cerveza viniese mágicamente hasta mí, pero viendo que no pasaba, me he tenido que levantar -bromeó (tu name) risueña.
Joe ignoró tanto el chiste como a ella y caminó, dándole la espalda, hacía Lincoln y Miley. Ella lo siguió, no porque desease hacerlo sino porque se dirigían al mismo sitio.
Él decidió que su idea de mantenerse lejos no era conveniente cuando había tantos buitres cerca. Así que se quedaría con ella. Aunque no le gustase la idea de compartir tanto tiempo con ella.
(tu name) supo desde el mismo momento en el que vio a todos los chicos cerca de la mesa donde estaban las bebidas, que era el momento perfecto de ir por algo para tomar. Si Joe pensaba que se iba a librar de ella tan fácilmente, estaba equivocado. Sabía que era un posesivo y un celoso. Siempre lo había sido, incluso, de pequeños cuando su papá lo fastidiaba diciendo que ella quería más a su padre que a él. Joe se había puesto a llorar desconsoladamente hasta que (tu name) le había dicho que no era cierto, que él era la persona a la que más quería en el mundo. Ese era su punto débil y lo pensaba explotar.
No entendía como había podido olvidar todo lo que habían vivido juntos. Eran demasiados recuerdos para desechar por un error. Ni ella, que se consideraba la peor persona sobre la tierra, creía que se mereciese el trato que le estaba dando. La trataba como a una desconocida con la que compartió una noche loca y quería repetir la experiencia sin ataduras. Pero si él pensaba que era una manipuladora, podía estar seguro de que lo sería. Convertiría su gran plan de sexo sin compromiso en su perdición. Volvería a tratarla como se merecía o se alejaría de el para siempre, pero no lo dejaría aprovecharse de ella. Nunca.
A Joe le costaba mucho esfuerzo mantenerse al margen de las bromas y fingir desinterés. No quería que ella supiese que estaba disfrutando de la conversación. Así que se mantendría como un espectador, mientras las pequeñas arpías se divertían a costa de las anécdotas de Lincoln.
- ¡Oh, vamos, Mai! No te rías del pobre Linc -ordenó risueña (tu name)- Ya ha dicho que estaba borracho. Y nosotras hemos hecho cosas peores en ese estado.
- Nunca me he desnudado en una clase a primera hora de la mañana -replicó Miley recordando la historia contada por su novio.
- ¡Ya! Porque nuestras borracheras solían acabar a eso de las diez -le recordó la rubia con una sonrisa maliciosa.
- Que peligrosas tenían que haber sido ustedes juntas -afirmó Lincoln examinando la sonrisa pícara de ambas.
- Es una pena que ya no podamos. Cuando éramos bailarinas, después del show nos íbamos de fiesta. Pero ahora yo tengo que quedarme a recoger la barra y (tu name) es la última en irse -explicó la chica añorando los viejos tiempos.
- Hablas demasiado en pasado. Y tengo toda la intención de no dejar de divertirme simplemente porque a ustedes se les haya dado por ser formalitos -protestó (tu name) con el ceño fruncido haciéndole un mohín a su amiga.
- Claro que puedes contar conmigo. Siempre que no acabemos como en la fiesta del Vodka -replicó Miley, estallando ambas en carcajadas.
- ¡Quiero saber qué pasó! -rogó Lincoln con una gran sonrisa.
- Nada. Solo que tu novia quería irse a vivir a una maquina de tabaco -comentó (tu name) sin poder parar de reír.
- No lo entendí, pero estoy ansioso por escuchar la historia -afirmó el rubio divertido.
- Pues aquí mi amiga, que con la borrachera se me perdió, y cuando me la encontré estaba frente a una maquina de tabaco dándole desesperadamente a los botones y pidiendo que le abriesen que quería subir a acostarse -contó (tu name) llorando de la risa. Joe no supo cómo consiguió no soltar una carcajada. Pero la aguantó.
- ¡Aich! ¡Cállate! -le tiró unas patatas a la cabeza mientras también se reía con el recuerdo- Yo solo confundí los botones con los de un portero automático, no me dio como a otras -recalcó la palabra pronunciando cada sílaba para que supiese que se refería a ella- por montarme en un árbol y quedarme dormida allí.
- ¿Qué? -preguntó Lincoln sorprendido.
- Como lo oyes. Se subió a un árbol y se quedó dormida. No sé como no se cayó y se mató -protestó Miley, con una mirada de reproche.
- De pequeña la hacía mucho. Cada vez que no la encontrábamos por ninguna parte, estaba sobre algún árbol cercano -explicó Joe en un tono tierno por los recuerdos.
- Pero ¿a qué no llevaba minifalda y tacón de aguja? -le aseguró Miley.
- ¡No! -se dio por vencido en la batalla y soltó una carcajada. Imaginársela con ese atuendo subiéndose en un árbol, era una locura que solo ella podía hacer.
- Tú lo que tienes es envidia porque ni con ropa deportiva eres capaz de subir -se burló (tu name) de Miley sacándole la lengua.
Joe se estaba divirtiendo, no lo quería admitir pero así era. Y (tu name) era la misma chica loca y divertida que él conocía. Se negaba a ceder tan rápido pero no quiso estropear la charla. Y aunque de vez en cuando conseguía volver a ponerse serio, su amiga contaba algo que lo hacía recaer. La echaba tanto de menos. Su risa. Sus locuras. Su compañía ¡A ella!
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capitulo 42
La felicidad de (tu name) al ver como Joe se reía y compartía una tarde agradable entre amigos, se esfumó en cuanto se montaron en el coche. Una vez solos él había vuelto a su expresión indescifrable y respuestas toscas. Se había dado por vencida y no había vuelto a hablar, ni preguntar nada más. No soportaba la idea de que la tratase mal de nuevo, y prefirió evitarlo.
Por unas horas Joe había vuelto a ver a su compañera de travesuras, su amiga del alma, la única persona sobre la Tierra en quien había confiado. Y eso lo destrozó. Prefería pensar que su amiga no existía, a pensar que era esa niña superficial y egoísta. No, lo que en realidad no soportaba era que ella pudiese seguir siendo ese ser tan especial que él conocía. Cuando la consideraba única, era única en todo. Solo él la veía así. Pero esa radiante (tu name), lo era para todos. Todos podían verla. No soportaba que todos pudiesen tener acceso a algo que él consideraba solo suyo. Y la odiaba por ello.
En breve llegarían a su casa y no quería que ella notase lo furioso que estaba. Así que decidió hablar de algo. Calmarse un poco. Si seguía comportándose como un gruñón ella se desharía de él. Le había quedado más que claro que su puesto podría ser ocupado por cualquier otro. Estaba seguro de que la lista de espera para sustituirlo era enorme.
- ¿Hoy no trabajas? -preguntó al fin Joe, rompiendo el silencio.
(tu name) lo miró. Se extrañó que su tono fuese tan amable y relajado. Estaba claro que lo hacía por educación. Estaba tanteando el terreno para lo que sucedería después.
Se reprochó por lo que estaba apunto de hacer ¡Se iba a meter en la cama con alguien que la odiaba! Pero era Joe. Su Joe ¿Cómo podía odiarla? Por mucho tiempo que pasase no dejaría de preguntárselo. No entendía qué era lo que había descubierto en ella para que cambiase tanto. Ella nunca se había considerado una buena persona, aunque él se lo repitiese una y otra vez. Nunca había fingido serlo. Lo único que había ocultado era su físico, y por ende, su sensualidad. Pero nunca había fingido ser otra persona ¿Por qué la despreciaba?
- No -respondió (tu name) en tono suave y algo nerviosa- Hablé esta mañana con mi jefe. Como no he pedido nunca vacaciones, no le ha importado que me tome unas semanas. Con la condición de que esté de vuelta para la fiesta de Año Nuevo -explicó relajándose por minutos- Él estaba encantado. Ya que se asegura de que no le fallaré en fechas más importantes, y tendré más tiempo para preparar tranquila la gran fiesta.
- Entonces si que trabajarás -replicó Joe ceñudo- No me parece justo que te pida que organices nada cuando estás de vacaciones -protestó verdaderamente molesto. (tu name) sonrió feliz por su reacción.
- Eso cree él. En realidad, ya lo tengo todo organizado. Pero es bueno que piense que trabajo en mi tiempo libre, justifica mi desmesurado sueldo -comentó risueña, desbastándolo con su mejor sonrisa.
- ¿Tanto ganas? -preguntó Joe uniéndose a ella en su diversión.
- No sería justo ni lógico que me quejase. Me paga bastante bien -afirmó relajando la sonrisa a un simple gesto amable.
- Ya veo -dijo él dando por finalizada la conversación al llegar al edificio de apartamentos donde vivía ella.
Subieron en silencio y algo incómodos por lo que sabían iba a ocurrir. El nerviosismo no hacía que el deseo disminuyese. Joe estaba ansioso por estrecharla entre sus brazos. Y (tu name) se moría por el más mínimo contacto. Pero ambos consideraban ser los únicos en ese estado.
Joe temeroso de que ella se pudiese echar para atrás y rechazarlo, se mantuvo en un discreto segundo plano, mientras ella entraba, encendía las luces y daba a su perrita algo de comer y beber. Observó su nueva imagen, en su nuevo hogar. Y sintió ser un intruso en su nueva vida.
(tu name) se distrajo con cualquier cosa que impidiese fijarse en el ceño fruncido de él. No quería pensar en cuales nuevos reproches tendría que espetarle ahora. Una vez que se le terminaron las excusas, se paró frente a él. Era tan guapo que le costaba respirar si lo miraba por mucho tiempo. Le sonrió intentando disimular el nerviosismo y esperó a que dijese algo.
Tenía claro lo que iba a decir, hasta que ella sonrió y se le olvido hasta su nombre. Era la misma sonrisa de siempre, se recriminó Joe intentando controlar sus nervios. Y era la misma reacción que provocaba siempre, se contestó asumiendo que siempre lo descontrolaría con tanta facilidad.
- ¡Ahm! Parece que estuviésemos apunto de cometer un delito, en vez de... -trago saliva y se recordó que ella no era una novata en eso- ¡Oh, Dios! ¡Esto es absurdo! No podemos quedarnos quietos mirándonos esperando a que algo pase -protestó (tu name) con una sonrisa que Joe malinterpretó como serena.
- No sé qué se supone debemos hacer. Nunca me he encontrado con esta situación -replicó manteniendo su aspecto inamovible.
- ¿Crees que yo sí? -preguntó ella intentado no parecer ofendida.
- Quiero decir, que cuando me he acostado con alguna mujer suele haberle precedido un coqueteo -explicó Joe inexpresivo.
- Normal. Eso es lo lógico. Para acostarte con alguien tienes que desearlo y saber que eres correspondido -afirmó (tu name) mientras le daba la espalda para quitarse la ropa de abrigo. Quedándose solo con la blusa escotada.
- ¡Aja! -fue lo único que pudo decir al ver como sus tirabuzones caían sobre sus pechos enmarcando la cumbre de estos.
(tu name) decidió que si iba a hacer aquello, al menos, lo haría bien. Desde que él la descubrió y ella admitió sus sentimientos, había estado tan ocupada auto-compadeciéndose, que había olvidado lo divertido que podía ser el sexo. Y con Joe era mucho más que eso ¿Por qué no iba a disfrutarlo? Quería que él la apreciase por quien era, pero eso no ocurría. Tenían un trato. Y aunque ella quería aprovecharlo para recuperarlo, de todas formas tenía que acostarse con él. Para qué fingir que era algo desagradable si lo estaba deseando. Pero si iban a tener una relación íntima sería bajo su control. Ya le había hecho bastante daño.
Se acercó a él lentamente con la sonrisa más provocativa que pudo esbozar. Comenzó a quitarle el abrigo suavemente, sin tocar ninguna parte de su piel. Lo que hacía que él desease aún más el contacto.
- Aquí hace calor. Quítate el abrigo -comentó (tu name) mientras se lo quitaba por completo y lo echaba sobre una silla, para regresar rápidamente frente a él. A escasos centímetros de sus labios, observó como él se la comía con la mirada- Vamos a mi dormitorio, porque creo que si me acerco más a ti, nunca llegaremos a la cama.
Él estaba seguro de ello. Desde que se le acercó irradiando sensualidad por cada poro de su piel, en lo único que había pensado era en desnudarla allí mismo y hacerla suya. Se maldijo por tener tan poco autocontrol y ser tan obvio ante ella. Pero no pudo evitar seguir a las curvas insinuantes que se contoneaban ante él hasta el dormitorio.
(tu name) se quitó las botas y se sentó en la cama risueña y sensual. Ladeó la cabeza levemente para observar al crispado chico en la puerta y se rió. Él estaba tan nervioso como ella y la deseaba de igual forma. Pero ella disimulaba mucho mejor.
Así que ella quería jugar. Había conocido a demasiadas mujeres para saber que ella había tomado el control de la situación. Pero él nunca lo permitía. Siempre era él el que hacía que su acompañante sexual se muriese de deseo. Y no iba a ser ella la primera en hacer que su deseo lo controlase a él. Ya lo había hecho con anterioridad. Pero nunca más.
Su seguridad en mantener su deseo a raya, se esfumó como si nunca hubiese existido al verla quitarse la blusa y quedarse en sujetador.
- Como te veo algo pasivo, pensé en echarte una mano -dijo (tu name) burlona tirándole la blusa a la cara.
Eso fue demasiado para el frágil dominio de Joe. Tiró la blusa a un lado, y con ella su propia camiseta, y se tiró en la cama sobre ella. La tendió de espaldas sobre el colchón, cubriéndola con su esbelto cuerpo. Arremetió contra su boca en un apasionado beso. La apretó fuertemente contra él, aferrándose a su cintura. Ella le devolvió el beso con la misma ansia, hundiendo sus dedos en su oscuro cabello. Una mano se desplazó de la pequeña cintura a un turgente pecho, masajeando el sonrosado pezón que lo coronaba. (tu name) se arqueó de deseo por el contacto, buscando desesperadamente su roce. Él aceptó lo que se le ofrecía y tras deshacerse del sostén, rodeó el duro pezón con sus labios. Jugó y se deleito con él y su gemelo. Bajo sus besos por la suave piel del plano vientre, pasando de largo los rizos dorados, hasta llegar a los muslos. Le quitó con lentitud los vaqueros y las pequeñas braguitas. Besó cada centímetro de piel, mordisqueando el interior de los muslos. Torturándola al no llegar nunca donde más lo deseaba.
- Joe... -musito (t name) desesperada mientras se revolvía sobre las sábanas.
Comprendió la plegaria. Dibujo suaves círculos con un dedo sobre los casi inexistentes rizos que escondían su feminidad. Separó los carnosos pliegues y lo introdujo con anhelo, tan profundo como le fue posible. Ella gimió y él se juró era el sonido más melodioso que había escuchado nunca. Acompañó la siguiente embestida con otro dedo más, haciendo que (tu name) sintiese que iba a estallar de desesperación. Cuando notó como su interior se contraía sobre sus dedos, Joe no fue capaz de controlarse más. Se separó con rapidez de ella, se deshizo de sus pantalones y calzoncillos, buscó en su cartera y miró a (tu name) enseñándole un preservativo. Ella asintió. Como él había imaginado ella ya no tomaba la píldora. Eso provocó una oleada involuntaria de felicidad. No había estado con ningún otro hombre desde él. O al menos, no con regularidad.
Se colocó la protección y volvió junto a ella. Le acarició con ternura el cabello y la besó. Era un beso dulce y profundo, trasmitiéndole todo lo que no era capaz de decirle con palabras. Se colocó sobre ella al notar como la coqueta mujer le acariciaba la pantorrilla con su pequeño pie. Separó más sus muslos y se acomodó entre ellos, teniendo plena accesibilidad a su sexo. (tu name) gimió al notar su dura erección contra la entrada de su ansioso centro de placer. Él se posicionó pero no la embistió. Ella alarmada por no notarlo allí donde quería lo miró. Eso era exactamente lo que él estaba buscando, encontrarse con sus enormes y preciosos ojos. Quería verla y que lo viese en el momento en el que entraba en ella.
Con inquietante suavidad fue entrando en ella. Torturándola con cada centímetro. Disfrutando del océano que mostraban sus apasionados ojos. La embistió con profundidad, como protesta, cuando ella cerró los ojos. Secuestró su cara entre las manos, obligándola a mirarlo. Con lánguido interés ella lo hizo, mordiéndose el labio, disfrutando de la invasión. Él buscó sus labios con desesperación y comenzó a moverse suavemente sobre ella. (tu name) ya estaba demasiado excitada para tanta represión. Lo rodeó por la cintura y lo invitó a que aligerase las embestidas. Y así lo hizo.
Joe intentaba mantener la cordura pero fue imposible seguir respirando cuando notó como ella lo apretaba como si lo quisiese engullir. Los espasmos de ella lo llevaron a él a acompañarla a un éxtasis poco conocido, pero infinitamente más placentero que cualquier otro.
Solo con ella podía sentir que volaba dejando atrás cualquier realidad. Solo con ella podía sentir tal grado de felicidad. Solo con ella podía sentir que encontraba su lugar en el mundo ¡Solo con ella!
La felicidad de (tu name) al ver como Joe se reía y compartía una tarde agradable entre amigos, se esfumó en cuanto se montaron en el coche. Una vez solos él había vuelto a su expresión indescifrable y respuestas toscas. Se había dado por vencida y no había vuelto a hablar, ni preguntar nada más. No soportaba la idea de que la tratase mal de nuevo, y prefirió evitarlo.
Por unas horas Joe había vuelto a ver a su compañera de travesuras, su amiga del alma, la única persona sobre la Tierra en quien había confiado. Y eso lo destrozó. Prefería pensar que su amiga no existía, a pensar que era esa niña superficial y egoísta. No, lo que en realidad no soportaba era que ella pudiese seguir siendo ese ser tan especial que él conocía. Cuando la consideraba única, era única en todo. Solo él la veía así. Pero esa radiante (tu name), lo era para todos. Todos podían verla. No soportaba que todos pudiesen tener acceso a algo que él consideraba solo suyo. Y la odiaba por ello.
En breve llegarían a su casa y no quería que ella notase lo furioso que estaba. Así que decidió hablar de algo. Calmarse un poco. Si seguía comportándose como un gruñón ella se desharía de él. Le había quedado más que claro que su puesto podría ser ocupado por cualquier otro. Estaba seguro de que la lista de espera para sustituirlo era enorme.
- ¿Hoy no trabajas? -preguntó al fin Joe, rompiendo el silencio.
(tu name) lo miró. Se extrañó que su tono fuese tan amable y relajado. Estaba claro que lo hacía por educación. Estaba tanteando el terreno para lo que sucedería después.
Se reprochó por lo que estaba apunto de hacer ¡Se iba a meter en la cama con alguien que la odiaba! Pero era Joe. Su Joe ¿Cómo podía odiarla? Por mucho tiempo que pasase no dejaría de preguntárselo. No entendía qué era lo que había descubierto en ella para que cambiase tanto. Ella nunca se había considerado una buena persona, aunque él se lo repitiese una y otra vez. Nunca había fingido serlo. Lo único que había ocultado era su físico, y por ende, su sensualidad. Pero nunca había fingido ser otra persona ¿Por qué la despreciaba?
- No -respondió (tu name) en tono suave y algo nerviosa- Hablé esta mañana con mi jefe. Como no he pedido nunca vacaciones, no le ha importado que me tome unas semanas. Con la condición de que esté de vuelta para la fiesta de Año Nuevo -explicó relajándose por minutos- Él estaba encantado. Ya que se asegura de que no le fallaré en fechas más importantes, y tendré más tiempo para preparar tranquila la gran fiesta.
- Entonces si que trabajarás -replicó Joe ceñudo- No me parece justo que te pida que organices nada cuando estás de vacaciones -protestó verdaderamente molesto. (tu name) sonrió feliz por su reacción.
- Eso cree él. En realidad, ya lo tengo todo organizado. Pero es bueno que piense que trabajo en mi tiempo libre, justifica mi desmesurado sueldo -comentó risueña, desbastándolo con su mejor sonrisa.
- ¿Tanto ganas? -preguntó Joe uniéndose a ella en su diversión.
- No sería justo ni lógico que me quejase. Me paga bastante bien -afirmó relajando la sonrisa a un simple gesto amable.
- Ya veo -dijo él dando por finalizada la conversación al llegar al edificio de apartamentos donde vivía ella.
Subieron en silencio y algo incómodos por lo que sabían iba a ocurrir. El nerviosismo no hacía que el deseo disminuyese. Joe estaba ansioso por estrecharla entre sus brazos. Y (tu name) se moría por el más mínimo contacto. Pero ambos consideraban ser los únicos en ese estado.
Joe temeroso de que ella se pudiese echar para atrás y rechazarlo, se mantuvo en un discreto segundo plano, mientras ella entraba, encendía las luces y daba a su perrita algo de comer y beber. Observó su nueva imagen, en su nuevo hogar. Y sintió ser un intruso en su nueva vida.
(tu name) se distrajo con cualquier cosa que impidiese fijarse en el ceño fruncido de él. No quería pensar en cuales nuevos reproches tendría que espetarle ahora. Una vez que se le terminaron las excusas, se paró frente a él. Era tan guapo que le costaba respirar si lo miraba por mucho tiempo. Le sonrió intentando disimular el nerviosismo y esperó a que dijese algo.
Tenía claro lo que iba a decir, hasta que ella sonrió y se le olvido hasta su nombre. Era la misma sonrisa de siempre, se recriminó Joe intentando controlar sus nervios. Y era la misma reacción que provocaba siempre, se contestó asumiendo que siempre lo descontrolaría con tanta facilidad.
- ¡Ahm! Parece que estuviésemos apunto de cometer un delito, en vez de... -trago saliva y se recordó que ella no era una novata en eso- ¡Oh, Dios! ¡Esto es absurdo! No podemos quedarnos quietos mirándonos esperando a que algo pase -protestó (tu name) con una sonrisa que Joe malinterpretó como serena.
- No sé qué se supone debemos hacer. Nunca me he encontrado con esta situación -replicó manteniendo su aspecto inamovible.
- ¿Crees que yo sí? -preguntó ella intentado no parecer ofendida.
- Quiero decir, que cuando me he acostado con alguna mujer suele haberle precedido un coqueteo -explicó Joe inexpresivo.
- Normal. Eso es lo lógico. Para acostarte con alguien tienes que desearlo y saber que eres correspondido -afirmó (tu name) mientras le daba la espalda para quitarse la ropa de abrigo. Quedándose solo con la blusa escotada.
- ¡Aja! -fue lo único que pudo decir al ver como sus tirabuzones caían sobre sus pechos enmarcando la cumbre de estos.
(tu name) decidió que si iba a hacer aquello, al menos, lo haría bien. Desde que él la descubrió y ella admitió sus sentimientos, había estado tan ocupada auto-compadeciéndose, que había olvidado lo divertido que podía ser el sexo. Y con Joe era mucho más que eso ¿Por qué no iba a disfrutarlo? Quería que él la apreciase por quien era, pero eso no ocurría. Tenían un trato. Y aunque ella quería aprovecharlo para recuperarlo, de todas formas tenía que acostarse con él. Para qué fingir que era algo desagradable si lo estaba deseando. Pero si iban a tener una relación íntima sería bajo su control. Ya le había hecho bastante daño.
Se acercó a él lentamente con la sonrisa más provocativa que pudo esbozar. Comenzó a quitarle el abrigo suavemente, sin tocar ninguna parte de su piel. Lo que hacía que él desease aún más el contacto.
- Aquí hace calor. Quítate el abrigo -comentó (tu name) mientras se lo quitaba por completo y lo echaba sobre una silla, para regresar rápidamente frente a él. A escasos centímetros de sus labios, observó como él se la comía con la mirada- Vamos a mi dormitorio, porque creo que si me acerco más a ti, nunca llegaremos a la cama.
Él estaba seguro de ello. Desde que se le acercó irradiando sensualidad por cada poro de su piel, en lo único que había pensado era en desnudarla allí mismo y hacerla suya. Se maldijo por tener tan poco autocontrol y ser tan obvio ante ella. Pero no pudo evitar seguir a las curvas insinuantes que se contoneaban ante él hasta el dormitorio.
(tu name) se quitó las botas y se sentó en la cama risueña y sensual. Ladeó la cabeza levemente para observar al crispado chico en la puerta y se rió. Él estaba tan nervioso como ella y la deseaba de igual forma. Pero ella disimulaba mucho mejor.
Así que ella quería jugar. Había conocido a demasiadas mujeres para saber que ella había tomado el control de la situación. Pero él nunca lo permitía. Siempre era él el que hacía que su acompañante sexual se muriese de deseo. Y no iba a ser ella la primera en hacer que su deseo lo controlase a él. Ya lo había hecho con anterioridad. Pero nunca más.
Su seguridad en mantener su deseo a raya, se esfumó como si nunca hubiese existido al verla quitarse la blusa y quedarse en sujetador.
- Como te veo algo pasivo, pensé en echarte una mano -dijo (tu name) burlona tirándole la blusa a la cara.
Eso fue demasiado para el frágil dominio de Joe. Tiró la blusa a un lado, y con ella su propia camiseta, y se tiró en la cama sobre ella. La tendió de espaldas sobre el colchón, cubriéndola con su esbelto cuerpo. Arremetió contra su boca en un apasionado beso. La apretó fuertemente contra él, aferrándose a su cintura. Ella le devolvió el beso con la misma ansia, hundiendo sus dedos en su oscuro cabello. Una mano se desplazó de la pequeña cintura a un turgente pecho, masajeando el sonrosado pezón que lo coronaba. (tu name) se arqueó de deseo por el contacto, buscando desesperadamente su roce. Él aceptó lo que se le ofrecía y tras deshacerse del sostén, rodeó el duro pezón con sus labios. Jugó y se deleito con él y su gemelo. Bajo sus besos por la suave piel del plano vientre, pasando de largo los rizos dorados, hasta llegar a los muslos. Le quitó con lentitud los vaqueros y las pequeñas braguitas. Besó cada centímetro de piel, mordisqueando el interior de los muslos. Torturándola al no llegar nunca donde más lo deseaba.
- Joe... -musito (t name) desesperada mientras se revolvía sobre las sábanas.
Comprendió la plegaria. Dibujo suaves círculos con un dedo sobre los casi inexistentes rizos que escondían su feminidad. Separó los carnosos pliegues y lo introdujo con anhelo, tan profundo como le fue posible. Ella gimió y él se juró era el sonido más melodioso que había escuchado nunca. Acompañó la siguiente embestida con otro dedo más, haciendo que (tu name) sintiese que iba a estallar de desesperación. Cuando notó como su interior se contraía sobre sus dedos, Joe no fue capaz de controlarse más. Se separó con rapidez de ella, se deshizo de sus pantalones y calzoncillos, buscó en su cartera y miró a (tu name) enseñándole un preservativo. Ella asintió. Como él había imaginado ella ya no tomaba la píldora. Eso provocó una oleada involuntaria de felicidad. No había estado con ningún otro hombre desde él. O al menos, no con regularidad.
Se colocó la protección y volvió junto a ella. Le acarició con ternura el cabello y la besó. Era un beso dulce y profundo, trasmitiéndole todo lo que no era capaz de decirle con palabras. Se colocó sobre ella al notar como la coqueta mujer le acariciaba la pantorrilla con su pequeño pie. Separó más sus muslos y se acomodó entre ellos, teniendo plena accesibilidad a su sexo. (tu name) gimió al notar su dura erección contra la entrada de su ansioso centro de placer. Él se posicionó pero no la embistió. Ella alarmada por no notarlo allí donde quería lo miró. Eso era exactamente lo que él estaba buscando, encontrarse con sus enormes y preciosos ojos. Quería verla y que lo viese en el momento en el que entraba en ella.
Con inquietante suavidad fue entrando en ella. Torturándola con cada centímetro. Disfrutando del océano que mostraban sus apasionados ojos. La embistió con profundidad, como protesta, cuando ella cerró los ojos. Secuestró su cara entre las manos, obligándola a mirarlo. Con lánguido interés ella lo hizo, mordiéndose el labio, disfrutando de la invasión. Él buscó sus labios con desesperación y comenzó a moverse suavemente sobre ella. (tu name) ya estaba demasiado excitada para tanta represión. Lo rodeó por la cintura y lo invitó a que aligerase las embestidas. Y así lo hizo.
Joe intentaba mantener la cordura pero fue imposible seguir respirando cuando notó como ella lo apretaba como si lo quisiese engullir. Los espasmos de ella lo llevaron a él a acompañarla a un éxtasis poco conocido, pero infinitamente más placentero que cualquier otro.
Solo con ella podía sentir que volaba dejando atrás cualquier realidad. Solo con ella podía sentir tal grado de felicidad. Solo con ella podía sentir que encontraba su lugar en el mundo ¡Solo con ella!
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capitulo 43
No había sido solo sexo para él. Había sido el encuentro con lo que siempre había buscado. Una revelación de lo que ya sabía. En ella estaba su hogar.
Se estremeció de miedo y se apartó rápidamente de ella. Dándole la espalda, fingió intentar dormir.
No podía necesitarla de aquel modo. Ella no debía ser nadie imprescindible en su vida. El único motivo por el que antes lo era, tenía una causa meramente amistosa. Sabía lo importante que era para él. Más que nadie en el mundo. Pero no tenía el poder de usar su cuerpo para torturarlo si no hacía lo que ella deseaba. Ahora sí. Se había vuelto un pelele más a las órdenes de una mujer.
¡Jamás! grito una voz en su cabeza, en protesta por esa afirmación. No se dejaría vencer. No sería el esclavo de nadie, como había sido su padre durante tantos años. No le permitiría utilizarlo a su antojo ¡Nunca!
(tu name) sintió que el corazón se le hacía pedazos cuando él se separó de ella, de una forma tan brusca, nada más terminar con la relación carnal. Se sintió como una prostituta. Sucia y humillada. Solo era un trozo de carne para él.
Habían pasado una tarde como amigos. Y a él no le había importado nada. Como si hubiese sido un espejismo, que solo ella vio.
Habían hecho el amor de una forma tierna y con más amor del que ella nunca se hubiese podido imaginar. Y él le dio la espalda como si no estuviese presente.
No era su amigo. Él que estaba a su lado no era el mismo que ella conocía y amaba ¿Quién había engañado a quién durante tantos años? No podía creerse que la tratase con tanto desprecio.
No eran amigos ni tampoco amantes. Para él solo era un desahogo. Pero si pretendía tal cosa se podía ir buscando a otra. Podría estar enamorada e incluso, desesperada por no perderlo. Pero nunca, jamás, se dejaría tratar de una forma tan denigrante.
Se levantó de la cama de un salto y tiró de la sábana. Se la envolvió alrededor del cuerpo, dejando a Joe desnudo sobre el colchón.
Él la miró sorprendido ¿Qué demonios estaba haciendo? La observó allí de pie, con el ceño fruncido y la sábana liada sobre su perfecto cuerpo ¡Era una diosa! Tan bella que era imposible no desearla.
Continuó mirándola embelesado mientras ella se colocaba las manos en las caderas, preparada para la batalla. Lo fulminó con la mirada, diciéndole sin palabras que se fuese preparando para lo que le iba a caer encima. Pero él hizo caso omiso a su advertencia y siguió admirándola.
No iba a dejar que nadie la humillase, se dijo (tu name) furiosa. No es que desease que la abrazase. Solía evitar esas señales de afecto tras un encuentro sexual. Pero no recordaba ni una sola vez en la que él no la hubiese abrazado mientras dormían juntos. En este caso era diferente. Y podía entender que él la tratase más como una amante a la que no quiere tratar con mucho afecto, que como una amiga a la que desea cuidar y proteger con sus amorosos brazos. Pero no de esa forma. No apartándose de ella como si tuviese la peste. No podía, ni quería entender que él la despreciase de una forma tan vil justo después de llegar juntos al puro éxtasis ¡No se lo perdonaría!
- Ya has conseguido lo que querías. Ahora ¡lárgate! -le ordenó furiosa (tu name).
- ¿Qué? -dijo perplejo, no estando seguro de lo que había escuchado.
- ¡Que te largues! ¡Que te esfumes! ¡Desaparezcas! ¡Te vayas! ¡Ya! -gritó perdiendo la poca paciencia que tenía.
- Pero... yo... -es lo único que pudo decir antes de que ella lo echase de la cama a empujones- ¡(tu name)! -la llamó agarrándola por los hombros- ¿qué te pasa? -preguntó confundido.
- ¿Que qué me pasa? ¿Que qué me pasa? -repitió rezando por encontrar algo punzante a su alcance.
- ¡Relájate! -le sugirió sentándola en la cama- Respira hondo y tranquilízate -le pidió él mientras la soltaba lentamente, esperando que no se le tirase encima para matarlo. La creía capaz. Sabía muy bien de lo que era capaz cuando tenía esa cara. La última vez que la vio así tenían once años y acababan de encontrarse con un grupo de niños que habían matado a un perro a golpes. Su ira fue tal que no midió las consecuencias y corrió tras ellos para golpearlos de la misma manera. Si él no la hubiese agarrado y calmado, solo Dios sabe lo que habría ocurrido.
Con los recuerdos del pasado, todo su cariño se arremolino alrededor de ella. Se sentó junto a ella y la abrazó con ternura. No sabía si ella se sentía mejor cuando lo hacía. Pero él se sentía en la gloria cuando la tenía entre sus brazos. La sentía segura, protegida, y solo cuando ella no corría peligro, él podía ser feliz.
(tu name) quería gritarle, reprocharle lo cruel y odioso que era. Pero estaba demasiado conmocionada por su repentino cambio de actitud ¡La iba a volver loca! ¡Que se decidiera de una vez! ¿Iba a ser un déspota y malvado mujeriego o su tierno y adorado amigo? ¡No podía ser ambas cosas! Iba a conseguir que le estallase la cabeza.
Joe notó como ella se relajaba entre sus brazos. Le acarició suavemente el cabello y la miró a la cara. Tenía el ceño fruncido, como si no entendiese sus propios pensamientos. La abrazo un poco más y le besó con ternura la sien. Dejaría que se serenase un poco más antes de preguntarle qué le pasaba.
-¡Estás loco! -exclamó (tu name), tras recapacitarlo mucho.
Joe se sorprendió y se apartó confundido de ella ¿A qué venía ahora eso? No era él el que se había levantado como un energúmeno tirándola de la cama a empujones.
Lo había maltratado y encima se atrevía a insultarlo ¿Qué se creía? Se levantó de la cama de un salto y la contempló desde su nueva posición de superioridad, con el ceño fruncido. Si era una de sus tácticas para tenerlo como un perrito a sus pies, ¡estaba equivocada!
- No sé que demonios te hayas fumado, esnifado o tomado. Pero en tu vida me vuelvas a tratar como lo has hecho antes -ordenó finalmente (tu name), levantándose para enfrentarlo.
- ¿De qué hablas? -replicó Joe como si no fuese con él.
- Si estás acostumbrado a darle la espalda a tus conquistas después de obtener lo que quieres de ellas, me parece perfecto. Yo no tengo el más mínimo interés en dormir en tus brazos -mintió (tu name), agradeciendo sonar sincera- Pero que nunca más se te ocurra tratarme como un trozo de carne, al que después de serte útil lo desechas como si no valiese nada -protestó furiosa.
Joe la miró perplejo. No se había dado cuenta de que en su intento de no parecer dependiente de ella, la había apartado con brusquedad. Entendía que se hubiese enfadado con él por dicho trato. Pero ahora era él el ofendido ¿No quería estar entre sus brazos? ¡Perfecto! No volvería a tocarla. Al menos, de una forma tierna y protectora. Ya se estaba descubriendo como era en realidad. No necesitaba a nadie que le diese cariño. Era tan fría como su madre. Una mujer sin corazón, que lo utilizaba para satisfacer sus egoístas propósitos. Él no significaba nada para ella
- Solo quería dormir un poco -espetó Joe en un tono neutro.
- Pues en tu casa tienes una cama muy cómoda esperándote -replicó (tu name) irritada.
Su orgullo le decía que recogiese su ropa y se largase de allí. Su cuerpo le decía que la abrazase, la besase y le hiciese de nuevo el amor. Pero no le hizo caso a ninguno de los dos.
Se acercó lentamente, con pasos pesados y mirada fulminante. Le arrebató la sábana y se acostó tapándose con ella. No podía irse, porque sabía que si lo hacía nunca lo dejaría volver. Se juró que ese era el motivo y no que quisiese dormir con ella. El enfado solo se le pasaría si ella estaba cerca. Si había aprendido algo de ella con los años era que sus enfados eran una tormenta que no se calmaba con ninguna suplica ni explicación. Pero se les pasaban rápido. Volvería a sonreírle en cuanto se calmase un poco. Eso sí, estaba seguro de que se lo recordaría de por vida.
Estaba furiosa. Él muy ¡imbécil se había atrevido a ignorarla, meterse en la cama y taparse con su sábana dejándola desnuda en medio de la habitación ¡Desgraciado! No pensaba perdonarle por todo lo que le estaba haciendo. Si creía que se iba a salir con la suya, no podía ser más ingenuo. Pero no esa noche. Dormiría un poco y pensaría en la forma más adecuada de descuartizarlo sin que hubiese pruebas en su contra.
Rodeó la cama para acostarse en el lado opuesta al de él. Se acostó dándole la espalda con un gesto exagerado para que él notase que no lo quería cerca, y tiró de la sábana dejándolo sin su protección. Joe sonrió satisfecho. Estaba furiosa y probablemente estuviese imaginando formas de torturarlo, cada una más dolorosa que la anterior. Pero no era un enfado real. Cuando ella se enfadaba de verdad con él podía ver la decepción en sus ojos, la pena en sus palabras, y no permitía que estuviese en la misma habitación que ella. Solo la había visto una vez así, el día que le dijo que se iba de la ciudad para vivir con su madre. Desde ese día hasta que se marchó no dejó que la viese. Tardó un mes, después de instalarse, en que ella le contestase a una carta o una llamada. Para ello solo había tenido que llamarla diariamente mañana, tarde y noche, y rogarles a todos sus conocidos que le diesen sus recados. Pero ella había cedido finalmente y habían vuelto a entablar la misma íntima relación.
Sonrió con el recuerdo de la pequeña rubia de ojos turquesas llorosos porque él la dejaba. Recordó lo mucho que lo ayudó en los malos momentos aunque en la distancia ella no supiese qué le pasaba.
No pudo evitarlo, se giró la cogió por la cintura y le dio la vuelta hasta estrecharla contra su pecho. La apretó con toda la fuerza que le fue posible sin hacerle daño y hundió el rostro en su pelo.
(tu name) protestó y pataleó intentando quitárselo de encima. Pero notó su cuerpo tenso y un suave estremecimiento que lo recorría. Algo le pasaba. Se dijo que eso a ella no debía importarle. Pero le importaba. Cedería y le daría ese abrazo que él necesitaba. Pero después lo mataría por haberla tratado mal.
Ella se acurrucó sobre su pecho y él saboreó el contacto sintiéndose de nuevo en paz. Y abrazados, ambos conciliaron el sueño
No había sido solo sexo para él. Había sido el encuentro con lo que siempre había buscado. Una revelación de lo que ya sabía. En ella estaba su hogar.
Se estremeció de miedo y se apartó rápidamente de ella. Dándole la espalda, fingió intentar dormir.
No podía necesitarla de aquel modo. Ella no debía ser nadie imprescindible en su vida. El único motivo por el que antes lo era, tenía una causa meramente amistosa. Sabía lo importante que era para él. Más que nadie en el mundo. Pero no tenía el poder de usar su cuerpo para torturarlo si no hacía lo que ella deseaba. Ahora sí. Se había vuelto un pelele más a las órdenes de una mujer.
¡Jamás! grito una voz en su cabeza, en protesta por esa afirmación. No se dejaría vencer. No sería el esclavo de nadie, como había sido su padre durante tantos años. No le permitiría utilizarlo a su antojo ¡Nunca!
(tu name) sintió que el corazón se le hacía pedazos cuando él se separó de ella, de una forma tan brusca, nada más terminar con la relación carnal. Se sintió como una prostituta. Sucia y humillada. Solo era un trozo de carne para él.
Habían pasado una tarde como amigos. Y a él no le había importado nada. Como si hubiese sido un espejismo, que solo ella vio.
Habían hecho el amor de una forma tierna y con más amor del que ella nunca se hubiese podido imaginar. Y él le dio la espalda como si no estuviese presente.
No era su amigo. Él que estaba a su lado no era el mismo que ella conocía y amaba ¿Quién había engañado a quién durante tantos años? No podía creerse que la tratase con tanto desprecio.
No eran amigos ni tampoco amantes. Para él solo era un desahogo. Pero si pretendía tal cosa se podía ir buscando a otra. Podría estar enamorada e incluso, desesperada por no perderlo. Pero nunca, jamás, se dejaría tratar de una forma tan denigrante.
Se levantó de la cama de un salto y tiró de la sábana. Se la envolvió alrededor del cuerpo, dejando a Joe desnudo sobre el colchón.
Él la miró sorprendido ¿Qué demonios estaba haciendo? La observó allí de pie, con el ceño fruncido y la sábana liada sobre su perfecto cuerpo ¡Era una diosa! Tan bella que era imposible no desearla.
Continuó mirándola embelesado mientras ella se colocaba las manos en las caderas, preparada para la batalla. Lo fulminó con la mirada, diciéndole sin palabras que se fuese preparando para lo que le iba a caer encima. Pero él hizo caso omiso a su advertencia y siguió admirándola.
No iba a dejar que nadie la humillase, se dijo (tu name) furiosa. No es que desease que la abrazase. Solía evitar esas señales de afecto tras un encuentro sexual. Pero no recordaba ni una sola vez en la que él no la hubiese abrazado mientras dormían juntos. En este caso era diferente. Y podía entender que él la tratase más como una amante a la que no quiere tratar con mucho afecto, que como una amiga a la que desea cuidar y proteger con sus amorosos brazos. Pero no de esa forma. No apartándose de ella como si tuviese la peste. No podía, ni quería entender que él la despreciase de una forma tan vil justo después de llegar juntos al puro éxtasis ¡No se lo perdonaría!
- Ya has conseguido lo que querías. Ahora ¡lárgate! -le ordenó furiosa (tu name).
- ¿Qué? -dijo perplejo, no estando seguro de lo que había escuchado.
- ¡Que te largues! ¡Que te esfumes! ¡Desaparezcas! ¡Te vayas! ¡Ya! -gritó perdiendo la poca paciencia que tenía.
- Pero... yo... -es lo único que pudo decir antes de que ella lo echase de la cama a empujones- ¡(tu name)! -la llamó agarrándola por los hombros- ¿qué te pasa? -preguntó confundido.
- ¿Que qué me pasa? ¿Que qué me pasa? -repitió rezando por encontrar algo punzante a su alcance.
- ¡Relájate! -le sugirió sentándola en la cama- Respira hondo y tranquilízate -le pidió él mientras la soltaba lentamente, esperando que no se le tirase encima para matarlo. La creía capaz. Sabía muy bien de lo que era capaz cuando tenía esa cara. La última vez que la vio así tenían once años y acababan de encontrarse con un grupo de niños que habían matado a un perro a golpes. Su ira fue tal que no midió las consecuencias y corrió tras ellos para golpearlos de la misma manera. Si él no la hubiese agarrado y calmado, solo Dios sabe lo que habría ocurrido.
Con los recuerdos del pasado, todo su cariño se arremolino alrededor de ella. Se sentó junto a ella y la abrazó con ternura. No sabía si ella se sentía mejor cuando lo hacía. Pero él se sentía en la gloria cuando la tenía entre sus brazos. La sentía segura, protegida, y solo cuando ella no corría peligro, él podía ser feliz.
(tu name) quería gritarle, reprocharle lo cruel y odioso que era. Pero estaba demasiado conmocionada por su repentino cambio de actitud ¡La iba a volver loca! ¡Que se decidiera de una vez! ¿Iba a ser un déspota y malvado mujeriego o su tierno y adorado amigo? ¡No podía ser ambas cosas! Iba a conseguir que le estallase la cabeza.
Joe notó como ella se relajaba entre sus brazos. Le acarició suavemente el cabello y la miró a la cara. Tenía el ceño fruncido, como si no entendiese sus propios pensamientos. La abrazo un poco más y le besó con ternura la sien. Dejaría que se serenase un poco más antes de preguntarle qué le pasaba.
-¡Estás loco! -exclamó (tu name), tras recapacitarlo mucho.
Joe se sorprendió y se apartó confundido de ella ¿A qué venía ahora eso? No era él el que se había levantado como un energúmeno tirándola de la cama a empujones.
Lo había maltratado y encima se atrevía a insultarlo ¿Qué se creía? Se levantó de la cama de un salto y la contempló desde su nueva posición de superioridad, con el ceño fruncido. Si era una de sus tácticas para tenerlo como un perrito a sus pies, ¡estaba equivocada!
- No sé que demonios te hayas fumado, esnifado o tomado. Pero en tu vida me vuelvas a tratar como lo has hecho antes -ordenó finalmente (tu name), levantándose para enfrentarlo.
- ¿De qué hablas? -replicó Joe como si no fuese con él.
- Si estás acostumbrado a darle la espalda a tus conquistas después de obtener lo que quieres de ellas, me parece perfecto. Yo no tengo el más mínimo interés en dormir en tus brazos -mintió (tu name), agradeciendo sonar sincera- Pero que nunca más se te ocurra tratarme como un trozo de carne, al que después de serte útil lo desechas como si no valiese nada -protestó furiosa.
Joe la miró perplejo. No se había dado cuenta de que en su intento de no parecer dependiente de ella, la había apartado con brusquedad. Entendía que se hubiese enfadado con él por dicho trato. Pero ahora era él el ofendido ¿No quería estar entre sus brazos? ¡Perfecto! No volvería a tocarla. Al menos, de una forma tierna y protectora. Ya se estaba descubriendo como era en realidad. No necesitaba a nadie que le diese cariño. Era tan fría como su madre. Una mujer sin corazón, que lo utilizaba para satisfacer sus egoístas propósitos. Él no significaba nada para ella
- Solo quería dormir un poco -espetó Joe en un tono neutro.
- Pues en tu casa tienes una cama muy cómoda esperándote -replicó (tu name) irritada.
Su orgullo le decía que recogiese su ropa y se largase de allí. Su cuerpo le decía que la abrazase, la besase y le hiciese de nuevo el amor. Pero no le hizo caso a ninguno de los dos.
Se acercó lentamente, con pasos pesados y mirada fulminante. Le arrebató la sábana y se acostó tapándose con ella. No podía irse, porque sabía que si lo hacía nunca lo dejaría volver. Se juró que ese era el motivo y no que quisiese dormir con ella. El enfado solo se le pasaría si ella estaba cerca. Si había aprendido algo de ella con los años era que sus enfados eran una tormenta que no se calmaba con ninguna suplica ni explicación. Pero se les pasaban rápido. Volvería a sonreírle en cuanto se calmase un poco. Eso sí, estaba seguro de que se lo recordaría de por vida.
Estaba furiosa. Él muy ¡imbécil se había atrevido a ignorarla, meterse en la cama y taparse con su sábana dejándola desnuda en medio de la habitación ¡Desgraciado! No pensaba perdonarle por todo lo que le estaba haciendo. Si creía que se iba a salir con la suya, no podía ser más ingenuo. Pero no esa noche. Dormiría un poco y pensaría en la forma más adecuada de descuartizarlo sin que hubiese pruebas en su contra.
Rodeó la cama para acostarse en el lado opuesta al de él. Se acostó dándole la espalda con un gesto exagerado para que él notase que no lo quería cerca, y tiró de la sábana dejándolo sin su protección. Joe sonrió satisfecho. Estaba furiosa y probablemente estuviese imaginando formas de torturarlo, cada una más dolorosa que la anterior. Pero no era un enfado real. Cuando ella se enfadaba de verdad con él podía ver la decepción en sus ojos, la pena en sus palabras, y no permitía que estuviese en la misma habitación que ella. Solo la había visto una vez así, el día que le dijo que se iba de la ciudad para vivir con su madre. Desde ese día hasta que se marchó no dejó que la viese. Tardó un mes, después de instalarse, en que ella le contestase a una carta o una llamada. Para ello solo había tenido que llamarla diariamente mañana, tarde y noche, y rogarles a todos sus conocidos que le diesen sus recados. Pero ella había cedido finalmente y habían vuelto a entablar la misma íntima relación.
Sonrió con el recuerdo de la pequeña rubia de ojos turquesas llorosos porque él la dejaba. Recordó lo mucho que lo ayudó en los malos momentos aunque en la distancia ella no supiese qué le pasaba.
No pudo evitarlo, se giró la cogió por la cintura y le dio la vuelta hasta estrecharla contra su pecho. La apretó con toda la fuerza que le fue posible sin hacerle daño y hundió el rostro en su pelo.
(tu name) protestó y pataleó intentando quitárselo de encima. Pero notó su cuerpo tenso y un suave estremecimiento que lo recorría. Algo le pasaba. Se dijo que eso a ella no debía importarle. Pero le importaba. Cedería y le daría ese abrazo que él necesitaba. Pero después lo mataría por haberla tratado mal.
Ella se acurrucó sobre su pecho y él saboreó el contacto sintiéndose de nuevo en paz. Y abrazados, ambos conciliaron el sueño
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 44
El despertador de (tu name) lo despertó. Lo apagó y se estirazó. Notó un pequeño peso sobre su pecho y un dulce olor a moras. Se incorporó un poco y la vio acurrucada aún sobre su pecho, dormida y preciosa. Con el pelo extendido por su brazo y hombro, creando una maraña que le hacía cosquillas sobre la piel desnuda.
¡Desnuda! La miró de hito a hito ¡Era perfecta! Suave, bella y voluptuosa. Deseaba volver a hacerle el amor. Recordó la paz que sintió al poseerla, la felicidad que obtuvo tras adorar aquel maravilloso cuerpo. Quería repetirlo de nuevo.
Pero el miedo y el recuerdo de sus propias palabras regresaron para quedarse. "No dejaría que ninguna mujer lo utilizase a su antojo". No lo permitiría. Se recriminó por haber cedido y haber sido tan débil de haberla buscado para abrazarla, a pesar de que ella misma había afirmado no querer que lo hiciese. Era el peor de los peleles.
(Tu name) comenzó a despertarse y notó la calidez de la piel bajo su tacto. Sonrió al reconocer al dueño del cuerpo esbelto y duro al que estaba abrazada. Se estirazó suavemente y apartó su cabello para verle la cara. Estaba serio y la fulminaba con la mirada. Entonces recordó sus cambios de humor y todo lo sucedido la noche anterior. También que ella estaba enfadada. En ese momento no lo estaba, pero pensaba hacer tremendamente bien el papel. Si él tenía derecho a enfadarse con ella sin razón, ella debería hacerlo también ya que si tenía razones.
Tras levantarse de la forma más rápida que le fue posible, dejando caer una mirada despreciativa sobre él, caminó hacía el baño. Se paró en la puerta y sin girarse se dirigió a él en un tono de fingida tranquilidad.
- En el armario tiene que haber alguna playera tuya, por si quieres cambiarte antes de ir a clases -comentó (tuname) entrando en el baño.
Joe aceptó la sugerencia, aunque pensó que antes no le vendría mal una ducha. Abrió el armario y se encontró con una infinidad de vestidos, blusas, faldas y pantalones, de telas finas y cortes sensuales. Nunca había abierto un armario de ella. Lo normal era que ella estuviese en casa de él, no al revés. Pero cuando él iba a visitarla, solían estar en la puerta de su casa, sentados en la escalera jugando y peleando a una distancia prudente de las ojos indiscretos de su madre.
Tras haber memorizado cada prenda y habérsela imaginado con ellas, y a él quitándoselas, comenzó a buscar algo para ponerse. Encontró un cajón lleno con cosas de él. Ropa, recuerdos, regalos,.. Vio algo que no encajaba allí. Una camiseta que no era suya. Pero le era conocida. Era la misma camiseta que ella había dicho a Lincoln que se quedaría, el día que los había encontrado juntos en casa de este. Ahora entendía que un hombre como él se hubiese fijado en una mujer como ella. Lincoln si había visto lo bella y sensual que era. Pero no se había dejado engañar por ella. Cuando ella se cansó de él y le dio la patada, sin piedad, él no había lloriqueado. Lincoln conocía a las arpías como ella y no se la había tomado en serio. Cuando ella terminó con él...
Hizo cálculos del día en que eso pasó ¡La noche de la fiesta de disfraces! Se habían dado su primer beso cuando ella aún estaba con Lincoln ¿Lo sabría él? ¿Sería verdad que fue ella la que lo dejó a él? ¿O la habría dejado él al enterarse de lo que había hecho?
(Tu name) salió del baño y se quedó algo aturdida al ver como Joe miraba atónito una camiseta. Se acercó un poco, sin que él notase aún su cercanía, y la reconoció. La camiseta que Lincoln le había regalado ¿Qué nuevo delirio estaría maquinando su mal pensada cabecita? Se irritó al pensar en soportar un nuevo número de celos y de furia injustificada. Se acercó a él, llegando por su espalda, le quitó la camiseta y tras doblarla cuidadosamente, la guardó en otro cajón.
Él quería espetarle a la cara todo lo que pensaba de ella. Decirle que era una arpía sin sentimientos, que utilizaba a los hombres a su antojo y que él no sería uno de ellos. Le habrían encantado poder lograr decir todo eso. O cualquier otra cosa. Pero en cuanto la vio, envuelta en la blanca toalla, con el pelo mojado y salpicada de pequeñas gotitas por toda su piel desnuda, fue incapaz de soltar otra cosa que no fuese un gruñido. La observó por toda la habitación, moviéndose como si él no estuviese allí, preparando la ropa que se iba a poner. La muy perversa había elegido un conjunto de ropa interior de encaje negro.
Tras colocar todo sobre la cama se giró para mirarlo con una impaciente mirada.
- Ya puedes entrar en el baño. Por si quieres ducharte o adecentarte un poco -sugirió (tu name) empujándolo en esa dirección- Mientras yo me visto.
Él quería verla vestirse, y desvestirla después. Se dejó arrastrar al baño. Pero una vez llegados a la puerta, cuando ella se giró para regresar al cuarto, él la cogió por la cintura y la metió dentro con él.
- Vamos a ducharnos -afirmó Joe desvistiéndose.
- Yo ya me he duchado -aclaró (tu name) señalado su pelo mojado.
- Nadie te dijo que lo hiciese sola -dijo Joe como si hubiese aclarado cualquier duda con una gran explicación.
Tras desnudarse por completo, le quitó la toalla a ella, mientras que esta no dejaba de protestar. La cogió en brazos y la dejó bajo el chorro de agua, acorralándola para que no pudiese salir. Se enjabonó todo el cuerpo y se acercó al chorro de agua donde ella estaba para aclararse. La abrazó para que no se escapase mientras dejaba que el agua templada se llevase cualquier rastro de espuma de su bronceada piel.
Estaba sufriendo la mayor de las torturas. Deseaba rodearle la cintura con sus piernas y que él estuviese muy dentro de ella. Poder besar cada centímetro de aquella deliciosa piel. Pero él no parecía tenerla allí para hacerle el amor. La quería tener cerca para asegurarse de que no se escapaba. Como si fuese un objeto nuevo que había adquirido y quería verlo una y otra vez, hasta que la novedad pasase y el interés por la adquisición se evaporase.
Joe quería poseerla allí mismo. No entendía como se podía controlar. Pero no debía hacerlo. No sería bueno para su orgullo ceder de nuevo. Mentira. El único motivo por el que no la había empujado contra la pared y penetrado con ansia, era que se había olvidado los preservativos en el cuarto. Pero al menos podría disfrutar de su cuerpo y abrazarla con la excusa de retenerla.
Era patético, se dijo. Que fingiese no ser su perrito faldero no hacía menos verdad que se había convertido en él desde que la hizo suya la primera vez. Quizás antes. Puede que siempre lo hubiese sido. Pero con la excusa de que solo eran amigos, no le había importado. Para ella habría sido la relación perfecta. No tenía que dar nada y lo obtenía todo de él. Pero ahora tenía que sacrificarse y cederle su cuerpo ¡No le extrañaba que quisiese recuperarlo como amigo! Así se ahorraba el tener que meterse en su cama.
¿Estaba obligándola a acostarse con él? ¿A su (tu name)? Una voz le dijo que no era su (tu name), que solo era una fachada, puros engaños para atraparlo. Pero él tenía demasiados recuerdos para saber que eso no era verdad. Se protegía de ella, sabía que debía hacerlo sino quería necesitarla tanto que fuese incapaz de vivir sin ella. Pero ¿sería capaz de hacerlo a costa de ella? ¿Podría utilizarla para satisfacer su lujuria y así poder dejar a un lado su obsesión por ella, sin importarle lo que ella sintiese?
La soltó con brusquedad y salió de la ducha a toda prisa dejando a una (tu name) conmocionada y aturdida. Ya empezaba a acostumbrarse a ese estado ¡Que Dios le diese paciencia! Si ese cavernícola la despreciaba otra vez, haría picadillo de cretino con patatas.
Eso le recordó que tenía hambre. Y con sus habituales cambios de humor, que solo Joe comprendía, recogió la toalla. Entró en el cuarto ignorando al hombre allí presente y se vistió, como si nadie la viese. Escuchó un gemido cuando dejó caer la toalla. Un gruñido lo sucedió al colocarse la ropa interior. Y un sin fin de maldiciones se escucharon como fondo mientras ella se embutía unos vaqueros ajustados y una camisa ancha de la cual solo se puso dos botones. Tras ponerse unas botas de tacón del mismo ocre que su abrigo, escondió su melena mojada en un gorro de algodón. Y con prisa porque llegaban tarde a clases, se encaminó a la puerta.
No iba a perder su tiempo peleando con un orangután que ni sabía lo que quería. Desayunaría, iría a clases y después planearía su muerte. Lenta y dolorosa.
¿Y él se había planteado que le estaba haciendo daño? se reprochó Joe, corriendo tras la mujer que estaba apunto de dejarlo encerrado en su apartamento. Para hacerle daño a alguien primero debe tener corazón. Y esa pequeña víbora ni sabía lo que era eso. Se divertía torturándolo. Lo menos que podía hacer a cambio era obtener sus favores. No se iba a recriminar por no tratarla de las mejores formas ¡No se las merecía!
El despertador de (tu name) lo despertó. Lo apagó y se estirazó. Notó un pequeño peso sobre su pecho y un dulce olor a moras. Se incorporó un poco y la vio acurrucada aún sobre su pecho, dormida y preciosa. Con el pelo extendido por su brazo y hombro, creando una maraña que le hacía cosquillas sobre la piel desnuda.
¡Desnuda! La miró de hito a hito ¡Era perfecta! Suave, bella y voluptuosa. Deseaba volver a hacerle el amor. Recordó la paz que sintió al poseerla, la felicidad que obtuvo tras adorar aquel maravilloso cuerpo. Quería repetirlo de nuevo.
Pero el miedo y el recuerdo de sus propias palabras regresaron para quedarse. "No dejaría que ninguna mujer lo utilizase a su antojo". No lo permitiría. Se recriminó por haber cedido y haber sido tan débil de haberla buscado para abrazarla, a pesar de que ella misma había afirmado no querer que lo hiciese. Era el peor de los peleles.
(Tu name) comenzó a despertarse y notó la calidez de la piel bajo su tacto. Sonrió al reconocer al dueño del cuerpo esbelto y duro al que estaba abrazada. Se estirazó suavemente y apartó su cabello para verle la cara. Estaba serio y la fulminaba con la mirada. Entonces recordó sus cambios de humor y todo lo sucedido la noche anterior. También que ella estaba enfadada. En ese momento no lo estaba, pero pensaba hacer tremendamente bien el papel. Si él tenía derecho a enfadarse con ella sin razón, ella debería hacerlo también ya que si tenía razones.
Tras levantarse de la forma más rápida que le fue posible, dejando caer una mirada despreciativa sobre él, caminó hacía el baño. Se paró en la puerta y sin girarse se dirigió a él en un tono de fingida tranquilidad.
- En el armario tiene que haber alguna playera tuya, por si quieres cambiarte antes de ir a clases -comentó (tuname) entrando en el baño.
Joe aceptó la sugerencia, aunque pensó que antes no le vendría mal una ducha. Abrió el armario y se encontró con una infinidad de vestidos, blusas, faldas y pantalones, de telas finas y cortes sensuales. Nunca había abierto un armario de ella. Lo normal era que ella estuviese en casa de él, no al revés. Pero cuando él iba a visitarla, solían estar en la puerta de su casa, sentados en la escalera jugando y peleando a una distancia prudente de las ojos indiscretos de su madre.
Tras haber memorizado cada prenda y habérsela imaginado con ellas, y a él quitándoselas, comenzó a buscar algo para ponerse. Encontró un cajón lleno con cosas de él. Ropa, recuerdos, regalos,.. Vio algo que no encajaba allí. Una camiseta que no era suya. Pero le era conocida. Era la misma camiseta que ella había dicho a Lincoln que se quedaría, el día que los había encontrado juntos en casa de este. Ahora entendía que un hombre como él se hubiese fijado en una mujer como ella. Lincoln si había visto lo bella y sensual que era. Pero no se había dejado engañar por ella. Cuando ella se cansó de él y le dio la patada, sin piedad, él no había lloriqueado. Lincoln conocía a las arpías como ella y no se la había tomado en serio. Cuando ella terminó con él...
Hizo cálculos del día en que eso pasó ¡La noche de la fiesta de disfraces! Se habían dado su primer beso cuando ella aún estaba con Lincoln ¿Lo sabría él? ¿Sería verdad que fue ella la que lo dejó a él? ¿O la habría dejado él al enterarse de lo que había hecho?
(Tu name) salió del baño y se quedó algo aturdida al ver como Joe miraba atónito una camiseta. Se acercó un poco, sin que él notase aún su cercanía, y la reconoció. La camiseta que Lincoln le había regalado ¿Qué nuevo delirio estaría maquinando su mal pensada cabecita? Se irritó al pensar en soportar un nuevo número de celos y de furia injustificada. Se acercó a él, llegando por su espalda, le quitó la camiseta y tras doblarla cuidadosamente, la guardó en otro cajón.
Él quería espetarle a la cara todo lo que pensaba de ella. Decirle que era una arpía sin sentimientos, que utilizaba a los hombres a su antojo y que él no sería uno de ellos. Le habrían encantado poder lograr decir todo eso. O cualquier otra cosa. Pero en cuanto la vio, envuelta en la blanca toalla, con el pelo mojado y salpicada de pequeñas gotitas por toda su piel desnuda, fue incapaz de soltar otra cosa que no fuese un gruñido. La observó por toda la habitación, moviéndose como si él no estuviese allí, preparando la ropa que se iba a poner. La muy perversa había elegido un conjunto de ropa interior de encaje negro.
Tras colocar todo sobre la cama se giró para mirarlo con una impaciente mirada.
- Ya puedes entrar en el baño. Por si quieres ducharte o adecentarte un poco -sugirió (tu name) empujándolo en esa dirección- Mientras yo me visto.
Él quería verla vestirse, y desvestirla después. Se dejó arrastrar al baño. Pero una vez llegados a la puerta, cuando ella se giró para regresar al cuarto, él la cogió por la cintura y la metió dentro con él.
- Vamos a ducharnos -afirmó Joe desvistiéndose.
- Yo ya me he duchado -aclaró (tu name) señalado su pelo mojado.
- Nadie te dijo que lo hiciese sola -dijo Joe como si hubiese aclarado cualquier duda con una gran explicación.
Tras desnudarse por completo, le quitó la toalla a ella, mientras que esta no dejaba de protestar. La cogió en brazos y la dejó bajo el chorro de agua, acorralándola para que no pudiese salir. Se enjabonó todo el cuerpo y se acercó al chorro de agua donde ella estaba para aclararse. La abrazó para que no se escapase mientras dejaba que el agua templada se llevase cualquier rastro de espuma de su bronceada piel.
Estaba sufriendo la mayor de las torturas. Deseaba rodearle la cintura con sus piernas y que él estuviese muy dentro de ella. Poder besar cada centímetro de aquella deliciosa piel. Pero él no parecía tenerla allí para hacerle el amor. La quería tener cerca para asegurarse de que no se escapaba. Como si fuese un objeto nuevo que había adquirido y quería verlo una y otra vez, hasta que la novedad pasase y el interés por la adquisición se evaporase.
Joe quería poseerla allí mismo. No entendía como se podía controlar. Pero no debía hacerlo. No sería bueno para su orgullo ceder de nuevo. Mentira. El único motivo por el que no la había empujado contra la pared y penetrado con ansia, era que se había olvidado los preservativos en el cuarto. Pero al menos podría disfrutar de su cuerpo y abrazarla con la excusa de retenerla.
Era patético, se dijo. Que fingiese no ser su perrito faldero no hacía menos verdad que se había convertido en él desde que la hizo suya la primera vez. Quizás antes. Puede que siempre lo hubiese sido. Pero con la excusa de que solo eran amigos, no le había importado. Para ella habría sido la relación perfecta. No tenía que dar nada y lo obtenía todo de él. Pero ahora tenía que sacrificarse y cederle su cuerpo ¡No le extrañaba que quisiese recuperarlo como amigo! Así se ahorraba el tener que meterse en su cama.
¿Estaba obligándola a acostarse con él? ¿A su (tu name)? Una voz le dijo que no era su (tu name), que solo era una fachada, puros engaños para atraparlo. Pero él tenía demasiados recuerdos para saber que eso no era verdad. Se protegía de ella, sabía que debía hacerlo sino quería necesitarla tanto que fuese incapaz de vivir sin ella. Pero ¿sería capaz de hacerlo a costa de ella? ¿Podría utilizarla para satisfacer su lujuria y así poder dejar a un lado su obsesión por ella, sin importarle lo que ella sintiese?
La soltó con brusquedad y salió de la ducha a toda prisa dejando a una (tu name) conmocionada y aturdida. Ya empezaba a acostumbrarse a ese estado ¡Que Dios le diese paciencia! Si ese cavernícola la despreciaba otra vez, haría picadillo de cretino con patatas.
Eso le recordó que tenía hambre. Y con sus habituales cambios de humor, que solo Joe comprendía, recogió la toalla. Entró en el cuarto ignorando al hombre allí presente y se vistió, como si nadie la viese. Escuchó un gemido cuando dejó caer la toalla. Un gruñido lo sucedió al colocarse la ropa interior. Y un sin fin de maldiciones se escucharon como fondo mientras ella se embutía unos vaqueros ajustados y una camisa ancha de la cual solo se puso dos botones. Tras ponerse unas botas de tacón del mismo ocre que su abrigo, escondió su melena mojada en un gorro de algodón. Y con prisa porque llegaban tarde a clases, se encaminó a la puerta.
No iba a perder su tiempo peleando con un orangután que ni sabía lo que quería. Desayunaría, iría a clases y después planearía su muerte. Lenta y dolorosa.
¿Y él se había planteado que le estaba haciendo daño? se reprochó Joe, corriendo tras la mujer que estaba apunto de dejarlo encerrado en su apartamento. Para hacerle daño a alguien primero debe tener corazón. Y esa pequeña víbora ni sabía lo que era eso. Se divertía torturándolo. Lo menos que podía hacer a cambio era obtener sus favores. No se iba a recriminar por no tratarla de las mejores formas ¡No se las merecía!
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 45
(tu name) asistió a sus clases algo nerviosa, incapaz de concentrarse en nada en absoluto. Ya era un hecho ¡Eran amantes! ¿Cómo se debía comportar a partir de ahora? Eso era un misterio que no conseguía obtener respuesta. Habían compartido mayor intimidad de lo que nunca había conseguido con nadie. Sin embargo, se sentía más lejos de él que nunca. Se sentía como un barco a la deriva, dejándose llevar por los acontecimientos. Y no estaba acostumbrada a que eso pasase. Lo normal era que todo su mundo estuviese bajo control. Bajo su control. Pero ya nada lo estaba. Sus estúpidas emociones no la dejaban pensar con frialdad ¿Por qué se tendría que haber enamorado de él? Aunque seguramente siempre lo habría estado. Por eso era incapaz de tomarse en serio a ningún hombre. Por eso nunca se había enamorado antes. Ya lo estaba, ¡de él!
¡Maldito fuera! Su vida sería más fácil si él fuese uno más. Mucho más fácil, se dijo suspirando mientras caminaba por los pasillos hasta su última clase. En la puerta como todos los lunes a esa hora, la esperaba Lincoln para dar esa clase juntos. Al pasar junto a él, ni lo miró. Él hizo caso omiso del hecho y le cubrió los hombros con un brazo mientras se encaminaba a su asiento.
La clase comenzó y tras varios intentos por parte de Lincoln por entablar una conversación, (tu name) le pidió que se callase que deseaba atender a esa clase. Él era muy consciente de que eso no era cierto e insistió en darle charla.
- ¿Vas a contarme o vas a esperar a que me cuente él? -preguntó él muchacho, seguro de que sabría lo que ocurría antes de que acabase el día.
- No entiendo qué haces aquí -cambió de tema (tu name) sin inmutarse por la perspicacia de su amigo- ¿No tienes una empresa que dirigir?
- Sí y una novia a la que consentir. Pero tengo tiempo para todas -comentó con una sonrisa pícara.
- Reza para que no lo malinterprete y se lo diga a Mai o te quedarás sin tus apreciados testículos.
- ¡Uy, no! -replicó el joven tapándose la zona mencionada- Les he cogido mucho cariño con los años.
Y Mai también. No creo que haga nada en contra de ellos. No podríamos tener hijos, entonces.
- ¿Hijos? -repitió abriendo los ojos como platos- ¡Dime que cuando mencionas tal cosa Mai te pega! -ordenó (tu name) exigente.
- Sí, y no entiendo por qué -informó extrañado.
- Porque la he enseñado bien -contestó risueña mientras se levantaba al terminar la clase.
Miley y ella siempre habían sido de la opinión de que el amor no existe tal cual dicen los cuentos de hadas, solo la satisfacción de las necesidades, carnales o emocionales. Su amiga no tenía las ideas tan claras. Ella pensaba que el amor si existía, aunque fuese doloroso. Pero (tu name) siempre había opinado que si provocaba dolor, no merecía la pena sentir ese devastador sentimiento. Pero claro para ella había sido fácil. Había estado enamorada -aunque no lo supiese- de un hombre que la adoraba y le daría todo lo que le pidiese. Pero ahora que sabía que lo amaba y él la despreciaba, entendía que era doloroso e inevitable. Por mucho que quisiese dejar de amarlo y alejarse, no podía.
Lincoln vio la cara de pura tristeza de su amiga y la agarró suavemente por los brazos, haciendo que se parase frente a él. Espero unos segundos a que saliese de sus atormentados pensamientos. Viendo que no lo hacía, colocó con ternura una mano bajo su mentón y lo alzó hasta mirarla a los ojos.
- Preciosa cuéntame qué te pasa -le rogó su amigo preocupado.
- Nada -fue capaz de decir con una leve sonrisa.
- Él te quiere como antes. Es solo que esta confundido. No se esperaba que fueses tan... -no supo como justificarlo más, porque en realidad no lo entendía. Cada día estaba más convencido de que Joe se estaba volviendo loco. Si él hubiese compartido con alguien lo que ellos habían tenido, nunca habría destrozado tal milagro por, Dios sabe qué estupidez que le pasaba por la cabeza a ese cretino. Pero él no era nadie para juzgarlo.
- ¿Tan? ¿Tan qué? Si no le gusta como soy lo podría entender y aceptar. Lo que no soporto es que me desprecie y aún así me busque -comentó (tu name) alterada.
- ¿Qué quieres de él (tu name)? -preguntó intentando poner luz al asunto.
- ¡A él! ¡Lo quiero a él! -afirmó ella tragándose todo su dolor.
- Te conozco. Eres de las pocas personas que son tan claras y sinceras que es imposible no conocer si pones atención -señaló con un tono de admiración- Y como hombre y como amigo, puedo afirmar sin ninguna duda de que si lo que quieres es a él, no te costaría nada conseguirlo.
- ¡En mi cama! ¡Vaya cosa! -exclamó exasperada.
- Puedes conseguir lo que quieras de él. Como siempre has hecho con todos. Pero además, tienes la ventaja de que a él lo conoces mucho más -explicó Lincoln con una sonrisa malévola- Los hombres nunca te han intimidado.
- Pero él no es un hombre. Es Joe ¡Mi Joe! -exclamó (tu name) frustrada- No puedo tratarlo como a los demás. Él no...
¿Por qué no? ¿Por qué no iba a tratarlo como a un hombre más? Él se comportaba como los demás. La buscaba solo por su cuerpo. Ignoraba su personalidad y sus sentimientos como el resto de los hombres. Sería capaz de hacer cualquier cosa por llevársela a la cama, como el resto de los hombres. Definitivamente era un hombre más.
- Veo que ya te has dado cuenta -afirmó Lincoln sonriendo ante la expresión de felicidad que se estaba formando en el rostro de su amiga.
- ¡Oh, sí! -corroboró (tu name) muy sonriente- Si él prefiere ser un hombre a mi amigo, tendrá que correr con las consecuencias -declaró mordiéndose el labio mientras planeaba su siguiente movimiento.
- ¡Al fin! Volvió la (tu name) que todos queremos, admiramos y, especialmente los hombres, tememos -dijo su amigo con sorna.
- ¡Aja! He estado algo confundida por eso de enamorarme y demás -explicó (tu name) como si de algo sin importancia se tratase- Pero mi querido Joe va a conocer a la verdadera (tu name) ¿Piensa que soy mala? Pues no es nada para lo que le espera.
- En realidad, piensa que eres perversa –corrigió Lincoln.
- ¡Y tiene razón! Pero démosle más motivos para que lo piense -dijo la rubia con una sonrisa traviesa- Mientras este distraída maquinando contra ese imbécil, será más difícil que me afecten sus desaires.
- Tomártelo como un reto o un juego es bueno para que no te afecte. Pero no olvides la meta -le recordó el muchacho con comprensión.
- ¿Matarlo? -se burló la chica irritada por todos los recuerdos de la noche anterior.
- ¡Recuperarlo! -rectificó entre risas.
- Yo sabía que terminaba en "arlo".
Tras despedirse, algo más animada, de su amigo, (tu name) se marchó a casa. Tenía toda una tarde por delante de trabajo, donde Joe no la molestaría. Podría pensar con serenidad cual sería su próximo movimiento. Conocía a su amigo como bien había dicho Lincoln. Sabía cuales eran sus puntos débiles. Y entonces recordó algo.
¡El parque!
¡Oh, sí! Sería perfecto para lo que tenía planeado. Joe dejaría claro si seguía sintiendo algo por ella después de esa noche. Si seguía siendo el mismo de siempre, o le daba igual lo que ella hiciese con su vida.
Satisfecha con su plan se dispuso a preparar todo lo necesario. Feliz de poder conseguir entender al neandertal que tenía de amigo. O de amante.
Lincoln quería un hoyo donde meterse. Después de aconsejar a (tu name) que jugase un poco con Joe para que se espabilase y dejase de tratarla tan mal, se lo encuentra hecho un Cristo en su siguiente clase ¡No entendía a su amigo! Si la quería y le afectaba tanto lo que hacía ¿por qué la trataba tan mal?
Se sentó junto a él, que estaba sentado en la última fila, con la cabeza hundida entre los brazos, apoyado sobre la mesa. Esperó a que se incorporara para hablarle, pero no lo hizo.
- Y a ti ¿qué te pasa? -preguntó Lincoln irritado por ser incapaz de comprenderlo.
- ¡Nada! ¡Déjame! -ordenó Joe sin levantar la vista de la mesa.
Estaba de mal humor. Y aunque Lincoln no tenía ningunas ganas de que la pagase con él, decidió quedarse. Había aconsejado a su amiga, y debía hacer lo mismo con él.
- Acabo de tener una clase con (tu name) -sonrió al ver como él lo miraba expectante- Ya se ha ido a casa -dijo mientras su amigo volvía a hundirse sobre la mesa.
Estaba claro que Joe estaba interesado en (tu name). Bueno, todos los hombres que conocía lo estaban. Él mismo lo había estado. Pero Joe tenía el aspecto de ser un hombre atormentado por sus sentimientos.
No entendía como dos personas que se querían tanto no estaban juntas. Eran el ejemplo claro del amor. Sin embargo, seguían haciéndose daño. Pero al menos, sabía por qué lo hacía (tu name).
Estaba apunto de sacar otro tema de conversación, ya que no sabía qué decirle. Pero sonó su teléfono. (Tu name) le mandó un mensaje.
"Dile a Joe que hemos hablado y te he comentado que saldré con un amigo esta noche, a un parque"
¿A un parque? ¿Qué parque? No tenía sentido. Pero si ella así lo quería es que era parte de su plan.
La ayudaría como ella ayudó a que estuviese con Miley.
- ¿Tú lo conoces? -preguntó Lincoln a su amigo, que aún seguía hundido sobre la mesa.
- ¿Qué? ¿Quién? -miró a su alrededor con desgana, buscando a la persona de la que hablaba.
- Al chico con el que va a salir (tu name) esta noche ¿lo conoces? -preguntó de nuevo, sonriendo por la reacción de su amigo. Estaba claro que el plan de (tu name) funcionaba. Joe estaba tan furioso que parecía querer matarlo a él, aunque solo fuese el mensajero.
- ¡Ella no va a salir con nadie esta noche! -afirmó Joe, seguro de que si ella lo hacía acabaría haciendo una locura.
- Yo solo sé lo que me ha dicho -explicó Lincoln con inocencia.
- ¿Qué te ha dicho? -exigió saber sin paciencia.
- Que esta noche había quedado con un chico -llevó a cabo las órdenes de su amiga, y observó como se le transformaba la cara en pura ira a su amigo- ¡En un parque!
La cara de Joe ya no se podía describir con la ira. Era dolor y sorpresa. Se quedó mirándolo como si viese a través de él. Perplejo. Inmóvil.
"¡En un parque!". No se atrevería a llevar a nadie al parque. No podía hacerle eso. Por muy rastrera que fuese, no podía hacerle algo así. Ella no sería tan cruel.
De repente, para Joe todo lo pasado en esos últimos meses desapareció y solo quedó el pasado. Un pasado juntos. En el que vivieron muchas cosas. Tantas historias juntos que era difícil recordarlas todas.
Nadie iría a ese parque con (tu name). Sabía muy bien lo que significaba ese parque. Él mismo le dio el significado. Ella no iría con nadie. No se lo permitiría.
(tu name) asistió a sus clases algo nerviosa, incapaz de concentrarse en nada en absoluto. Ya era un hecho ¡Eran amantes! ¿Cómo se debía comportar a partir de ahora? Eso era un misterio que no conseguía obtener respuesta. Habían compartido mayor intimidad de lo que nunca había conseguido con nadie. Sin embargo, se sentía más lejos de él que nunca. Se sentía como un barco a la deriva, dejándose llevar por los acontecimientos. Y no estaba acostumbrada a que eso pasase. Lo normal era que todo su mundo estuviese bajo control. Bajo su control. Pero ya nada lo estaba. Sus estúpidas emociones no la dejaban pensar con frialdad ¿Por qué se tendría que haber enamorado de él? Aunque seguramente siempre lo habría estado. Por eso era incapaz de tomarse en serio a ningún hombre. Por eso nunca se había enamorado antes. Ya lo estaba, ¡de él!
¡Maldito fuera! Su vida sería más fácil si él fuese uno más. Mucho más fácil, se dijo suspirando mientras caminaba por los pasillos hasta su última clase. En la puerta como todos los lunes a esa hora, la esperaba Lincoln para dar esa clase juntos. Al pasar junto a él, ni lo miró. Él hizo caso omiso del hecho y le cubrió los hombros con un brazo mientras se encaminaba a su asiento.
La clase comenzó y tras varios intentos por parte de Lincoln por entablar una conversación, (tu name) le pidió que se callase que deseaba atender a esa clase. Él era muy consciente de que eso no era cierto e insistió en darle charla.
- ¿Vas a contarme o vas a esperar a que me cuente él? -preguntó él muchacho, seguro de que sabría lo que ocurría antes de que acabase el día.
- No entiendo qué haces aquí -cambió de tema (tu name) sin inmutarse por la perspicacia de su amigo- ¿No tienes una empresa que dirigir?
- Sí y una novia a la que consentir. Pero tengo tiempo para todas -comentó con una sonrisa pícara.
- Reza para que no lo malinterprete y se lo diga a Mai o te quedarás sin tus apreciados testículos.
- ¡Uy, no! -replicó el joven tapándose la zona mencionada- Les he cogido mucho cariño con los años.
Y Mai también. No creo que haga nada en contra de ellos. No podríamos tener hijos, entonces.
- ¿Hijos? -repitió abriendo los ojos como platos- ¡Dime que cuando mencionas tal cosa Mai te pega! -ordenó (tu name) exigente.
- Sí, y no entiendo por qué -informó extrañado.
- Porque la he enseñado bien -contestó risueña mientras se levantaba al terminar la clase.
Miley y ella siempre habían sido de la opinión de que el amor no existe tal cual dicen los cuentos de hadas, solo la satisfacción de las necesidades, carnales o emocionales. Su amiga no tenía las ideas tan claras. Ella pensaba que el amor si existía, aunque fuese doloroso. Pero (tu name) siempre había opinado que si provocaba dolor, no merecía la pena sentir ese devastador sentimiento. Pero claro para ella había sido fácil. Había estado enamorada -aunque no lo supiese- de un hombre que la adoraba y le daría todo lo que le pidiese. Pero ahora que sabía que lo amaba y él la despreciaba, entendía que era doloroso e inevitable. Por mucho que quisiese dejar de amarlo y alejarse, no podía.
Lincoln vio la cara de pura tristeza de su amiga y la agarró suavemente por los brazos, haciendo que se parase frente a él. Espero unos segundos a que saliese de sus atormentados pensamientos. Viendo que no lo hacía, colocó con ternura una mano bajo su mentón y lo alzó hasta mirarla a los ojos.
- Preciosa cuéntame qué te pasa -le rogó su amigo preocupado.
- Nada -fue capaz de decir con una leve sonrisa.
- Él te quiere como antes. Es solo que esta confundido. No se esperaba que fueses tan... -no supo como justificarlo más, porque en realidad no lo entendía. Cada día estaba más convencido de que Joe se estaba volviendo loco. Si él hubiese compartido con alguien lo que ellos habían tenido, nunca habría destrozado tal milagro por, Dios sabe qué estupidez que le pasaba por la cabeza a ese cretino. Pero él no era nadie para juzgarlo.
- ¿Tan? ¿Tan qué? Si no le gusta como soy lo podría entender y aceptar. Lo que no soporto es que me desprecie y aún así me busque -comentó (tu name) alterada.
- ¿Qué quieres de él (tu name)? -preguntó intentando poner luz al asunto.
- ¡A él! ¡Lo quiero a él! -afirmó ella tragándose todo su dolor.
- Te conozco. Eres de las pocas personas que son tan claras y sinceras que es imposible no conocer si pones atención -señaló con un tono de admiración- Y como hombre y como amigo, puedo afirmar sin ninguna duda de que si lo que quieres es a él, no te costaría nada conseguirlo.
- ¡En mi cama! ¡Vaya cosa! -exclamó exasperada.
- Puedes conseguir lo que quieras de él. Como siempre has hecho con todos. Pero además, tienes la ventaja de que a él lo conoces mucho más -explicó Lincoln con una sonrisa malévola- Los hombres nunca te han intimidado.
- Pero él no es un hombre. Es Joe ¡Mi Joe! -exclamó (tu name) frustrada- No puedo tratarlo como a los demás. Él no...
¿Por qué no? ¿Por qué no iba a tratarlo como a un hombre más? Él se comportaba como los demás. La buscaba solo por su cuerpo. Ignoraba su personalidad y sus sentimientos como el resto de los hombres. Sería capaz de hacer cualquier cosa por llevársela a la cama, como el resto de los hombres. Definitivamente era un hombre más.
- Veo que ya te has dado cuenta -afirmó Lincoln sonriendo ante la expresión de felicidad que se estaba formando en el rostro de su amiga.
- ¡Oh, sí! -corroboró (tu name) muy sonriente- Si él prefiere ser un hombre a mi amigo, tendrá que correr con las consecuencias -declaró mordiéndose el labio mientras planeaba su siguiente movimiento.
- ¡Al fin! Volvió la (tu name) que todos queremos, admiramos y, especialmente los hombres, tememos -dijo su amigo con sorna.
- ¡Aja! He estado algo confundida por eso de enamorarme y demás -explicó (tu name) como si de algo sin importancia se tratase- Pero mi querido Joe va a conocer a la verdadera (tu name) ¿Piensa que soy mala? Pues no es nada para lo que le espera.
- En realidad, piensa que eres perversa –corrigió Lincoln.
- ¡Y tiene razón! Pero démosle más motivos para que lo piense -dijo la rubia con una sonrisa traviesa- Mientras este distraída maquinando contra ese imbécil, será más difícil que me afecten sus desaires.
- Tomártelo como un reto o un juego es bueno para que no te afecte. Pero no olvides la meta -le recordó el muchacho con comprensión.
- ¿Matarlo? -se burló la chica irritada por todos los recuerdos de la noche anterior.
- ¡Recuperarlo! -rectificó entre risas.
- Yo sabía que terminaba en "arlo".
Tras despedirse, algo más animada, de su amigo, (tu name) se marchó a casa. Tenía toda una tarde por delante de trabajo, donde Joe no la molestaría. Podría pensar con serenidad cual sería su próximo movimiento. Conocía a su amigo como bien había dicho Lincoln. Sabía cuales eran sus puntos débiles. Y entonces recordó algo.
¡El parque!
¡Oh, sí! Sería perfecto para lo que tenía planeado. Joe dejaría claro si seguía sintiendo algo por ella después de esa noche. Si seguía siendo el mismo de siempre, o le daba igual lo que ella hiciese con su vida.
Satisfecha con su plan se dispuso a preparar todo lo necesario. Feliz de poder conseguir entender al neandertal que tenía de amigo. O de amante.
Lincoln quería un hoyo donde meterse. Después de aconsejar a (tu name) que jugase un poco con Joe para que se espabilase y dejase de tratarla tan mal, se lo encuentra hecho un Cristo en su siguiente clase ¡No entendía a su amigo! Si la quería y le afectaba tanto lo que hacía ¿por qué la trataba tan mal?
Se sentó junto a él, que estaba sentado en la última fila, con la cabeza hundida entre los brazos, apoyado sobre la mesa. Esperó a que se incorporara para hablarle, pero no lo hizo.
- Y a ti ¿qué te pasa? -preguntó Lincoln irritado por ser incapaz de comprenderlo.
- ¡Nada! ¡Déjame! -ordenó Joe sin levantar la vista de la mesa.
Estaba de mal humor. Y aunque Lincoln no tenía ningunas ganas de que la pagase con él, decidió quedarse. Había aconsejado a su amiga, y debía hacer lo mismo con él.
- Acabo de tener una clase con (tu name) -sonrió al ver como él lo miraba expectante- Ya se ha ido a casa -dijo mientras su amigo volvía a hundirse sobre la mesa.
Estaba claro que Joe estaba interesado en (tu name). Bueno, todos los hombres que conocía lo estaban. Él mismo lo había estado. Pero Joe tenía el aspecto de ser un hombre atormentado por sus sentimientos.
No entendía como dos personas que se querían tanto no estaban juntas. Eran el ejemplo claro del amor. Sin embargo, seguían haciéndose daño. Pero al menos, sabía por qué lo hacía (tu name).
Estaba apunto de sacar otro tema de conversación, ya que no sabía qué decirle. Pero sonó su teléfono. (Tu name) le mandó un mensaje.
"Dile a Joe que hemos hablado y te he comentado que saldré con un amigo esta noche, a un parque"
¿A un parque? ¿Qué parque? No tenía sentido. Pero si ella así lo quería es que era parte de su plan.
La ayudaría como ella ayudó a que estuviese con Miley.
- ¿Tú lo conoces? -preguntó Lincoln a su amigo, que aún seguía hundido sobre la mesa.
- ¿Qué? ¿Quién? -miró a su alrededor con desgana, buscando a la persona de la que hablaba.
- Al chico con el que va a salir (tu name) esta noche ¿lo conoces? -preguntó de nuevo, sonriendo por la reacción de su amigo. Estaba claro que el plan de (tu name) funcionaba. Joe estaba tan furioso que parecía querer matarlo a él, aunque solo fuese el mensajero.
- ¡Ella no va a salir con nadie esta noche! -afirmó Joe, seguro de que si ella lo hacía acabaría haciendo una locura.
- Yo solo sé lo que me ha dicho -explicó Lincoln con inocencia.
- ¿Qué te ha dicho? -exigió saber sin paciencia.
- Que esta noche había quedado con un chico -llevó a cabo las órdenes de su amiga, y observó como se le transformaba la cara en pura ira a su amigo- ¡En un parque!
La cara de Joe ya no se podía describir con la ira. Era dolor y sorpresa. Se quedó mirándolo como si viese a través de él. Perplejo. Inmóvil.
"¡En un parque!". No se atrevería a llevar a nadie al parque. No podía hacerle eso. Por muy rastrera que fuese, no podía hacerle algo así. Ella no sería tan cruel.
De repente, para Joe todo lo pasado en esos últimos meses desapareció y solo quedó el pasado. Un pasado juntos. En el que vivieron muchas cosas. Tantas historias juntos que era difícil recordarlas todas.
Nadie iría a ese parque con (tu name). Sabía muy bien lo que significaba ese parque. Él mismo le dio el significado. Ella no iría con nadie. No se lo permitiría.
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capitulo 46
Lincoln no entendió qué pasaba. Pero si lo que esperaba (tu name) que pasase después de que dijese lo del parque, era que Joe se fuese soltando pestes sobre ella, ¡lo había conseguido! Tenían una relación demasiado extraña para poder entenderla. Se dio por vencido y continuó escuchando la clase.
Joe salió de la universidad como alma que lleva el diablo. No iba a permitir que ella hiciese tal cosa. No llevaría a ningún hombre allí ¡A nadie excepto a él!
Se paró a pocos pasos de su coche, asustado por sus propias palabras ¿Él quería ir al parque con (tu name)? Eso significaba que... ¡No! Si le molestaba era porque tenían un pacto. Ella había prometido no estar con ningún otro hombre e iba a romperlo. Eso era lo que le importaba, se aseguró.
Llegó hasta el departamento de (tu name) y ella no estaba. Tras pensar mil posibilidades, cada una más indecente que la anterior, recordó que estaría trabajando.
Se sentó en el portal y comenzó a recordar lo que sucedió en ese parque.
Una noche en la que se había pasado bebiendo, hacía ya tres años, acabó caminando hasta llegar a la entrada de un parque abandonado cerca de su casa. Poco antes de caer al suelo semiinconsciente, llamó a (tu name) para decirle lo mal que se encontraba. Ella había abandonado todo lo que estaba haciendo y fue a buscarlo. Minutos más tarde aparecía con un gran abrigo que la cubría completamente y una gorra escondiéndole el cabello. Le extrañó que llevase gafas de sol cuando apenas estaba amaneciendo y le pareció verla maquillada.
Ahora entendía que si lo estaba. Probablemente estaba trabajando cuando la llamó. Pero estaba tan borracho que no notó nada diferente en ella. Necesitaba una amiga y allí estaba ¡Que estúpido había sido!
Ella lo había levantado del suelo y le había regañado por alocado. Aún recordaba lo mal que se había sentido por haberla decepcionado. Sin duda, había sido un estúpido.
Habían caminado por el parque esperando que se le pasase un poco la borrachera. La había sentado en un banco y le había confesado que algún día llevaría a su novia a ese lugar y le pediría que se casase con él. Ese sería el lugar donde se le declararía a la que fuese su novia.
No entendía por qué había dicho tal cosa si no quería casarse. No confiaba en las mujeres, como para compartir toda la vida con una de ellas. Sin embargo, en ese momento había estado seguro de que así sería.
Ella se había reído de él, le había acariciado la mejilla y le había dicho que borracho era un sentimental.
- Yo no creo en el amor -le había confesado (tu name)- Así que si alguna vez traigo a alguien a este lugar significará que estaba equivocada, y que me he enamorado.
Desde entonces había bromeado con que, por su promesa, ya no volvería a pisar ese parque, ya que estaba segura de que nunca se enamoraría ¿Y ahora había quedado con alguien para ir al parque? ¿Cómo podía hacerle eso? Él no había llevado a nadie a ese parque, porque mantenía su promesa de que solo llevaría a la que fuera a ser su prometida.
Si ella seguía manteniéndola es que se había enamorado. Y si no, es que utilizaba ese romántico lugar para encandilar a más hombres.
A su pesar, Joe deseaba que hubiese roto su promesa. Era mejor pensar que era una cruel y perversa mujer sin corazón -cosa que ya sabía-, a saber que estaba enamorada.
¡No podía estar enamorada! Si lo estuviese, no habría aceptado el trato. No se habría convertido en su amante. Ella no amaba a nadie más ¡No amaba a nadie!
Sin que se diese cuenta, las horas habían pasado y seguía sentado allí, pensando en ella. Imaginándosela con otros hombres. Enamorada de otro. Feliz, sonriéndole y diciéndole cuanto lo amaba ¡No lo soportaba! ¡Ella no podía amar a nadie! Era una mujer sin corazón ¿no? Ellas no se enamoraban ¿Por qué demonios se iba a enamorar de alguien? ¡De alguien que no fuese él!
Se habría recriminado por sus pensamientos, pero en ese momento apareció la protagonista de sus sueños y pesadillas. Llevaba una falda gris ceñida hasta las rodillas y una camisa blanca cruzada ¡Estaba preciosa! Con el maquillaje casi imperceptible y sus rizos dorados haciéndole la competencia al Sol ¡Era una diosa!
(tu name) sonrió satisfecha. Volvía a controlar la situación. Suspiró aliviada. Ya no tenía que temer por lo que él fuese a hacer. Él haría lo que ella quisiese, como todos lo hacían. Los hombres eran unos juguetes fáciles de manejar en sus manos, cuando solo querían meterse en su cama. Y eso era lo único que él quería de ella.
Entonces ¿por qué se sentía tan mal? Nada más verlo, supo que llevaba toda la tarde allí sentado esperándola. Parecía tan dolido. No debería haberlo hecho. Podría haberlo hecho recapacitar de otra manera. No era necesario remover el pasado y hacerle daño.
Pero ¿por qué estaba dolido? Si no recordaba mal, llevarse a un hombre a ese parque significaba que lo amaba ¿qué le importaba a él que estuviese enamorada de otro?
¡Oh, sí! ¡Su trato! Seguramente pensó que perdería sus derechos carnales. Era lo único que le importaba de ella. No la amaba, solo la deseaba.
Había planeado aquello para irritarlo un poco y que fuese a exigirle que cumpliese su parte del trato y no viese a otros hombres. Pero no parecía furioso, sino dolido. Y no lo entendía. Y lo peor era que ella se sentía aún peor que él. Podía usar a los hombres como trapos, pero no a él. Era una realidad que no le gustaba. Pero la única que había.
Aún así decidió mantenerse tan fría como pudiese y seguir con su plan. Aunque la idea de abrazarlo y decirle que todo era mentira no dejase de pasar por su cabeza.
- ¿Qué haces sentado en mi puerta? -preguntó serena, aunque sabía la respuesta.
- ¡Te esperaba! -le confirmó Joe, mientras la fulminaba con ojos dolidos.
- ¡Entra! -le pidió (tu name) mientras abría a toda prisa para evitar mirarlo a la cara.
Dejó sus cosas sobre la mesa y lo miró algo nerviosa sin saber qué decir. Había obtenido lo que quería. Él recordaba lo del parque y la había ido a buscar para asegurarse de que no fuese con nadie hasta allí. Entonces ¿por qué deseaba tanto que se fuese para meterse debajo de una manta y no salir nunca?
- ¿Con quién vas a ir? -preguntó seco, fulminándola con la mirada.
- ¿Qué? -fue incapaz de reaccionar. Sonó su teléfono. Caminó hacía él para cogerlo.
- ¡No lo cojas! ¿Quién es? -insistió furioso.
- Yo... yo... tengo que coger el teléfono.
Dio los últimos pasos hasta alcanzarlo y justo cuando lo cogió, Joe se acercó y conecto el altavoz. Ella no supo qué hacer. Estaba demasiado nerviosa. Así que no hizo nada.
- Preciosa, lo de esta noche se retrasa media hora -anunció una voz masculina al otro lado de la línea.
¿Cómo? No recordaba haber involucrado a nadie en su farsa para hacer creer a Joe que tenía una cita. Reconoció la voz, era Tony ¿Había quedado con él esa noche? Claro que no. Hacía días que no lo veía a solas.
- ¿No lo habrás olvidado, verdad? -sospechó el muchacho al notar el silencio de su amiga.
- No, claro que no. Nos veremos esta noche sin falta -afirmó (tu name) sin saber qué decir.
Ahora solo le quedaba averiguar a donde tenía que ir y saber por qué. No recordaba haber quedado con él en nada. La última vez que hablaron ella estaba muy ocupada organizando los últimos preparativos de la fiesta de Año Nuevo y él la de...
¡Su cumpleaños! ¿Cómo podía haberlo olvidado? Tenía la cabeza demasiado atestada de pensamientos dirigidos, única y exclusivamente a Joe. Había quedado en cenar con su amigo y todos sus compañeros de trabajo. Al estar cerrado el local esa noche, no tenían problemas para reunirse.
- En una hora estaré allí -afirmó (tu name), esta vez segura de lo que decía.
- ¡No la esperes, no irá! -dijo Joe antes de colgar el teléfono sin esperar una replica.
- ¿Qué demonios haces? -protestó la chica irritada.
- No pienso dejarte ir a ningún parque para que te le declares a un patán cualquiera -gritó Joe furioso.
¡El parque! Pensaba que iba al parque. Era mejor que le aclarase las cosas o no la dejaría arreglarse en paz, y tenía poco tiempo.
- No voy a ningún parque. Vamos a cenar a un restaurante -explicó ella serena.
- No irás a ningún lado -le ordenó tajante.
- ¡Tú no eres nadie para ordenarme nada! -le espetó perdiendo la paciencia.
- Tenemos un trato ¡Ningún otro hombre! -le recordó Joe acercándose hasta enfrentarla a tan escasos centímetros que sus respiraciones se entremezclaban.
- Dije que no me acostaría con ningún otro y no lo haré. Pero Tony se ha convertido en uno de mis mejores amigos. Ha estado cuando lo he necesitado, en estas semanas. Y lo he necesitado mucho. Es su cumpleaños y no le voy a hacer el feo de no asistir -le aseguró (tu name) irritada.
¿Uno de sus mejores amigos? ¿Lo había sustituido a él? Parecía que perderlo como amigo no le había afectado mucho, ya se había buscado a otro. No sabía qué le irritaba más, que ese tipo pudiese sustituirlo en la cama o en el corazón de ella. Él era el único al que debía acudir cuando necesitara algo. No iba a dejar que nadie le quitase ese puesto.
- ¡No vas a ir! -afirmó Joe furioso.
- ¿Quieres apostar algo? Y te recuerdo que nunca en toda mi vida he perdido una apuesta.
Y él bien lo sabía. Era tan cabezota que hasta que no conseguía lo que quería, no paraba. Pero esta vez no la dejaría salirse con la suya. No iba a dejar que ningún tipo recién llegado se llevase lo que él había conseguido tras años de amistad.
- ¡No irás! -exclamó con expresión férrea y mirada profunda.
(tu name) se asustó al verlo de aquella manera. Nunca lo había visto tan serio, tan frío, tan... hostil. Pero no podía fallarle a Tony. Le había ayudado demasiado en esas semanas, como para decepcionarle ahora.
Si pensaba que se iría sin más, estaba equivocada, pensó Joe. Por una vez sería él el que conseguiría que ella cediese. Hacía años que deseaba que llegase el día en que él dijese algo y ella solo dijese "sí" sin rechistar.
Ahora ni siquiera podría hablar, se afirmó a si mismo muy sonriente. Ser su amante le daba una ventaja sobre la posición de amigo. Y pensaba aprovecharla ¡Pero no se iría con ningún otro, a ninguna maldita cena!
Lincoln no entendió qué pasaba. Pero si lo que esperaba (tu name) que pasase después de que dijese lo del parque, era que Joe se fuese soltando pestes sobre ella, ¡lo había conseguido! Tenían una relación demasiado extraña para poder entenderla. Se dio por vencido y continuó escuchando la clase.
Joe salió de la universidad como alma que lleva el diablo. No iba a permitir que ella hiciese tal cosa. No llevaría a ningún hombre allí ¡A nadie excepto a él!
Se paró a pocos pasos de su coche, asustado por sus propias palabras ¿Él quería ir al parque con (tu name)? Eso significaba que... ¡No! Si le molestaba era porque tenían un pacto. Ella había prometido no estar con ningún otro hombre e iba a romperlo. Eso era lo que le importaba, se aseguró.
Llegó hasta el departamento de (tu name) y ella no estaba. Tras pensar mil posibilidades, cada una más indecente que la anterior, recordó que estaría trabajando.
Se sentó en el portal y comenzó a recordar lo que sucedió en ese parque.
Una noche en la que se había pasado bebiendo, hacía ya tres años, acabó caminando hasta llegar a la entrada de un parque abandonado cerca de su casa. Poco antes de caer al suelo semiinconsciente, llamó a (tu name) para decirle lo mal que se encontraba. Ella había abandonado todo lo que estaba haciendo y fue a buscarlo. Minutos más tarde aparecía con un gran abrigo que la cubría completamente y una gorra escondiéndole el cabello. Le extrañó que llevase gafas de sol cuando apenas estaba amaneciendo y le pareció verla maquillada.
Ahora entendía que si lo estaba. Probablemente estaba trabajando cuando la llamó. Pero estaba tan borracho que no notó nada diferente en ella. Necesitaba una amiga y allí estaba ¡Que estúpido había sido!
Ella lo había levantado del suelo y le había regañado por alocado. Aún recordaba lo mal que se había sentido por haberla decepcionado. Sin duda, había sido un estúpido.
Habían caminado por el parque esperando que se le pasase un poco la borrachera. La había sentado en un banco y le había confesado que algún día llevaría a su novia a ese lugar y le pediría que se casase con él. Ese sería el lugar donde se le declararía a la que fuese su novia.
No entendía por qué había dicho tal cosa si no quería casarse. No confiaba en las mujeres, como para compartir toda la vida con una de ellas. Sin embargo, en ese momento había estado seguro de que así sería.
Ella se había reído de él, le había acariciado la mejilla y le había dicho que borracho era un sentimental.
- Yo no creo en el amor -le había confesado (tu name)- Así que si alguna vez traigo a alguien a este lugar significará que estaba equivocada, y que me he enamorado.
Desde entonces había bromeado con que, por su promesa, ya no volvería a pisar ese parque, ya que estaba segura de que nunca se enamoraría ¿Y ahora había quedado con alguien para ir al parque? ¿Cómo podía hacerle eso? Él no había llevado a nadie a ese parque, porque mantenía su promesa de que solo llevaría a la que fuera a ser su prometida.
Si ella seguía manteniéndola es que se había enamorado. Y si no, es que utilizaba ese romántico lugar para encandilar a más hombres.
A su pesar, Joe deseaba que hubiese roto su promesa. Era mejor pensar que era una cruel y perversa mujer sin corazón -cosa que ya sabía-, a saber que estaba enamorada.
¡No podía estar enamorada! Si lo estuviese, no habría aceptado el trato. No se habría convertido en su amante. Ella no amaba a nadie más ¡No amaba a nadie!
Sin que se diese cuenta, las horas habían pasado y seguía sentado allí, pensando en ella. Imaginándosela con otros hombres. Enamorada de otro. Feliz, sonriéndole y diciéndole cuanto lo amaba ¡No lo soportaba! ¡Ella no podía amar a nadie! Era una mujer sin corazón ¿no? Ellas no se enamoraban ¿Por qué demonios se iba a enamorar de alguien? ¡De alguien que no fuese él!
Se habría recriminado por sus pensamientos, pero en ese momento apareció la protagonista de sus sueños y pesadillas. Llevaba una falda gris ceñida hasta las rodillas y una camisa blanca cruzada ¡Estaba preciosa! Con el maquillaje casi imperceptible y sus rizos dorados haciéndole la competencia al Sol ¡Era una diosa!
(tu name) sonrió satisfecha. Volvía a controlar la situación. Suspiró aliviada. Ya no tenía que temer por lo que él fuese a hacer. Él haría lo que ella quisiese, como todos lo hacían. Los hombres eran unos juguetes fáciles de manejar en sus manos, cuando solo querían meterse en su cama. Y eso era lo único que él quería de ella.
Entonces ¿por qué se sentía tan mal? Nada más verlo, supo que llevaba toda la tarde allí sentado esperándola. Parecía tan dolido. No debería haberlo hecho. Podría haberlo hecho recapacitar de otra manera. No era necesario remover el pasado y hacerle daño.
Pero ¿por qué estaba dolido? Si no recordaba mal, llevarse a un hombre a ese parque significaba que lo amaba ¿qué le importaba a él que estuviese enamorada de otro?
¡Oh, sí! ¡Su trato! Seguramente pensó que perdería sus derechos carnales. Era lo único que le importaba de ella. No la amaba, solo la deseaba.
Había planeado aquello para irritarlo un poco y que fuese a exigirle que cumpliese su parte del trato y no viese a otros hombres. Pero no parecía furioso, sino dolido. Y no lo entendía. Y lo peor era que ella se sentía aún peor que él. Podía usar a los hombres como trapos, pero no a él. Era una realidad que no le gustaba. Pero la única que había.
Aún así decidió mantenerse tan fría como pudiese y seguir con su plan. Aunque la idea de abrazarlo y decirle que todo era mentira no dejase de pasar por su cabeza.
- ¿Qué haces sentado en mi puerta? -preguntó serena, aunque sabía la respuesta.
- ¡Te esperaba! -le confirmó Joe, mientras la fulminaba con ojos dolidos.
- ¡Entra! -le pidió (tu name) mientras abría a toda prisa para evitar mirarlo a la cara.
Dejó sus cosas sobre la mesa y lo miró algo nerviosa sin saber qué decir. Había obtenido lo que quería. Él recordaba lo del parque y la había ido a buscar para asegurarse de que no fuese con nadie hasta allí. Entonces ¿por qué deseaba tanto que se fuese para meterse debajo de una manta y no salir nunca?
- ¿Con quién vas a ir? -preguntó seco, fulminándola con la mirada.
- ¿Qué? -fue incapaz de reaccionar. Sonó su teléfono. Caminó hacía él para cogerlo.
- ¡No lo cojas! ¿Quién es? -insistió furioso.
- Yo... yo... tengo que coger el teléfono.
Dio los últimos pasos hasta alcanzarlo y justo cuando lo cogió, Joe se acercó y conecto el altavoz. Ella no supo qué hacer. Estaba demasiado nerviosa. Así que no hizo nada.
- Preciosa, lo de esta noche se retrasa media hora -anunció una voz masculina al otro lado de la línea.
¿Cómo? No recordaba haber involucrado a nadie en su farsa para hacer creer a Joe que tenía una cita. Reconoció la voz, era Tony ¿Había quedado con él esa noche? Claro que no. Hacía días que no lo veía a solas.
- ¿No lo habrás olvidado, verdad? -sospechó el muchacho al notar el silencio de su amiga.
- No, claro que no. Nos veremos esta noche sin falta -afirmó (tu name) sin saber qué decir.
Ahora solo le quedaba averiguar a donde tenía que ir y saber por qué. No recordaba haber quedado con él en nada. La última vez que hablaron ella estaba muy ocupada organizando los últimos preparativos de la fiesta de Año Nuevo y él la de...
¡Su cumpleaños! ¿Cómo podía haberlo olvidado? Tenía la cabeza demasiado atestada de pensamientos dirigidos, única y exclusivamente a Joe. Había quedado en cenar con su amigo y todos sus compañeros de trabajo. Al estar cerrado el local esa noche, no tenían problemas para reunirse.
- En una hora estaré allí -afirmó (tu name), esta vez segura de lo que decía.
- ¡No la esperes, no irá! -dijo Joe antes de colgar el teléfono sin esperar una replica.
- ¿Qué demonios haces? -protestó la chica irritada.
- No pienso dejarte ir a ningún parque para que te le declares a un patán cualquiera -gritó Joe furioso.
¡El parque! Pensaba que iba al parque. Era mejor que le aclarase las cosas o no la dejaría arreglarse en paz, y tenía poco tiempo.
- No voy a ningún parque. Vamos a cenar a un restaurante -explicó ella serena.
- No irás a ningún lado -le ordenó tajante.
- ¡Tú no eres nadie para ordenarme nada! -le espetó perdiendo la paciencia.
- Tenemos un trato ¡Ningún otro hombre! -le recordó Joe acercándose hasta enfrentarla a tan escasos centímetros que sus respiraciones se entremezclaban.
- Dije que no me acostaría con ningún otro y no lo haré. Pero Tony se ha convertido en uno de mis mejores amigos. Ha estado cuando lo he necesitado, en estas semanas. Y lo he necesitado mucho. Es su cumpleaños y no le voy a hacer el feo de no asistir -le aseguró (tu name) irritada.
¿Uno de sus mejores amigos? ¿Lo había sustituido a él? Parecía que perderlo como amigo no le había afectado mucho, ya se había buscado a otro. No sabía qué le irritaba más, que ese tipo pudiese sustituirlo en la cama o en el corazón de ella. Él era el único al que debía acudir cuando necesitara algo. No iba a dejar que nadie le quitase ese puesto.
- ¡No vas a ir! -afirmó Joe furioso.
- ¿Quieres apostar algo? Y te recuerdo que nunca en toda mi vida he perdido una apuesta.
Y él bien lo sabía. Era tan cabezota que hasta que no conseguía lo que quería, no paraba. Pero esta vez no la dejaría salirse con la suya. No iba a dejar que ningún tipo recién llegado se llevase lo que él había conseguido tras años de amistad.
- ¡No irás! -exclamó con expresión férrea y mirada profunda.
(tu name) se asustó al verlo de aquella manera. Nunca lo había visto tan serio, tan frío, tan... hostil. Pero no podía fallarle a Tony. Le había ayudado demasiado en esas semanas, como para decepcionarle ahora.
Si pensaba que se iría sin más, estaba equivocada, pensó Joe. Por una vez sería él el que conseguiría que ella cediese. Hacía años que deseaba que llegase el día en que él dijese algo y ella solo dijese "sí" sin rechistar.
Ahora ni siquiera podría hablar, se afirmó a si mismo muy sonriente. Ser su amante le daba una ventaja sobre la posición de amigo. Y pensaba aprovecharla ¡Pero no se iría con ningún otro, a ninguna maldita cena!
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 47
(Tu name) ignoró al hombre exasperado frente a ella, y caminó hasta su cuarto. Tenía que arreglarse en un tiempo récord, y no había lugar para las peleas.
Comenzó a quitarse la ropa y caminar hacia el baño cuando vio que Joe la había seguido hasta allí.
- Si no vas a enjabonarme la espalda te aconsejo que te largues -dijo (tu name) antes de quitarse la ropa interior y entrar en la ducha.
Pero Joe hizo caso omiso de lo que dijo. La sacó de la ducha y la llevó en brazos hasta la cama, mientras ella no dejaba de patalear.
- ¡Suéltame bruto! -exigió mientras le aporreaba el pecho para librarse de él- Tengo que arreglarme para ir al cumpleaños de Tony.
Le importaba bastante poco que fuese el cumpleaños de ese tipo. La agarró de las muñecas, inmovilizándola, al colocarlas por encima de su cabeza y tenderse sobre ella.
- Exijo mi beso -espetó Joe.
¿Su beso? Tenía que esperar a que ella tuviese prisa para salirle con esas tonterías.
- ¡Ok! Dame el beso y suéltame rápido que tengo que irme -le ordenó (tu name) retorciéndose bajo él.
- Muy bien -dijo Joe con una sonrisa malévola.
Por alguna razón a (tu name) eso no le pareció buena señal. Y cuando la soltó y se bajo de la cama, lo pudo afirmar. No entendía lo que hacía. Hasta que se colocó a los pies de la cama y le separó suavemente los muslos ¡No se atrevería!
- ¿Qué haces? -preguntó dando un respingo.
- Voy a darte mi beso del día -afirmó Joe muy sonriente.
- ¡No ahí! -protestó ella atónita por lo que pretendía hacer.
- No se especificó, en ningún momento, que los besos solo pudiesen ser en la boca -informó satisfecho de salirse con la suya.
- Pero... pero...
Fue incapaz de decir nada coherente cuando sintió los labios de él desplazándose por el interior de su muslo. Derramando pequeños besos hasta los rizos dorados de su feminidad. Con dos dedos separó los labios externos, sonriendo al notar su humedad ¡Estaba tan excitada como él!
Ese fue suficiente motivo para no dar marcha atrás y desearla aún más. Le dio un pequeño beso, y al escuchar el gemido de placer que salió de los labios de (tu name) con el contacto. No pudo controlar su hambre de ella. La mordisqueó y lamió suavemente haciéndola gemir sin parar. Él estaba tan excitado como ella. La invadió con su lengua, en el sitio exacto donde deseaba estar, ¡dentro de ella!
La saboreó hasta que ella no pudo controlarse más y estalló de deseo. Pero él no paró. Continuó torturándola hasta que en el tercer orgasmo la notó débil bajo su boca.
- Por favor... -suplicó (tu name) sin fuerzas- ¡para!
- ¡Uno más! -afirmó Joe sonriendo antes de bajar de nuevo hasta su exquisito manjar.
Y no tardó en llegar el último y devastador orgasmo, que la dejó tan exhausta que se quedó dormida.
Joe se tendió junto a ella. Observándola mientras dormía. Acariciándole su dorado cabello. Devorando con la mirada su desnudo y delicioso cuerpo. La apretó contra él, aferrándola contra su pecho.
¡Era tan bella! Tan maravillosamente bella, que aún no creía que fuese posible. Era tan difícil de asimilar que aquella diosa fuese su amiga, que sin más, no lo creía. Era otra persona. Una perversa ninfa que estaba allí para torturarlo con su sensualidad. Una pequeña arpía de la que no podía enamorarse ¡Y no lo haría!
Si fuese su amiga, con la que había compartido tantas cosas... Ese ser excepcional que siempre estaba cuando lo necesitaba. Traviesa, inteligente y fuerte. Si fuera ella podría correr el peligro de ceder. Y posiblemente cediese encantado. Pero ninguna mujer era así de verdad.
Solo había dos tipos de mujeres: bellas y superficiales, de las que te enamoras y les darías el mundo, mientras que ellas seguirían exigiendo más; y las amable y dulces, con las que te casas, aunque no sientas amor, solo para formar una familia.
Él lo sabía bien. Su madre había sido de las primeras. Y probablemente seguiría siéndolo. Su padre le dio su vida para contentarla. Pero ella lo repudió. Lo trataba como un miserable bueno para nada. Y ahora el pobre hombre se había casado de nuevo. Era una mujer fantástica, pero no había pasión entre ellos. Su padre no la besaba y buscaba cada dos segundos como hacía con su madre. No la amaba. Solo era una buena chica con la que casarse. Pero de esa clase de chicas no te enamoras.
Apoyó la cabeza sobre la almohada, inclinándose sobre (tu name), mientras esta se acurrucaba en su pecho. La abrazó muy fuerte. Tanto que creyó que podría hacerle daño, y la soltó.
(tu name) no debería ser de las mujeres de las que él podía enamorarse. Tenía todo para tenerlo bajo su control. Era la mujer más bella que había visto nunca. Ingeniosa y apasionada. Virtudes que la hacían un peligro para todos los hombres. Y lo peor era que ella lo sabía y lo utilizaba. Si ella se daba cuenta de que él podía caer en sus redes y decidía seducirlo, ¡estaba perdido!
Le acarició la mejilla con el pulgar, sonriendo suavemente al verla intentar abrir los ojos para despertarse. Sus largas pestañas abanicaron suavemente el aire y su boca se entreabrió. Joe se acercó lentamente y le dio un pequeño beso en los labios.
- Duerme -le susurró separándose tan solo unos centímetros.
Ella le hizo caso y se dejó llevar por un sueño profundo. Joe la apretó más contra él y llenó sus pulmones de su fragancia.
Sabía que tenía que alejarse de ella si no quería convertirse en un esclavo de sus encantos. Pero no podía. Ya solo le quedaba ser lo suficientemente fuerte para que ella no se diese cuenta de que podía hacer con él lo que desease.
Por suerte para él, no era un gran partido, pensó Joe intentando convencerse de que eso era algo bueno. Ella tenía muchos mejores partidos a su alrededor como para elegirlo a él para ser su pelele. No querría casarse con él y formar una familia, aunque fuese una farsa como la suya. Ella elegiría a un millonario de éxito, tan atractivo como ella.
¿Por qué eso no lo reconfortaba? Debería estar feliz de que ella no desease que la amase. Así solo corría el peligro de seguir obsesionado con ella. Pero cuando encontrase a otro todo acabaría y podría volver a su vida normal.
"Encontrase a otro".
Sintió como si le diesen un puñetazo en la boca del estómago. La miró y la apretó de nuevo contra él.
¡Era tan suya! ¡No podían quitársela! Pero ella no se sentía suya. Era una diosa que jamás se fijaría en un cualquiera como él. Solo estaba allí, en sus brazos, porque se conocían desde pequeños, y ella se había acostumbrado a sus atenciones. Sabía lo difícil que era para ella abrirse a la gente. Aunque era tan extrovertida que parecía imposible que eso fuese verdad. Por eso, ahora él tenía la oportunidad de consentirla.
Pero no podía olvidar que era una mujer capaz de destrozarle la vida con una sonrisa. Tenía que mantenerla a raya. Mantener su corazón fuera de ese trato o acabaría dañado.
¡Debía ser como ella! Disfrutar de lo que tienen juntos sin ataduras ni sentimientos. Ser tan manipulador y calculador como ella era. O acabaría enamorándose. O aún peor, ¡perdiéndola!
(Tu name) ignoró al hombre exasperado frente a ella, y caminó hasta su cuarto. Tenía que arreglarse en un tiempo récord, y no había lugar para las peleas.
Comenzó a quitarse la ropa y caminar hacia el baño cuando vio que Joe la había seguido hasta allí.
- Si no vas a enjabonarme la espalda te aconsejo que te largues -dijo (tu name) antes de quitarse la ropa interior y entrar en la ducha.
Pero Joe hizo caso omiso de lo que dijo. La sacó de la ducha y la llevó en brazos hasta la cama, mientras ella no dejaba de patalear.
- ¡Suéltame bruto! -exigió mientras le aporreaba el pecho para librarse de él- Tengo que arreglarme para ir al cumpleaños de Tony.
Le importaba bastante poco que fuese el cumpleaños de ese tipo. La agarró de las muñecas, inmovilizándola, al colocarlas por encima de su cabeza y tenderse sobre ella.
- Exijo mi beso -espetó Joe.
¿Su beso? Tenía que esperar a que ella tuviese prisa para salirle con esas tonterías.
- ¡Ok! Dame el beso y suéltame rápido que tengo que irme -le ordenó (tu name) retorciéndose bajo él.
- Muy bien -dijo Joe con una sonrisa malévola.
Por alguna razón a (tu name) eso no le pareció buena señal. Y cuando la soltó y se bajo de la cama, lo pudo afirmar. No entendía lo que hacía. Hasta que se colocó a los pies de la cama y le separó suavemente los muslos ¡No se atrevería!
- ¿Qué haces? -preguntó dando un respingo.
- Voy a darte mi beso del día -afirmó Joe muy sonriente.
- ¡No ahí! -protestó ella atónita por lo que pretendía hacer.
- No se especificó, en ningún momento, que los besos solo pudiesen ser en la boca -informó satisfecho de salirse con la suya.
- Pero... pero...
Fue incapaz de decir nada coherente cuando sintió los labios de él desplazándose por el interior de su muslo. Derramando pequeños besos hasta los rizos dorados de su feminidad. Con dos dedos separó los labios externos, sonriendo al notar su humedad ¡Estaba tan excitada como él!
Ese fue suficiente motivo para no dar marcha atrás y desearla aún más. Le dio un pequeño beso, y al escuchar el gemido de placer que salió de los labios de (tu name) con el contacto. No pudo controlar su hambre de ella. La mordisqueó y lamió suavemente haciéndola gemir sin parar. Él estaba tan excitado como ella. La invadió con su lengua, en el sitio exacto donde deseaba estar, ¡dentro de ella!
La saboreó hasta que ella no pudo controlarse más y estalló de deseo. Pero él no paró. Continuó torturándola hasta que en el tercer orgasmo la notó débil bajo su boca.
- Por favor... -suplicó (tu name) sin fuerzas- ¡para!
- ¡Uno más! -afirmó Joe sonriendo antes de bajar de nuevo hasta su exquisito manjar.
Y no tardó en llegar el último y devastador orgasmo, que la dejó tan exhausta que se quedó dormida.
Joe se tendió junto a ella. Observándola mientras dormía. Acariciándole su dorado cabello. Devorando con la mirada su desnudo y delicioso cuerpo. La apretó contra él, aferrándola contra su pecho.
¡Era tan bella! Tan maravillosamente bella, que aún no creía que fuese posible. Era tan difícil de asimilar que aquella diosa fuese su amiga, que sin más, no lo creía. Era otra persona. Una perversa ninfa que estaba allí para torturarlo con su sensualidad. Una pequeña arpía de la que no podía enamorarse ¡Y no lo haría!
Si fuese su amiga, con la que había compartido tantas cosas... Ese ser excepcional que siempre estaba cuando lo necesitaba. Traviesa, inteligente y fuerte. Si fuera ella podría correr el peligro de ceder. Y posiblemente cediese encantado. Pero ninguna mujer era así de verdad.
Solo había dos tipos de mujeres: bellas y superficiales, de las que te enamoras y les darías el mundo, mientras que ellas seguirían exigiendo más; y las amable y dulces, con las que te casas, aunque no sientas amor, solo para formar una familia.
Él lo sabía bien. Su madre había sido de las primeras. Y probablemente seguiría siéndolo. Su padre le dio su vida para contentarla. Pero ella lo repudió. Lo trataba como un miserable bueno para nada. Y ahora el pobre hombre se había casado de nuevo. Era una mujer fantástica, pero no había pasión entre ellos. Su padre no la besaba y buscaba cada dos segundos como hacía con su madre. No la amaba. Solo era una buena chica con la que casarse. Pero de esa clase de chicas no te enamoras.
Apoyó la cabeza sobre la almohada, inclinándose sobre (tu name), mientras esta se acurrucaba en su pecho. La abrazó muy fuerte. Tanto que creyó que podría hacerle daño, y la soltó.
(tu name) no debería ser de las mujeres de las que él podía enamorarse. Tenía todo para tenerlo bajo su control. Era la mujer más bella que había visto nunca. Ingeniosa y apasionada. Virtudes que la hacían un peligro para todos los hombres. Y lo peor era que ella lo sabía y lo utilizaba. Si ella se daba cuenta de que él podía caer en sus redes y decidía seducirlo, ¡estaba perdido!
Le acarició la mejilla con el pulgar, sonriendo suavemente al verla intentar abrir los ojos para despertarse. Sus largas pestañas abanicaron suavemente el aire y su boca se entreabrió. Joe se acercó lentamente y le dio un pequeño beso en los labios.
- Duerme -le susurró separándose tan solo unos centímetros.
Ella le hizo caso y se dejó llevar por un sueño profundo. Joe la apretó más contra él y llenó sus pulmones de su fragancia.
Sabía que tenía que alejarse de ella si no quería convertirse en un esclavo de sus encantos. Pero no podía. Ya solo le quedaba ser lo suficientemente fuerte para que ella no se diese cuenta de que podía hacer con él lo que desease.
Por suerte para él, no era un gran partido, pensó Joe intentando convencerse de que eso era algo bueno. Ella tenía muchos mejores partidos a su alrededor como para elegirlo a él para ser su pelele. No querría casarse con él y formar una familia, aunque fuese una farsa como la suya. Ella elegiría a un millonario de éxito, tan atractivo como ella.
¿Por qué eso no lo reconfortaba? Debería estar feliz de que ella no desease que la amase. Así solo corría el peligro de seguir obsesionado con ella. Pero cuando encontrase a otro todo acabaría y podría volver a su vida normal.
"Encontrase a otro".
Sintió como si le diesen un puñetazo en la boca del estómago. La miró y la apretó de nuevo contra él.
¡Era tan suya! ¡No podían quitársela! Pero ella no se sentía suya. Era una diosa que jamás se fijaría en un cualquiera como él. Solo estaba allí, en sus brazos, porque se conocían desde pequeños, y ella se había acostumbrado a sus atenciones. Sabía lo difícil que era para ella abrirse a la gente. Aunque era tan extrovertida que parecía imposible que eso fuese verdad. Por eso, ahora él tenía la oportunidad de consentirla.
Pero no podía olvidar que era una mujer capaz de destrozarle la vida con una sonrisa. Tenía que mantenerla a raya. Mantener su corazón fuera de ese trato o acabaría dañado.
¡Debía ser como ella! Disfrutar de lo que tienen juntos sin ataduras ni sentimientos. Ser tan manipulador y calculador como ella era. O acabaría enamorándose. O aún peor, ¡perdiéndola!
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 48
Joe continuó observando el magnífico cuerpo acurrucado contra él. Admirando cada centímetro de suave piel, voluptuosas curvas y sedoso cabello. Hasta que un sonido lo suficientemente fuerte para despertarla irrumpió en la habitación.
El teléfono de la sala sonaba sin parar. Decidió levantarse a toda prisa a cogerlo antes de que su bella durmiente se despertara para matarlo.
- ¿Quién? -preguntó soltando un suspiró al llegar lo suficientemente deprisa como para que dejase de hacer ruido.
- Mai ¿Donde esta (tu name)? Todos la estamos esperando desde hace rato -explicó la chica preocupada.
- No va a ir -afirmó él relajadamente.
- Ella no se perdería el cumpleaños de un amigo sin avisar ¿Qué ha pasado? -quiso saber Miley algo irritada.
- ¡Esta dormida! -exclamó con un claro tono de diversión. Al otro lado de la línea hubo un silencio, que se rompió poco después por una risita. Joe se desconcertó un poco. Entendía que ella supiese de lo que hablaba pero no sabía por qué eso le hacía gracia. Un colega se habría reído de su hazaña y habría bromeado sin parar. Pero Mai no era su amiga.
- Alguna vez le tenía que tocar ser la victima -comentó risueña. Hacía unos años no habría entendido nada de esa conversación. Pero tanto tiempo con alguien como (tu name) le había enseñado mucho. Sobretodo a pensar mal, muy mal.
- ¿Qué quieres decir? -exigió Joe notando como se tensaba todo su cuerpo de rabia. La había entendido. Sabía lo que quería decir. Y no se iba a parar a pensar que su pequeña ninfa torturadora había jugado a ese juego con otros hombres. La simple idea le hacía querer romper algo ¡La cabeza de todos esos tipos!
- ¡Nada! -se corrigió inútilmente. También había aprendido que era una bocazas y no paraba de meter la pata.
- ¡No irá! -gruñó Joe, dando por finalizada la conversación. Con toda la intención de colgar y pagar su frustración con algún objeto valioso a su alcance.
- ¡Espera! -le ordenó Miley- Si esta dormida, la despiertas. Si se pierde esta cena, te aseguro que no querrás saber cual será su venganza.
Joe meditó lo que decía la chica. Tenía razón, (tu name) se las haría pagar. No le preocupaba un posible castigo, pero la idea de que rompiese su acuerdo, sí le preocupaba. Aunque él no había hecho nada que estuviese en contra de su acuerdo. Pero ella no estaba atada a ese trato. Podía romperlo cuando quisiese. Aún así se negó a verla rodeada de hombres.
- ¡No irá! -repitió ceñudo.
- Lincoln está aquí. Si quieres venir tú también, lo pasaremos bien ¡Pero despiértala ya!
- ¡No irá! -dijo justo antes de colgar.
No iba a ir a ninguna cena con todos los gigantones que trabajaban con ella. Él sabía como la miraban, como babeaban por ella ¡Todos lo hacían! Aún no sabía como soportaba todo aquello. Ella era una diosa deseada por todos los simples mortales. Sentía que tendría que luchar contra el mundo para tenerla. Por eso era mejor apartarla del mundo y tenerla solo para él.
Caminó hacía la habitación esperando poder descansar un poco y aliviar la angustia que se apretaba en su pecho. Pero esta se multiplicó al no ver a (tu name) en la cama. Escuchó un ruido y se giró para verla salir del baño. Su fresca y deliciosa fragancia le llegó como una oleada de sensaciones. Ya estaba vestida y levemente maquillada. Aunque era evidente que se había duchado, no tenía el pelo mojado, ni había rastro alguno de prisa en su imagen. Había tenido suficiente tiempo para una ducha rápida y alistarse.
Ella le sonrió mientras se colocaba unos pendientes y recogía su bolso.
- ¿Quién era? ¿Mai? -preguntó (tu name) sonriente, haciéndole saber que había estado despierta mientras él hablaba.
- ¡Sí! -corroboró tenso. No sabía qué hacer.
- La llamaré para avisarle que voy de camino -explicó la rubia ignorando su cara de pura furia.
¿Qué podía hacer para impedírselo? Aunque solo era una cena. No iba a pasar nada. Pero allí estarían esos musculitos que siempre la rodeaban. Axel, Tony, los guaperas de los camareros... ¡No, no iría!
- ¿Cuanto tiempo llevas despierta? -preguntó cambiando de tema para hacer tiempo.
- Un ratito. Poco antes de que sonara el teléfono. Me mordiste un pecho. Eso me despertó. Pero seguía adormilada hasta que te levantaste -explicó (tu name) sin interés.
- Y aprovechaste para alistarte -le reprochó iracundo.
- ¡Sí! -corroboró ella devastándolo con una sonrisa- No te esfuerces Joe - le sugirió risueña- Por mucho tiempo que te tomes, no vas a conseguir que me quede.
- ¿Y si simplemente, no te dejo salir? -amenazó Joe colocándose como un muro ante la puerta.
Ella como respuesta solo soltó una carcajada llena de seguridad, diversión y sensualidad. Lo hacía sentirse como un novato ante una maestra en las artes de la manipulación. Ella miró el reloj y sonrió.
- Cuatro orgasmos no harán que me pierda la cena. Pero puede que cinco sí ¿Quieres comprobarlo? -preguntó coqueta mientras se desabrochaba el vestido.
Eso no se lo esperaba. Estaba confundido. Y excitado, muy excitado. Aunque sabía que era una trampa ¿Cómo no caer en ella teniéndola desnuda frente a él?
Corrió hacía ella besándola apasionadamente. Devorándola. La llevó hasta la cama. Las caricias volaban en uno y otro sentido. Y la unión fue exigente y profunda. Ella lo torturaba con movimientos suaves y profundos, encima de él. Joe tenía claro que quería demostrarle que ella dominaba la situación ¡Y así era!
Ella lo miró con una sonrisa malévola que lo advirtió de que algo se traía entre manos. La vio erguirse sobre él y desplazar una pierna de un costado, para unirla a la otra, que se encontraba en el otro costado, por encima de sus narices. Su fragancia lo devastó al tenderse sobre él de espaldas y cubrirle un hombro y un brazo con su dorada melena, sin deshacer la unión. Su delicioso trasero aplastado contra el estomago de Joe era demasiado para su autocontrol. Pero cuando se arqueó lo suficiente para que la penetración fuese profunda pese a estar de espaldas y con las piernas muy unidas, él no aguantó más y soltó un desesperado gemido.
- ¡Eres perversa! -gruñó contra la suave curva del cuello de la chica.
- ¡Gracias! Me esmero cada día para no decepcionarte -se mofó ella entre gemidos.
¡Y Dios sabía que lo lograba! No creía que algo así pudiese ser. Era un hombre experimentado, muy experimentado. No entendía como era posible que nunca hubiese probado tal deliciosa postura. Probablemente porque no muchas mujeres podían curvarse como una gata en celo como esa perversa ninfa hacía.
Observó las cumbres de sus pechos que se exponían ante su mirada y las atrapó con sus exigentes manos. La tenía a su completa disposición. Sin embargo, era muy consciente de que solo en un sentido de comodidad. Él podía acceder a cada centímetro del cuerpo de la chica. Pero era ella quien dominaba la situación.
Había visitado ya muchas veces el paraíso junto a ella. Pero cuando ella se contoneó sobre él y notó la estrechez que ahorcaba su miembro, descubrió que el paraíso tenía una puerta trasera hacía un lugar mucho mejor.
¡No!, se corrigió ¡No era el paraíso, sino el infierno! Un infierno lleno de pura y maravillosa lujuria.
La chica lo miró satisfecha de haber logrado lo que pretendía. Se separó de él y se tendió sobre su pecho descansó su mentón sobre sus manos apoyadas contra el suave bello negro del torso bajo ella. Pudiendo mantenerle la mirada fijamente.
- ¿Te ha gustado? -preguntó (tu name) con una carcajada burlona.
- No ha estado mal -respondió, manteniendo su orgullo. O intentándolo. Era un experto en la materia, se recordó Joe algo inseguro.
- ¡Oh! -susurró mordiéndose el labio inferior provocativamente- Algo me dice que has aprendido algunas cosas esta noche -espetó sardónicamente.
- ¡Tienes mucho que enseñar! -protestó irritado. No soportaba la idea de que hubiese estado con tantos hombres. Y aún menos que lo controlase tan endemoniadamente bien.
- ¿Quieres aprender más? -preguntó (tu name) coqueta.
- ¿Eh? -musitó sorprendido. Quería mantener un poco de dignidad y no ponérsele de rodillas y suplicarle que le dejase hacerle el amor el resto de sus vidas. Pero la oferta era demasiado tentadora para negarse.
- Si quieres -dijo (tu name) mordisqueando el lóbulo de su oreja- morir de deseo y satisfacción esta noche, podemos llegar a un trato -le explicó mientras hacía pequeños círculos con un dedo sobre los diminutos rizos negros de su pecho- Yo voy a la cena y tú dejas de darme problemas.
Iba a protestar. Él no era uno de esos idiotas a los que se ganaba con unas caricias. No iba a ceder porque ella...
Se olvidó de lo que iba a decir y del mundo cuando ella le lamió suavemente el cuello mientras le acariciaba la nuca.
¡Perversa y manipuladora! ¡Pero que bien lo hacía!
Se tuvo que rendir. Y aunque no lo dijo, fue claro que aceptaba. Pero no sería un patético pelele más. No la esperaría mientras ella se iba con otros.
- Mai dijo que Lincoln también ha ido -comentó Joe algo inseguro. Ella le sonrió comprendiendo a qué se refería.
- Dúchate rápido y nos vamos -dijo (tu name) y se levantó a toda prisa. Joe vio como recogía su ropa y entraba al baño. Minutos más tarde ambos estaban listos para marcharse.
(tu name) nunca en todo su vida había tenido una prueba de autocontrol parecida. Al parecer él no había notado lo nerviosa que estaba. Lo había abordado muy segura de lo que haría. No era la primera vez que lo hacía. Pero sí era la primera vez que se derretía de placer al hacerlo. Aún así había conseguido aparentar mantener sus emociones bajo control. No sabía cómo. Merecía un premio por ello. Se tomaría una copa nada más llegar al restaurante, quizás dos. Cuando lo vio ducharse, frotándose todo su delicioso cuerpo bronceado, decidió que sería una botella entera.
Solo Dios sabía cómo había conseguido salir de esa cama y no se había degradado hasta el punto de suplicarle que la amara. Pero había logrado contenerse ¡Sería botella y media!
Joe continuó observando el magnífico cuerpo acurrucado contra él. Admirando cada centímetro de suave piel, voluptuosas curvas y sedoso cabello. Hasta que un sonido lo suficientemente fuerte para despertarla irrumpió en la habitación.
El teléfono de la sala sonaba sin parar. Decidió levantarse a toda prisa a cogerlo antes de que su bella durmiente se despertara para matarlo.
- ¿Quién? -preguntó soltando un suspiró al llegar lo suficientemente deprisa como para que dejase de hacer ruido.
- Mai ¿Donde esta (tu name)? Todos la estamos esperando desde hace rato -explicó la chica preocupada.
- No va a ir -afirmó él relajadamente.
- Ella no se perdería el cumpleaños de un amigo sin avisar ¿Qué ha pasado? -quiso saber Miley algo irritada.
- ¡Esta dormida! -exclamó con un claro tono de diversión. Al otro lado de la línea hubo un silencio, que se rompió poco después por una risita. Joe se desconcertó un poco. Entendía que ella supiese de lo que hablaba pero no sabía por qué eso le hacía gracia. Un colega se habría reído de su hazaña y habría bromeado sin parar. Pero Mai no era su amiga.
- Alguna vez le tenía que tocar ser la victima -comentó risueña. Hacía unos años no habría entendido nada de esa conversación. Pero tanto tiempo con alguien como (tu name) le había enseñado mucho. Sobretodo a pensar mal, muy mal.
- ¿Qué quieres decir? -exigió Joe notando como se tensaba todo su cuerpo de rabia. La había entendido. Sabía lo que quería decir. Y no se iba a parar a pensar que su pequeña ninfa torturadora había jugado a ese juego con otros hombres. La simple idea le hacía querer romper algo ¡La cabeza de todos esos tipos!
- ¡Nada! -se corrigió inútilmente. También había aprendido que era una bocazas y no paraba de meter la pata.
- ¡No irá! -gruñó Joe, dando por finalizada la conversación. Con toda la intención de colgar y pagar su frustración con algún objeto valioso a su alcance.
- ¡Espera! -le ordenó Miley- Si esta dormida, la despiertas. Si se pierde esta cena, te aseguro que no querrás saber cual será su venganza.
Joe meditó lo que decía la chica. Tenía razón, (tu name) se las haría pagar. No le preocupaba un posible castigo, pero la idea de que rompiese su acuerdo, sí le preocupaba. Aunque él no había hecho nada que estuviese en contra de su acuerdo. Pero ella no estaba atada a ese trato. Podía romperlo cuando quisiese. Aún así se negó a verla rodeada de hombres.
- ¡No irá! -repitió ceñudo.
- Lincoln está aquí. Si quieres venir tú también, lo pasaremos bien ¡Pero despiértala ya!
- ¡No irá! -dijo justo antes de colgar.
No iba a ir a ninguna cena con todos los gigantones que trabajaban con ella. Él sabía como la miraban, como babeaban por ella ¡Todos lo hacían! Aún no sabía como soportaba todo aquello. Ella era una diosa deseada por todos los simples mortales. Sentía que tendría que luchar contra el mundo para tenerla. Por eso era mejor apartarla del mundo y tenerla solo para él.
Caminó hacía la habitación esperando poder descansar un poco y aliviar la angustia que se apretaba en su pecho. Pero esta se multiplicó al no ver a (tu name) en la cama. Escuchó un ruido y se giró para verla salir del baño. Su fresca y deliciosa fragancia le llegó como una oleada de sensaciones. Ya estaba vestida y levemente maquillada. Aunque era evidente que se había duchado, no tenía el pelo mojado, ni había rastro alguno de prisa en su imagen. Había tenido suficiente tiempo para una ducha rápida y alistarse.
Ella le sonrió mientras se colocaba unos pendientes y recogía su bolso.
- ¿Quién era? ¿Mai? -preguntó (tu name) sonriente, haciéndole saber que había estado despierta mientras él hablaba.
- ¡Sí! -corroboró tenso. No sabía qué hacer.
- La llamaré para avisarle que voy de camino -explicó la rubia ignorando su cara de pura furia.
¿Qué podía hacer para impedírselo? Aunque solo era una cena. No iba a pasar nada. Pero allí estarían esos musculitos que siempre la rodeaban. Axel, Tony, los guaperas de los camareros... ¡No, no iría!
- ¿Cuanto tiempo llevas despierta? -preguntó cambiando de tema para hacer tiempo.
- Un ratito. Poco antes de que sonara el teléfono. Me mordiste un pecho. Eso me despertó. Pero seguía adormilada hasta que te levantaste -explicó (tu name) sin interés.
- Y aprovechaste para alistarte -le reprochó iracundo.
- ¡Sí! -corroboró ella devastándolo con una sonrisa- No te esfuerces Joe - le sugirió risueña- Por mucho tiempo que te tomes, no vas a conseguir que me quede.
- ¿Y si simplemente, no te dejo salir? -amenazó Joe colocándose como un muro ante la puerta.
Ella como respuesta solo soltó una carcajada llena de seguridad, diversión y sensualidad. Lo hacía sentirse como un novato ante una maestra en las artes de la manipulación. Ella miró el reloj y sonrió.
- Cuatro orgasmos no harán que me pierda la cena. Pero puede que cinco sí ¿Quieres comprobarlo? -preguntó coqueta mientras se desabrochaba el vestido.
Eso no se lo esperaba. Estaba confundido. Y excitado, muy excitado. Aunque sabía que era una trampa ¿Cómo no caer en ella teniéndola desnuda frente a él?
Corrió hacía ella besándola apasionadamente. Devorándola. La llevó hasta la cama. Las caricias volaban en uno y otro sentido. Y la unión fue exigente y profunda. Ella lo torturaba con movimientos suaves y profundos, encima de él. Joe tenía claro que quería demostrarle que ella dominaba la situación ¡Y así era!
Ella lo miró con una sonrisa malévola que lo advirtió de que algo se traía entre manos. La vio erguirse sobre él y desplazar una pierna de un costado, para unirla a la otra, que se encontraba en el otro costado, por encima de sus narices. Su fragancia lo devastó al tenderse sobre él de espaldas y cubrirle un hombro y un brazo con su dorada melena, sin deshacer la unión. Su delicioso trasero aplastado contra el estomago de Joe era demasiado para su autocontrol. Pero cuando se arqueó lo suficiente para que la penetración fuese profunda pese a estar de espaldas y con las piernas muy unidas, él no aguantó más y soltó un desesperado gemido.
- ¡Eres perversa! -gruñó contra la suave curva del cuello de la chica.
- ¡Gracias! Me esmero cada día para no decepcionarte -se mofó ella entre gemidos.
¡Y Dios sabía que lo lograba! No creía que algo así pudiese ser. Era un hombre experimentado, muy experimentado. No entendía como era posible que nunca hubiese probado tal deliciosa postura. Probablemente porque no muchas mujeres podían curvarse como una gata en celo como esa perversa ninfa hacía.
Observó las cumbres de sus pechos que se exponían ante su mirada y las atrapó con sus exigentes manos. La tenía a su completa disposición. Sin embargo, era muy consciente de que solo en un sentido de comodidad. Él podía acceder a cada centímetro del cuerpo de la chica. Pero era ella quien dominaba la situación.
Había visitado ya muchas veces el paraíso junto a ella. Pero cuando ella se contoneó sobre él y notó la estrechez que ahorcaba su miembro, descubrió que el paraíso tenía una puerta trasera hacía un lugar mucho mejor.
¡No!, se corrigió ¡No era el paraíso, sino el infierno! Un infierno lleno de pura y maravillosa lujuria.
La chica lo miró satisfecha de haber logrado lo que pretendía. Se separó de él y se tendió sobre su pecho descansó su mentón sobre sus manos apoyadas contra el suave bello negro del torso bajo ella. Pudiendo mantenerle la mirada fijamente.
- ¿Te ha gustado? -preguntó (tu name) con una carcajada burlona.
- No ha estado mal -respondió, manteniendo su orgullo. O intentándolo. Era un experto en la materia, se recordó Joe algo inseguro.
- ¡Oh! -susurró mordiéndose el labio inferior provocativamente- Algo me dice que has aprendido algunas cosas esta noche -espetó sardónicamente.
- ¡Tienes mucho que enseñar! -protestó irritado. No soportaba la idea de que hubiese estado con tantos hombres. Y aún menos que lo controlase tan endemoniadamente bien.
- ¿Quieres aprender más? -preguntó (tu name) coqueta.
- ¿Eh? -musitó sorprendido. Quería mantener un poco de dignidad y no ponérsele de rodillas y suplicarle que le dejase hacerle el amor el resto de sus vidas. Pero la oferta era demasiado tentadora para negarse.
- Si quieres -dijo (tu name) mordisqueando el lóbulo de su oreja- morir de deseo y satisfacción esta noche, podemos llegar a un trato -le explicó mientras hacía pequeños círculos con un dedo sobre los diminutos rizos negros de su pecho- Yo voy a la cena y tú dejas de darme problemas.
Iba a protestar. Él no era uno de esos idiotas a los que se ganaba con unas caricias. No iba a ceder porque ella...
Se olvidó de lo que iba a decir y del mundo cuando ella le lamió suavemente el cuello mientras le acariciaba la nuca.
¡Perversa y manipuladora! ¡Pero que bien lo hacía!
Se tuvo que rendir. Y aunque no lo dijo, fue claro que aceptaba. Pero no sería un patético pelele más. No la esperaría mientras ella se iba con otros.
- Mai dijo que Lincoln también ha ido -comentó Joe algo inseguro. Ella le sonrió comprendiendo a qué se refería.
- Dúchate rápido y nos vamos -dijo (tu name) y se levantó a toda prisa. Joe vio como recogía su ropa y entraba al baño. Minutos más tarde ambos estaban listos para marcharse.
(tu name) nunca en todo su vida había tenido una prueba de autocontrol parecida. Al parecer él no había notado lo nerviosa que estaba. Lo había abordado muy segura de lo que haría. No era la primera vez que lo hacía. Pero sí era la primera vez que se derretía de placer al hacerlo. Aún así había conseguido aparentar mantener sus emociones bajo control. No sabía cómo. Merecía un premio por ello. Se tomaría una copa nada más llegar al restaurante, quizás dos. Cuando lo vio ducharse, frotándose todo su delicioso cuerpo bronceado, decidió que sería una botella entera.
Solo Dios sabía cómo había conseguido salir de esa cama y no se había degradado hasta el punto de suplicarle que la amara. Pero había logrado contenerse ¡Sería botella y media!
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 49
Tras cenar con sus amigos, Joe notó que (tu name) no era una seductora con todos los hombres. Pudo ver como bromeaba y se burlaba como una más entre sus compañeros de trabajo. Salvo en algunos momentos en los que tuvo que interrumpir a alguno un poco más amable de la cuenta, en general, todos la trataban como la loquita traviesa que él conocía.
Le disgustaba ver que todos tenían una confianza que él creía tener en exclusiva. Pero se decía no tener derecho a reclamarle nada. En ese aspecto. Tras dos semanas compartiendo cama y prácticamente los días completos, se acostumbraron a su nueva relación.
Dormía frecuentemente -todas las noches- con ella e iban juntos a clase. Salvo cuando él tenía que trabajar en la empresa de su padre, o ella tenía que preparar la gran fiesta o trabajar en la empresa de publicidad, siempre estaban juntos.
Solo quedaban unos días para Nochebuena y todos estaban reunidos hablando de lo que harían ese día. (Tu name) notó que Joe llevaba unos días más serio de lo acostumbrado. Aunque empezaba a ser amable y cariñoso, llevaba unos días muy secos.
- ¿Qué tal si hacemos una gran cena en mi casa? -sugirió Lincoln.
- Siempre que yo no cocine, ¡perfecto! -advirtió Miley.
- Por mí, esta bien. Pero... -se interrumpió (tu name) para mirar a Joe que seguía mirando al suelo como si esperase que se abriese la boca del infierno bajo él.
- Joe ¿tú que piensas? -preguntó Lincoln al notar la preocupación que tenía su amiga por él.
- No podré -contestó muy serio, como si pensase en algo que lo martilleaba por dentro.
(Tu name) pudo leer su expresión con total facilidad y miró a sus amigos con un claro ruego, para que se marchasen y los dejasen a solas. Estos lo entendieron y se fueron. (Tu name) se acurrucó al lado de Joe, acunando uno de sus fuertes brazos y apoyando la cabeza sobre su hombro. Él la miró con ternura y le besó la frente. El rastro de dolor de su cara desapareció tras una devastadora sonrisa.
- ¿Qué pasa? -se atrevió a preguntar finalmente (tu name). Llevaba días notándolo extraño. Pensó que había sido en vano todos los esfuerzos de recuperar su confianza. Pero ahora sabía que no era con ella con quien estaba enfadado. Su expresión vulnerable cuando se habían quedado solos, le decía que la necesitaba.
- Nada -susurró besándole de nuevo la frente.
- ¿Por qué no podrás venir a cenar ese día? Tu padre siempre se lleva a su mujer a ver a su familia fuera del país -recordó ella extrañada.
- Y lo hará -corroboró él sin ganas de dar más explicaciones.
- ¿Entonces? -insistió ella- ¿Has quedado para cenar con alguien? -conjeturó ella sin asimilar lo que aquello significaba.
- ¡Sí! -respondió Joe con frialdad.
¡Había quedado con otra! Pasaría la Nochebuena con otra mujer. No es que (tu name) esperase ser la novia oficial esa fiestas pero al menos, si esperaba ser la única. Ese era el acuerdo ¿no? ¡Él no podía irse con otra!
Aunque la idea de que pudiese estar con otra, besarla, acariciarla,... ¡le repugnaba! Fue consciente -pese a sus celos cegadores- del poco deseo que mostraba en que esa noche llegase ¿No quería estar con esa chica? ¿Por qué había quedado con ella entonces?
Observó la cara ceñuda y dolida de Joe. Verdaderamente se encontraba mal. (Tu name) sintió la necesidad de reconfortarlo y lo abrazó muy fuerte. Ante el gesto, Joe intentó sonreír sin mucho éxito.
- ¡Ojalá no tuviese que ir! -exclamó con tristeza mientras le acariciaba la mejilla con los nudillos.
- Joe...-dijo (tu name) con preocupación- ¿Qué ocurre?
- Mi madre quiere que vaya a conocer a su nueva familia -explicó por fin Joe, con un rastro de furia contenida- Supongo que quiere hacer el papel de madre ejemplar delante de su nueva victima.
(Tu name) sabía que él deseaba ver a su madre más que nada en el mundo. Desde que, con dieciséis años, se fuese de su casa para volver con su padre, no la había vuelto a ver. Era comprensible que estuviese resentido. Pero no engañaba a nadie diciendo que no deseaba verla.
- Aprovecha el tiempo que estés allá. No lo pierdas en peleas que no te llevarán a ningún sitio -le aconsejo la chica.
- No quiero pasar esa noche rodeado de extraños -confesó Joe con tristeza.
¿Qué podía decir para reconfortarlo? Ella entendía que sería duro para él. Si ya era difícil enfrentar a su madre después de tanto tiempo, ahora tenía que añadirle a un extraño -con probable familia- a la, ya desagradable, ecuación.
- Dile que prefieres conocerlos en un día menos... especial. Conocerlos poco a poco -sugirió (tu name).
-Ya lo ha pensado. Por eso me hace ir unos días antes. En dos días sale mi avión al infierno -resopló cabizbajo.
- ¡Oh! -fue lo único que se le ocurrió decir a la joven.
Joe miraba al suelo perdido en sus pensamientos. Algo se le ocurrió, ya que ella pudo ver como todo su cuerpo se removía sobre el asiento nervioso. La miró como si fuese la única cosa que había en esa habitación y apartó la mirada. Era obvio que luchaba contra una idea.
- ¿Puedo ayudarte en algo? -dijo Joe por cortesía.
Él la miró con los ojos como platos, como si hubiese adivinado sus pensamientos.
- Yo... yo... -comenzó a decir nervioso, retorciéndose los nudillos. Suspiró y sonrió con calma- Solo había pensado que podías acompañarme.
"¡Acompañarlo!". La idea le retumbaba en la cabeza como si fuese una declaración de sentimientos. Pero no lo era. Solo necesitaba a una amiga que estuviese a su lado. No la amaba. Podría llevarse a cualquiera y sería lo mismo para él. Pero no para ella. Ella lo amaba y compartir aquello con él sería especial y probablemente doloroso.
Cada día estaba más enamorada y sufría más. No le ayudaba ver que cada vez él era más posesivo y estaba más pendiente de ella. Aunque pasaban horas haciendo el amor, también había conseguido algunas horas de risas y juegos, que le recordaba a los viejos tiempos.
Pero no era igual. Ella estaba enamorada y él no. Eso lo cambiaba todo. Pero no quería perderlo. Así que seguiría sufriendo en silencio y mendigándole un poco de amor.
- Yo... -iba a decir (tu name) cuando él la acalló con un gesto con la mano.
- Tranquila, tranquila. Entiendo que tienes planes o trabajas. O... -se interrumpió con sus pensamientos y frunció el ceño.
(Tu name) entendió su gesto y soltó una carcajada. Pensaba que saldría con otro. Le alegraba que eso lo disgustase. Pero era obvio que había estado ausente toda la tarde porque había dejado claro que tenía la noche libre. Seguía de vacaciones hasta la fiesta de Año Nuevo y su trabajo en la empresa le permitía tener libre las fiestas.
- Podré ir, si quieres -afirmó ella con una tierna sonrisa.
A él se le iluminó la cara, como a un niño ante un juguete nuevo. Contuvo las ganas de abrazarla y besarla, y solo aprobó la idea.
- Bien -contestó Joe, cruzándose de brazos para no abalanzarse sobre ella.
Llevaba unos días tan estresado con ese tema, que saber que ella estaría con él lo había aliviado tanto como si le quitasen un piano de cola de encima. No quería ver como su madre manipulaba a un pobre hombre otra vez. No sabía si resistiría una cena con esa farsa de familia. Pero lo que menos le gustaba, era saber que dejaría sola a (tu name). La quería a su lado. Siempre a su lado. Esas semanas juntos le había demostrado que no era capaz de quitarle las manos de encima ni un minuto, mucho menos pasar toda una semana sin verla.
Era absurdo plantearse que podría lograr estar lejos de ella. Necesitaba estrecharla entre sus brazos cuando dormía, despertarse con su fragancia. Escucharla reír hacía que su interior se hinchase de ternura y pasión a la vez. Ella tenía que ir con él. Ella quería ser su amiga, y eso es lo que haría una buena amiga. Y aunque ella no lo quisiese a él, si deseaba complacerlo. Todo iría bien mientras la estuviese a su lado.
Tras cenar con sus amigos, Joe notó que (tu name) no era una seductora con todos los hombres. Pudo ver como bromeaba y se burlaba como una más entre sus compañeros de trabajo. Salvo en algunos momentos en los que tuvo que interrumpir a alguno un poco más amable de la cuenta, en general, todos la trataban como la loquita traviesa que él conocía.
Le disgustaba ver que todos tenían una confianza que él creía tener en exclusiva. Pero se decía no tener derecho a reclamarle nada. En ese aspecto. Tras dos semanas compartiendo cama y prácticamente los días completos, se acostumbraron a su nueva relación.
Dormía frecuentemente -todas las noches- con ella e iban juntos a clase. Salvo cuando él tenía que trabajar en la empresa de su padre, o ella tenía que preparar la gran fiesta o trabajar en la empresa de publicidad, siempre estaban juntos.
Solo quedaban unos días para Nochebuena y todos estaban reunidos hablando de lo que harían ese día. (Tu name) notó que Joe llevaba unos días más serio de lo acostumbrado. Aunque empezaba a ser amable y cariñoso, llevaba unos días muy secos.
- ¿Qué tal si hacemos una gran cena en mi casa? -sugirió Lincoln.
- Siempre que yo no cocine, ¡perfecto! -advirtió Miley.
- Por mí, esta bien. Pero... -se interrumpió (tu name) para mirar a Joe que seguía mirando al suelo como si esperase que se abriese la boca del infierno bajo él.
- Joe ¿tú que piensas? -preguntó Lincoln al notar la preocupación que tenía su amiga por él.
- No podré -contestó muy serio, como si pensase en algo que lo martilleaba por dentro.
(Tu name) pudo leer su expresión con total facilidad y miró a sus amigos con un claro ruego, para que se marchasen y los dejasen a solas. Estos lo entendieron y se fueron. (Tu name) se acurrucó al lado de Joe, acunando uno de sus fuertes brazos y apoyando la cabeza sobre su hombro. Él la miró con ternura y le besó la frente. El rastro de dolor de su cara desapareció tras una devastadora sonrisa.
- ¿Qué pasa? -se atrevió a preguntar finalmente (tu name). Llevaba días notándolo extraño. Pensó que había sido en vano todos los esfuerzos de recuperar su confianza. Pero ahora sabía que no era con ella con quien estaba enfadado. Su expresión vulnerable cuando se habían quedado solos, le decía que la necesitaba.
- Nada -susurró besándole de nuevo la frente.
- ¿Por qué no podrás venir a cenar ese día? Tu padre siempre se lleva a su mujer a ver a su familia fuera del país -recordó ella extrañada.
- Y lo hará -corroboró él sin ganas de dar más explicaciones.
- ¿Entonces? -insistió ella- ¿Has quedado para cenar con alguien? -conjeturó ella sin asimilar lo que aquello significaba.
- ¡Sí! -respondió Joe con frialdad.
¡Había quedado con otra! Pasaría la Nochebuena con otra mujer. No es que (tu name) esperase ser la novia oficial esa fiestas pero al menos, si esperaba ser la única. Ese era el acuerdo ¿no? ¡Él no podía irse con otra!
Aunque la idea de que pudiese estar con otra, besarla, acariciarla,... ¡le repugnaba! Fue consciente -pese a sus celos cegadores- del poco deseo que mostraba en que esa noche llegase ¿No quería estar con esa chica? ¿Por qué había quedado con ella entonces?
Observó la cara ceñuda y dolida de Joe. Verdaderamente se encontraba mal. (Tu name) sintió la necesidad de reconfortarlo y lo abrazó muy fuerte. Ante el gesto, Joe intentó sonreír sin mucho éxito.
- ¡Ojalá no tuviese que ir! -exclamó con tristeza mientras le acariciaba la mejilla con los nudillos.
- Joe...-dijo (tu name) con preocupación- ¿Qué ocurre?
- Mi madre quiere que vaya a conocer a su nueva familia -explicó por fin Joe, con un rastro de furia contenida- Supongo que quiere hacer el papel de madre ejemplar delante de su nueva victima.
(Tu name) sabía que él deseaba ver a su madre más que nada en el mundo. Desde que, con dieciséis años, se fuese de su casa para volver con su padre, no la había vuelto a ver. Era comprensible que estuviese resentido. Pero no engañaba a nadie diciendo que no deseaba verla.
- Aprovecha el tiempo que estés allá. No lo pierdas en peleas que no te llevarán a ningún sitio -le aconsejo la chica.
- No quiero pasar esa noche rodeado de extraños -confesó Joe con tristeza.
¿Qué podía decir para reconfortarlo? Ella entendía que sería duro para él. Si ya era difícil enfrentar a su madre después de tanto tiempo, ahora tenía que añadirle a un extraño -con probable familia- a la, ya desagradable, ecuación.
- Dile que prefieres conocerlos en un día menos... especial. Conocerlos poco a poco -sugirió (tu name).
-Ya lo ha pensado. Por eso me hace ir unos días antes. En dos días sale mi avión al infierno -resopló cabizbajo.
- ¡Oh! -fue lo único que se le ocurrió decir a la joven.
Joe miraba al suelo perdido en sus pensamientos. Algo se le ocurrió, ya que ella pudo ver como todo su cuerpo se removía sobre el asiento nervioso. La miró como si fuese la única cosa que había en esa habitación y apartó la mirada. Era obvio que luchaba contra una idea.
- ¿Puedo ayudarte en algo? -dijo Joe por cortesía.
Él la miró con los ojos como platos, como si hubiese adivinado sus pensamientos.
- Yo... yo... -comenzó a decir nervioso, retorciéndose los nudillos. Suspiró y sonrió con calma- Solo había pensado que podías acompañarme.
"¡Acompañarlo!". La idea le retumbaba en la cabeza como si fuese una declaración de sentimientos. Pero no lo era. Solo necesitaba a una amiga que estuviese a su lado. No la amaba. Podría llevarse a cualquiera y sería lo mismo para él. Pero no para ella. Ella lo amaba y compartir aquello con él sería especial y probablemente doloroso.
Cada día estaba más enamorada y sufría más. No le ayudaba ver que cada vez él era más posesivo y estaba más pendiente de ella. Aunque pasaban horas haciendo el amor, también había conseguido algunas horas de risas y juegos, que le recordaba a los viejos tiempos.
Pero no era igual. Ella estaba enamorada y él no. Eso lo cambiaba todo. Pero no quería perderlo. Así que seguiría sufriendo en silencio y mendigándole un poco de amor.
- Yo... -iba a decir (tu name) cuando él la acalló con un gesto con la mano.
- Tranquila, tranquila. Entiendo que tienes planes o trabajas. O... -se interrumpió con sus pensamientos y frunció el ceño.
(Tu name) entendió su gesto y soltó una carcajada. Pensaba que saldría con otro. Le alegraba que eso lo disgustase. Pero era obvio que había estado ausente toda la tarde porque había dejado claro que tenía la noche libre. Seguía de vacaciones hasta la fiesta de Año Nuevo y su trabajo en la empresa le permitía tener libre las fiestas.
- Podré ir, si quieres -afirmó ella con una tierna sonrisa.
A él se le iluminó la cara, como a un niño ante un juguete nuevo. Contuvo las ganas de abrazarla y besarla, y solo aprobó la idea.
- Bien -contestó Joe, cruzándose de brazos para no abalanzarse sobre ella.
Llevaba unos días tan estresado con ese tema, que saber que ella estaría con él lo había aliviado tanto como si le quitasen un piano de cola de encima. No quería ver como su madre manipulaba a un pobre hombre otra vez. No sabía si resistiría una cena con esa farsa de familia. Pero lo que menos le gustaba, era saber que dejaría sola a (tu name). La quería a su lado. Siempre a su lado. Esas semanas juntos le había demostrado que no era capaz de quitarle las manos de encima ni un minuto, mucho menos pasar toda una semana sin verla.
Era absurdo plantearse que podría lograr estar lejos de ella. Necesitaba estrecharla entre sus brazos cuando dormía, despertarse con su fragancia. Escucharla reír hacía que su interior se hinchase de ternura y pasión a la vez. Ella tenía que ir con él. Ella quería ser su amiga, y eso es lo que haría una buena amiga. Y aunque ella no lo quisiese a él, si deseaba complacerlo. Todo iría bien mientras la estuviese a su lado.
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 50
La idea de que (tu name) lo acompañase empezaba a no parecerle tan bueno idea a Joe. Si su miedo era lidiar con una mujer sin corazón que lo manejaba a su antojo, no era una buena idea llevar a una que era mucho peor.
Sentado en la terraza de una cafetería junto a Lincoln y Miley, observaba como (tu name) sonreía a un hombre, al que se había apresurado a ir a saludar, dejándolo solo. Y celoso, muy celoso.
El tipo era alto, treinta y pocos, atractivo, y demasiado interesado en lo que (tu name) le contaba, para su gusto. Los fulminó con la mirada a ambos, esperando que algo les pasase. No paso nada. Pero se escuchó una sonora carcajada junto a él. El responsable de dicha burla, Lincoln, le colocó la mano en el hombro y negó con la cabeza, diciendo sin palabras "no cambiarás".
Miley intentó desviar su atención preguntándole por el viaje que harían al día siguiente. Minutos más tarde (tu name) se les unió. La llegada de la rubia provocó un incómodo silencio. Joe miraba su taza de café mientras que la pareja lo miraba a él.
- No conozco a ese tipo ¿Es alguien del trabajo? -preguntó Miley, antes de que lo hiciese Joe de forma menos sutil.
- Es mi jefe en la empresa. Y el dueño del departamento donde vivo -explicó (tu name) sorbiendo un poco de su capuchino despreocupadamente- Es una suerte verlo. Le pagué el primer mes en metálico pero no me ha dado un número de cuenta a la que enviar el resto -comentó sin dar importancia- Pero su secretaria se va a ocupar de todo. No se si lo descuenten de mi sueldo o hagan un tramite... No sé. El caso es que está solucionado.
- ¿Su jefe? -susurró Joe irritado- ¡Como no! -dijo en un suspiro apenas audible.
- Me alegro -dijo educadamente Lincoln, ignorando los celos de su amigo- He pensado -continuó tras una leve pausa- que podríamos ir al cine.
- ¿Otra vez? -protestaron el resto al unísono.
- ¿Qué le has visto a la taquillera que tantas ganas tienes de volver a verla? -se burló su novia.
- ¡Mai, que cruel! La tipa es vieja, fea y gorda. A él el que le gusta es el niño de las palomitas -se mofo (tu name) entre carcajadas.
- Sí, cariño -le apoyó Joe cubriéndola los hombros con un brazo- Es muy sospechoso que vaya tan a menudo por palomitas, agua, golosinas,... ¿Qué te traes con ese chico? -le preguntó a Lincoln con mirada burlona. Olvidándose de lo ocurrido unos minutos antes y disfrutando del contacto de ella.
- ¿Es que ustedes no tienen otro entretenimiento que no sea reírse de mi? -los acusó Lincoln ceñudo.
Los tres se miraron entre si y después a él.
- ¡No! -contestaron estallando en carcajadas.
- ¡Muy graciosos, muy graciosos!
Finalmente cedieron y fueron al cine, por segunda vez esa semana. Como ya se había vuelto costumbre discutieron por elegir la película. Como siempre, las chicas ganaron, tras dejar fuera de juego a los chicos con sus sensuales caricias y coqueteos. Ellos se dejaron vencer con una sonrisa indefensa, mezclada con diversión.
Durante la película las chicas no dejaron de comentarla, mientras ellos las mandaban a callar -sin éxito- una y otra vez. Se empacharon de dulces, se rieron y discutieron lo que cada uno pensó del argumentó. Como era habitual Joe le llevaba la contraria en todo a (tu name) porque le gustaba verla irritada. Y esa vez lo consiguió con bastante facilidad.
Lincoln y Miley se reían mientras Joe huía de (tu name). Ella lo perseguía con toda la intención de arrancarle la lengua cuando lo pillase. Como niños pequeños corrieron durante minutos hasta que se cansaron y él se dejó ganar. Pero ella solo le dio un suave golpe en el brazo y le dio la espalda con dignidad.
Antes de que (tu name) llegase hasta sus amigos, Joe la rodeó con sus brazos, abrazándola por detrás inmovilizándola de la parte superior. En esa posición caminaron el resto del recorrido, mientras el le mordía suavemente la dulce curva entre el cuello y el hombro.
- ¡Que bonito! -exclamó Lincoln burlón.
En ese mismo instante Joe la soltó y miró a su amigo con pura furia. Aunque eran conscientes de que la pareja de novios estaba más que informada de lo que había entre ellos, siempre fingían que solo eran amigos. Como siempre había hecho ante todo el mundo, negaba tener nada más con ella. Y aunque esta vez si había mucho más, no lo reconocería en público. Jugaban, reían y hasta coqueteaban, pero no daban muestras de ser algo diferente a los amigos de siempre.
Obviamente Lincoln y Miley ignoraban sus intentos por disimular. Ambos hablaban del "trato" que habían hecho, pese a que ellos no lo deseasen. Pero procuraban que no hubiese nadie más presente.
(Tu name) se sintió una vez más ofendida. Él se avergonzaba de ella, y seguía apartándola de él como si fuese la peste cada vez que alguien estaba cerca. Pero no era capaz de tener las manos quietas. Ella lo amaba y él adoraba su cuerpo ¿se suponía que debía ser suficiente?
(Tu name) se arregló el pelo de donde Joe había apoyado su cabeza e intentó cambiar de tema, como ya se había acostumbrado a hacer, cada vez que Joe era incapaz de resistirse a no tocarla.
- ¿Vamos a cenar algo? -preguntó agarrándose del brazo de su amiga.
- Dudo que me quepa nada más -protestó Mai frotándose el vientre.
- Eso dices todas las noches -bromeó Lincoln a una distancia prudencial.
- ¡Cochino! -le gritó Mai corriendo tras él.
- Me refería a que siempre dices que no te cabe el postre pero te lo comes -intentó arreglarlo su novio con evidente burla.
- Y después dicen que nosotros peleamos como niños -le dijo (tu name) a Joe mientras los otros correteaban alrededor de ellos.
Finalmente, como los chicos si tenían hambre, acabaron cenando en un restaurante cercano. Al llegar a los postres una morena se acercó a Joe cuando este estaba distraído eligiendo el más apetitoso.
- Te recomiendo el de chocolate -dijo la morena desconcertándolo.
Joe iba a contestar pero estaba demasiado ocupado intentando recordar donde había visto esa cara antes.
- El chocolate es delicioso -continuo la morena coquetamente.
En ese momento (tu name) apareció, ignoró a ambos y observó las tartas que se exponían en la vitrina. Colocándose junto a Joe pero sin siquiera dirigirle una mirada.
Pero este si la miró. Recorrió cada rasgo de su cara mientras ella se relamía observando los postres. Después observó a la morena. Era atractiva y en cualquier otro momento habría intentado acostarse con ella. Pero no podría hacer tal cosa sin pensar en (tu name).
Y entonces la recordó. Era la chica que conoció en el bar. Con la que se acostó imaginándose que era su amiga, antes de saber lo sensual y apasionada que era.
El reconocerla no ayudó a que saliesen palabras de su boca ¿Qué podía decirle a una chica que había tratado tan mal? Aunque ella no parecía ofendida. Aún así, la situación no podría denominarse como cómoda.
Como era incapaz de hablar a la morena decidió hablarle a (tu name).
- ¿Qué haces? -preguntó ceñudo mientras seguía maldiciéndose por no poder evitar querer besar esos dulces labios que ella no dejaba de maltratar con mordiscos sensuales, al mirar los postres.
- Elijo un postre -contestó (tu name), en un tono que dejaba claro que la pregunta era una tontería.
- Pero tú siempre te pides la de chocolate y yo elijo otra diferente, y las compartimos –protestó Joe irritándose.
- ¡Sí! Yo elegiré la de chocolate. Pero como veo que tienes problemas para decidirte, he venido a ayudarte -aclaró ella fulminando a la morena.
- ¿Eres su novia? -preguntó la chica con desdén.
- No, soy el polvo de una noche ¡Espera! ¿Esa no eres tú? -dijo (tu name) sardónica. Ella era el polvo de muchas noches. Pero eso no se lo iba a decir a esa vampiresa. Aunque tuviese claro que solo era eso para Joe, ¡un polvo!
La morena se unió al estupor de Joe y ambos la miraron sin saber qué decir. Unos segundos más tarde, Joe intentaba decir algo coherente, pero fue imposible. Estaba sorprendido por la reacción de (tu name). Ella solía ser muy sarcástica pero no tan directa ¿Y cómo sabía lo de él con esa chica, si ni él la recordaba?
- Me gusta la de queso -afirmó (tu name), como si no hubiese pasado nada- Pero si quieres otra elígela rápido que no quiero estar aquí hasta el año que viene -le ordenó con calma y miró a la chica- Me presentaría, pero me parece una perdida de tiempo y esfuerzo aprenderme tu nombre cuando tengo claro que no nos volveremos a ver. A Joe no le gusta repetir. Aunque... siempre hay excepciones ¿verdad, Joshep? -exclamó fulminándolo con la mirada, dejándolo inmóvil en el sitio. Después le dio la espalda y caminó hacía la mesa.
Joe notó como su corazón era pisoteado por un elefante ¿Lo que había visto en sus ojos era dolor? ¿Ella pensaba que solo era un polvo que se repetía diariamente? Bueno, lo era ¿No? Sí, sí lo era ¡No podía ser nada más! Como amiga había perdido su confianza. Como mujer nunca la había tenido ¡Ni la tendría!
Pero esos ojos... ¡Le había hecho daño! Podía verlo en su mirada. En sus preciosas turquesas. Él dijo que nunca le haría daño y ahora se lo estaba haciendo. Ella no quería estar con él solo lo hacía para no perderlo. Si seguía aprovechándose, acabaría perdiéndola para siempre. Pero no podía alejarse de ella. Ni tampoco estar cerca y no tocarla. Era un egoísta por atarla a él, pero la necesitaba.
La idea de que (tu name) lo acompañase empezaba a no parecerle tan bueno idea a Joe. Si su miedo era lidiar con una mujer sin corazón que lo manejaba a su antojo, no era una buena idea llevar a una que era mucho peor.
Sentado en la terraza de una cafetería junto a Lincoln y Miley, observaba como (tu name) sonreía a un hombre, al que se había apresurado a ir a saludar, dejándolo solo. Y celoso, muy celoso.
El tipo era alto, treinta y pocos, atractivo, y demasiado interesado en lo que (tu name) le contaba, para su gusto. Los fulminó con la mirada a ambos, esperando que algo les pasase. No paso nada. Pero se escuchó una sonora carcajada junto a él. El responsable de dicha burla, Lincoln, le colocó la mano en el hombro y negó con la cabeza, diciendo sin palabras "no cambiarás".
Miley intentó desviar su atención preguntándole por el viaje que harían al día siguiente. Minutos más tarde (tu name) se les unió. La llegada de la rubia provocó un incómodo silencio. Joe miraba su taza de café mientras que la pareja lo miraba a él.
- No conozco a ese tipo ¿Es alguien del trabajo? -preguntó Miley, antes de que lo hiciese Joe de forma menos sutil.
- Es mi jefe en la empresa. Y el dueño del departamento donde vivo -explicó (tu name) sorbiendo un poco de su capuchino despreocupadamente- Es una suerte verlo. Le pagué el primer mes en metálico pero no me ha dado un número de cuenta a la que enviar el resto -comentó sin dar importancia- Pero su secretaria se va a ocupar de todo. No se si lo descuenten de mi sueldo o hagan un tramite... No sé. El caso es que está solucionado.
- ¿Su jefe? -susurró Joe irritado- ¡Como no! -dijo en un suspiro apenas audible.
- Me alegro -dijo educadamente Lincoln, ignorando los celos de su amigo- He pensado -continuó tras una leve pausa- que podríamos ir al cine.
- ¿Otra vez? -protestaron el resto al unísono.
- ¿Qué le has visto a la taquillera que tantas ganas tienes de volver a verla? -se burló su novia.
- ¡Mai, que cruel! La tipa es vieja, fea y gorda. A él el que le gusta es el niño de las palomitas -se mofo (tu name) entre carcajadas.
- Sí, cariño -le apoyó Joe cubriéndola los hombros con un brazo- Es muy sospechoso que vaya tan a menudo por palomitas, agua, golosinas,... ¿Qué te traes con ese chico? -le preguntó a Lincoln con mirada burlona. Olvidándose de lo ocurrido unos minutos antes y disfrutando del contacto de ella.
- ¿Es que ustedes no tienen otro entretenimiento que no sea reírse de mi? -los acusó Lincoln ceñudo.
Los tres se miraron entre si y después a él.
- ¡No! -contestaron estallando en carcajadas.
- ¡Muy graciosos, muy graciosos!
Finalmente cedieron y fueron al cine, por segunda vez esa semana. Como ya se había vuelto costumbre discutieron por elegir la película. Como siempre, las chicas ganaron, tras dejar fuera de juego a los chicos con sus sensuales caricias y coqueteos. Ellos se dejaron vencer con una sonrisa indefensa, mezclada con diversión.
Durante la película las chicas no dejaron de comentarla, mientras ellos las mandaban a callar -sin éxito- una y otra vez. Se empacharon de dulces, se rieron y discutieron lo que cada uno pensó del argumentó. Como era habitual Joe le llevaba la contraria en todo a (tu name) porque le gustaba verla irritada. Y esa vez lo consiguió con bastante facilidad.
Lincoln y Miley se reían mientras Joe huía de (tu name). Ella lo perseguía con toda la intención de arrancarle la lengua cuando lo pillase. Como niños pequeños corrieron durante minutos hasta que se cansaron y él se dejó ganar. Pero ella solo le dio un suave golpe en el brazo y le dio la espalda con dignidad.
Antes de que (tu name) llegase hasta sus amigos, Joe la rodeó con sus brazos, abrazándola por detrás inmovilizándola de la parte superior. En esa posición caminaron el resto del recorrido, mientras el le mordía suavemente la dulce curva entre el cuello y el hombro.
- ¡Que bonito! -exclamó Lincoln burlón.
En ese mismo instante Joe la soltó y miró a su amigo con pura furia. Aunque eran conscientes de que la pareja de novios estaba más que informada de lo que había entre ellos, siempre fingían que solo eran amigos. Como siempre había hecho ante todo el mundo, negaba tener nada más con ella. Y aunque esta vez si había mucho más, no lo reconocería en público. Jugaban, reían y hasta coqueteaban, pero no daban muestras de ser algo diferente a los amigos de siempre.
Obviamente Lincoln y Miley ignoraban sus intentos por disimular. Ambos hablaban del "trato" que habían hecho, pese a que ellos no lo deseasen. Pero procuraban que no hubiese nadie más presente.
(Tu name) se sintió una vez más ofendida. Él se avergonzaba de ella, y seguía apartándola de él como si fuese la peste cada vez que alguien estaba cerca. Pero no era capaz de tener las manos quietas. Ella lo amaba y él adoraba su cuerpo ¿se suponía que debía ser suficiente?
(Tu name) se arregló el pelo de donde Joe había apoyado su cabeza e intentó cambiar de tema, como ya se había acostumbrado a hacer, cada vez que Joe era incapaz de resistirse a no tocarla.
- ¿Vamos a cenar algo? -preguntó agarrándose del brazo de su amiga.
- Dudo que me quepa nada más -protestó Mai frotándose el vientre.
- Eso dices todas las noches -bromeó Lincoln a una distancia prudencial.
- ¡Cochino! -le gritó Mai corriendo tras él.
- Me refería a que siempre dices que no te cabe el postre pero te lo comes -intentó arreglarlo su novio con evidente burla.
- Y después dicen que nosotros peleamos como niños -le dijo (tu name) a Joe mientras los otros correteaban alrededor de ellos.
Finalmente, como los chicos si tenían hambre, acabaron cenando en un restaurante cercano. Al llegar a los postres una morena se acercó a Joe cuando este estaba distraído eligiendo el más apetitoso.
- Te recomiendo el de chocolate -dijo la morena desconcertándolo.
Joe iba a contestar pero estaba demasiado ocupado intentando recordar donde había visto esa cara antes.
- El chocolate es delicioso -continuo la morena coquetamente.
En ese momento (tu name) apareció, ignoró a ambos y observó las tartas que se exponían en la vitrina. Colocándose junto a Joe pero sin siquiera dirigirle una mirada.
Pero este si la miró. Recorrió cada rasgo de su cara mientras ella se relamía observando los postres. Después observó a la morena. Era atractiva y en cualquier otro momento habría intentado acostarse con ella. Pero no podría hacer tal cosa sin pensar en (tu name).
Y entonces la recordó. Era la chica que conoció en el bar. Con la que se acostó imaginándose que era su amiga, antes de saber lo sensual y apasionada que era.
El reconocerla no ayudó a que saliesen palabras de su boca ¿Qué podía decirle a una chica que había tratado tan mal? Aunque ella no parecía ofendida. Aún así, la situación no podría denominarse como cómoda.
Como era incapaz de hablar a la morena decidió hablarle a (tu name).
- ¿Qué haces? -preguntó ceñudo mientras seguía maldiciéndose por no poder evitar querer besar esos dulces labios que ella no dejaba de maltratar con mordiscos sensuales, al mirar los postres.
- Elijo un postre -contestó (tu name), en un tono que dejaba claro que la pregunta era una tontería.
- Pero tú siempre te pides la de chocolate y yo elijo otra diferente, y las compartimos –protestó Joe irritándose.
- ¡Sí! Yo elegiré la de chocolate. Pero como veo que tienes problemas para decidirte, he venido a ayudarte -aclaró ella fulminando a la morena.
- ¿Eres su novia? -preguntó la chica con desdén.
- No, soy el polvo de una noche ¡Espera! ¿Esa no eres tú? -dijo (tu name) sardónica. Ella era el polvo de muchas noches. Pero eso no se lo iba a decir a esa vampiresa. Aunque tuviese claro que solo era eso para Joe, ¡un polvo!
La morena se unió al estupor de Joe y ambos la miraron sin saber qué decir. Unos segundos más tarde, Joe intentaba decir algo coherente, pero fue imposible. Estaba sorprendido por la reacción de (tu name). Ella solía ser muy sarcástica pero no tan directa ¿Y cómo sabía lo de él con esa chica, si ni él la recordaba?
- Me gusta la de queso -afirmó (tu name), como si no hubiese pasado nada- Pero si quieres otra elígela rápido que no quiero estar aquí hasta el año que viene -le ordenó con calma y miró a la chica- Me presentaría, pero me parece una perdida de tiempo y esfuerzo aprenderme tu nombre cuando tengo claro que no nos volveremos a ver. A Joe no le gusta repetir. Aunque... siempre hay excepciones ¿verdad, Joshep? -exclamó fulminándolo con la mirada, dejándolo inmóvil en el sitio. Después le dio la espalda y caminó hacía la mesa.
Joe notó como su corazón era pisoteado por un elefante ¿Lo que había visto en sus ojos era dolor? ¿Ella pensaba que solo era un polvo que se repetía diariamente? Bueno, lo era ¿No? Sí, sí lo era ¡No podía ser nada más! Como amiga había perdido su confianza. Como mujer nunca la había tenido ¡Ni la tendría!
Pero esos ojos... ¡Le había hecho daño! Podía verlo en su mirada. En sus preciosas turquesas. Él dijo que nunca le haría daño y ahora se lo estaba haciendo. Ella no quería estar con él solo lo hacía para no perderlo. Si seguía aprovechándose, acabaría perdiéndola para siempre. Pero no podía alejarse de ella. Ni tampoco estar cerca y no tocarla. Era un egoísta por atarla a él, pero la necesitaba.
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Capítulo 51
El trayecto en avión se hizo interminable. (Tu name) no sabía a donde mirar para evitar ver a Joe, sentado junto a ella. No era agradable para alguien que no creía en el amor, darse cuenta de que amaba a alguien que nunca la miraría como otra cosa más que una aventura. Lo intentaba asumir. Se había dicho que no importaba mientras lo tuviese cerca. Pero cada vez era más difícil. Y no se sentía con fuerzas de soportarlo mucho más.
Agradeció que Joe no le dirigiese la palabra ni intentase llamar su atención. Sabía que le ocurría algo pero estaba demasiado preocupada por su frágil estado emocional como para preocuparse por el de otra persona. Y no quería añadirle a sus problemas una nueva paranoia de él. Se conformaba con que fuese lo que fuese que ahora pensase de ella, fuese lo suficientemente grave como para no hablarle el resto del día. Pero ¿qué podía pensar que fuese peor que lo que ya pensaba sobre ella?
La llegada al aeropuerto fue incómodamente silenciosa, en contraste con el bullicio de alrededor. Fue valiente y lo miró a la cara. Estaba triste, absorto en sus pensamientos. Probablemente temía ver a su madre, pensó (tu name), caminando para recuperar su maleta.
Momentos después, la espectacular Ninel apareció con una radiante sonrisa. Abrazó a su hijo como si quisiese exprimirlo y lo soltó solo para comérselo a besos. Todo el mundo los miraba, pero a la mujer le daba igual.
- ¡Mamá, ya! -protestó Joe irritado- Estás armando un espectáculo -acusó mientras se lavaba la cara con el dorso de la mano.
Su madre ignoró el comentario y comenzó a lavarle ella misma la cara con sus enjoyadas manos. (Tu name) rió ante la imagen. Parecía el niño que ella conoció. Avergonzado por las muestras de amor de su madre. Pero sabía que en el fondo las adoraba.
La risa de (tu name) hizo que la mujer se percatase de su presencia. La miró de arriba a bajo y después a su hijo, con expresión interrogante. Él solo abrió la boca levemente, pero nada salió de sus labios. Ninel se acercó a la joven y la abrazó.
- Hola cariño. Cuanto tiempo sin verte -dijo Ninel sin dejar de abrazarla.
- Pensé que no me había reconocido -confesó (tu name).
- ¡Oh! Claro que sí. Mi hijo y tú eran inseparables. No podías ver a uno sin el otro. Pero me ha extrañado que no me dijese que venías -afirmó la mujer acariciándole la mejilla- Antes eras una muñeca pero ahora eres toda una belleza.
A (tu name) no le costó darse cuenta de que Joe apretaba los dientes al escuchar el comentario. Incluso, creyó poder escucharlo.
- Una auténtica belleza -repitió la señora- Seguro que tienes a todos los hombres locos por ti. Mi pobre hijo se llevará todo el día peleando con ellos -bromeó abrazándola de nuevo. Pudo ver sobre su hombro como Joe la fulminaba con una mirada inquisidora.
- Claro que no -negó con suavidad (tu name), con media sonrisa.
- Estoy segura de que sí. Conozco a mi hijo. Y cuando se refiere a ti, es el más celoso del mundo -explicó Ninel con seriedad- Aún recuerdo la que armó para poder hablar contigo diariamente cuando vivía acá. Él...
- ¡Ya! ¡Suficiente! -interrumpió Joe malhumorado- ¿Podemos irnos ya? Estoy cansado del viaje.
- Pero hijo, si ha sido un viaje muy corto. Yo pensé... -comentó la mujer apenada.
- Eterno. Ha sido eterno -espetó Joe sin más mientras caminaba dándole la espalda a ambas mujeres.
Las bellas féminas se miraron sorprendidas y caminaron tras él. A su paso hombres y mujeres se giraban para mirarlas. Ajenas a este hecho, lo único que ellas escuchaban era maldecir una y otra vez a Joe. Ambas agradecieron la presencia de la otra. (Tu name) estaba segura que iba a necesitar hablar con esa mujer si no para ayudarlos a salvar su vínculo madre-hijo, si para evitar acabar matando al hijo, por ¡imbécil!
¿Quién lo mandaría a él pedirle a (tu name) que lo acompañase?, se recriminó Joe. Había unido a dos mujeres que eran capaces de hacer que una habitación entera -incluso, un aeropuerto- se girase para contemplarlas. Lo único que le faltaba es que se ayudasen entre ellas a ser aún más arrebatadoras. Si el silencio del avión le hizo congelar la sangre, la cháchara que llevaban las dos mujeres durante el trayecto en coche, se la hizo hervir. Se reían, bromeaban y eran tan encantadoras que cualquier hombre caería rendido a sus pies. Pero él las conocía de verdad y no caería en la trampa. Se alejaría de ambas todo lo posible. Ignoraría su existencia.
- ¿Y tienes novio preciosa? -preguntó Ninel a (tu name), haciendo que Joe fracasase en su intento de ignorarlas. Aunque disimuló, mirando por la ventanilla, estaba atentó a la respuesta.
- ¿Novio? -repitió soltando una carcajada- Dudo de que haya un hombre sobre la tierra capaz de soportarme.
Él era capaz de soportarla. Adoraba hacerlo. Y para su desgracia, el resto de los hombres también, se dijo furioso.
- No me creo que una chica tan guapa este solita -insistió Ninel- Seguro que hay alguien. En la universidad en el trabajo. En ese local del que me has hablado, seguro que hay chicos guapísimos ¿No hay ninguno que te llame la atención?
- Mamá ya te ha dicho que no -contestó Joe por ella- ¡No insistas más!
- Seguro que este -dijo señalando a su hijo- tiene la culpa. Apuesto lo que sea a que te los espanta.
(Tu name) no pudo evitar soltar una carcajada ante el tono cómplice y sigiloso de la mujer. Por su parte Joe volvió su atención al paisaje que divisaba por la ventanilla, aún más furioso que antes.
- No, para nada -mintió (tu name) con media sonrisa- En realidad, me apoyó mucho en mi última relación. Pero no duró mucho.
- ¡Oh, pobre! -exclamó Ninel acariciándole el cabello.
- ¡Oh, no! No me malinterpretes. Ambos deseábamos terminar. Estábamos mejor como amigos.
Ahora es el novio de una de mis mejores amigas, y son muy felices -explicó con una sonrisa.
- ¿Y tú? -insistió la mujer- Tienes cara de enamorada... ¡Lo sabía! -gritó sobresaltando a todos- Te has sonrojado, eso significa que estás enamorada.
Joe dejó de ver interesante el paisaje en ese mismo instante, y se giró inmediatamente para ver como (tu name) intentaba esconder el rostro entre su cabello y miraba por su ventanilla. Pero pudo ver que tenía razón su madre, estaba sonrojada.
- No, no estoy... ahm... enamorada. Es solo que... me da vergüenza este tema -mintió (tu name), entre susurros.
- Bueno, pues me alegro. Porque el hijo de Tiziano tiene tu misma edad ¡Y es divino! -afirmó Ninel mordiéndose el labio- ¡Te va a encantar! Y tú a él ¡Estoy segura! Es alto, moreno, de ojos verdes y piel dorada, ¡Es un dios! Y su acento italiano te va a derretir. Además, estudia...
Ninel continuó describiendo las miles de virtudes de su nuevo hijastro y Joe se negó a seguir escuchando o acabaría cometiendo una locura. Ahora también tenía que lidiar con un guaperas, que seguramente caería rendido a los pies de (tu name)¡ ¿Qué hombre no lo haría?
Ese viaje cada vez le parecía peor idea. No le gustaba ver a su madre y (tu name) juntas. No le gustaba que hubiese un tipo que seguramente le haría la vida imposible esa semana. Y sobre todo, no le gustaba que (tu name) no hubiese dicho que estaba ocupada y nada interesada en ese italianucho. Ellos tenían un pacto, y aunque no fuesen pareja, estaban juntos.
- ¡Mamá déjala en paz, ya sale con alguien! -afirmó Joe sin dejar de mirar al exterior del coche.
- Pero ella dijo que no tenía novio -replicó ceñuda.
- No tiene novio, pero sale con alguien -explicó el joven sin mucho interés. (Tu name) sintió como si le hubiesen dado una patada en la boca del estómago.
- ¡Oh, que pena! Estoy segura de que te iba a encantar Jean Carlo y él se enamorará de ti nada más verte.
Joe decidió que su nuevo objetivo en la vida era alejar al maldito Jean Carlo y ponerle un saco a (tu name), que impidiese que el resto del planeta pudiese verla. Y no es que estuviese celoso, es que simplemente no le gustaba que el resto del planeta mirase a su... amiga.
- Yo... ahm ¡lo siento! Pero si salgo con alguien -corroboró (tu name), más sorprendida que el resto por su afirmación ¿Salían juntos?
- Bueno, pues entonces solo tendré que buscarle una buena chica a mi Joe -comentó Ninel entre suspiros de resignación.
Joe miró a su madre y después a la muchacha junto a ella, esperando ver en ella los mismos celos que a él lo consumían. No hubo ningún cambio de expresión ¡Oh, sí, sí lo hubo! ¡Se estaba riendo!
¿Era mucho pedir que, al menos, tuviese un poco de miedo a perderlo? No era la clase de mujeres que temen perder las atenciones de un hombre. Ella sabía como él que era la única en su vida. Y Joe odió sentirla tan segura. No sentía nada por él. Y nunca lo sentiría.
- No creo que Joe necesite tu ayuda para eso -le aclaró (tu name)- Es un auténtico rompecorazones. Tiene a todas las chicas de la universidad locas por él. Por no decir del resto. No creo que necesite ayuda para encontrar novia.
- Pero mi hijo no puede acabar con cualquiera. Tiene que ser guapa, inteligente, ingeniosa y que la quiera y lo quiera de verdad.
Joe sintió como se le encogía el corazón. Esa era exactamente, la (tu name) que él había conocido. Y salvo porque ya no había amor entre ellos, seguía siendo tan espectacular y arrebatadoramente deslumbrante.
- Así como tú -dijo Ninel a (tu name), desconcertándola- Es una pena que se vean como hermanos. Habrían hecho una pareja perfecta.
Por una vez estaba de acuerdo con su madre. No en lo de hermanos, ya que era absurdo. Pero sí en que ella estaba mejor con él y no buscándole más problemas metiéndose con italianos inoportunos.
El trayecto en avión se hizo interminable. (Tu name) no sabía a donde mirar para evitar ver a Joe, sentado junto a ella. No era agradable para alguien que no creía en el amor, darse cuenta de que amaba a alguien que nunca la miraría como otra cosa más que una aventura. Lo intentaba asumir. Se había dicho que no importaba mientras lo tuviese cerca. Pero cada vez era más difícil. Y no se sentía con fuerzas de soportarlo mucho más.
Agradeció que Joe no le dirigiese la palabra ni intentase llamar su atención. Sabía que le ocurría algo pero estaba demasiado preocupada por su frágil estado emocional como para preocuparse por el de otra persona. Y no quería añadirle a sus problemas una nueva paranoia de él. Se conformaba con que fuese lo que fuese que ahora pensase de ella, fuese lo suficientemente grave como para no hablarle el resto del día. Pero ¿qué podía pensar que fuese peor que lo que ya pensaba sobre ella?
La llegada al aeropuerto fue incómodamente silenciosa, en contraste con el bullicio de alrededor. Fue valiente y lo miró a la cara. Estaba triste, absorto en sus pensamientos. Probablemente temía ver a su madre, pensó (tu name), caminando para recuperar su maleta.
Momentos después, la espectacular Ninel apareció con una radiante sonrisa. Abrazó a su hijo como si quisiese exprimirlo y lo soltó solo para comérselo a besos. Todo el mundo los miraba, pero a la mujer le daba igual.
- ¡Mamá, ya! -protestó Joe irritado- Estás armando un espectáculo -acusó mientras se lavaba la cara con el dorso de la mano.
Su madre ignoró el comentario y comenzó a lavarle ella misma la cara con sus enjoyadas manos. (Tu name) rió ante la imagen. Parecía el niño que ella conoció. Avergonzado por las muestras de amor de su madre. Pero sabía que en el fondo las adoraba.
La risa de (tu name) hizo que la mujer se percatase de su presencia. La miró de arriba a bajo y después a su hijo, con expresión interrogante. Él solo abrió la boca levemente, pero nada salió de sus labios. Ninel se acercó a la joven y la abrazó.
- Hola cariño. Cuanto tiempo sin verte -dijo Ninel sin dejar de abrazarla.
- Pensé que no me había reconocido -confesó (tu name).
- ¡Oh! Claro que sí. Mi hijo y tú eran inseparables. No podías ver a uno sin el otro. Pero me ha extrañado que no me dijese que venías -afirmó la mujer acariciándole la mejilla- Antes eras una muñeca pero ahora eres toda una belleza.
A (tu name) no le costó darse cuenta de que Joe apretaba los dientes al escuchar el comentario. Incluso, creyó poder escucharlo.
- Una auténtica belleza -repitió la señora- Seguro que tienes a todos los hombres locos por ti. Mi pobre hijo se llevará todo el día peleando con ellos -bromeó abrazándola de nuevo. Pudo ver sobre su hombro como Joe la fulminaba con una mirada inquisidora.
- Claro que no -negó con suavidad (tu name), con media sonrisa.
- Estoy segura de que sí. Conozco a mi hijo. Y cuando se refiere a ti, es el más celoso del mundo -explicó Ninel con seriedad- Aún recuerdo la que armó para poder hablar contigo diariamente cuando vivía acá. Él...
- ¡Ya! ¡Suficiente! -interrumpió Joe malhumorado- ¿Podemos irnos ya? Estoy cansado del viaje.
- Pero hijo, si ha sido un viaje muy corto. Yo pensé... -comentó la mujer apenada.
- Eterno. Ha sido eterno -espetó Joe sin más mientras caminaba dándole la espalda a ambas mujeres.
Las bellas féminas se miraron sorprendidas y caminaron tras él. A su paso hombres y mujeres se giraban para mirarlas. Ajenas a este hecho, lo único que ellas escuchaban era maldecir una y otra vez a Joe. Ambas agradecieron la presencia de la otra. (Tu name) estaba segura que iba a necesitar hablar con esa mujer si no para ayudarlos a salvar su vínculo madre-hijo, si para evitar acabar matando al hijo, por ¡imbécil!
¿Quién lo mandaría a él pedirle a (tu name) que lo acompañase?, se recriminó Joe. Había unido a dos mujeres que eran capaces de hacer que una habitación entera -incluso, un aeropuerto- se girase para contemplarlas. Lo único que le faltaba es que se ayudasen entre ellas a ser aún más arrebatadoras. Si el silencio del avión le hizo congelar la sangre, la cháchara que llevaban las dos mujeres durante el trayecto en coche, se la hizo hervir. Se reían, bromeaban y eran tan encantadoras que cualquier hombre caería rendido a sus pies. Pero él las conocía de verdad y no caería en la trampa. Se alejaría de ambas todo lo posible. Ignoraría su existencia.
- ¿Y tienes novio preciosa? -preguntó Ninel a (tu name), haciendo que Joe fracasase en su intento de ignorarlas. Aunque disimuló, mirando por la ventanilla, estaba atentó a la respuesta.
- ¿Novio? -repitió soltando una carcajada- Dudo de que haya un hombre sobre la tierra capaz de soportarme.
Él era capaz de soportarla. Adoraba hacerlo. Y para su desgracia, el resto de los hombres también, se dijo furioso.
- No me creo que una chica tan guapa este solita -insistió Ninel- Seguro que hay alguien. En la universidad en el trabajo. En ese local del que me has hablado, seguro que hay chicos guapísimos ¿No hay ninguno que te llame la atención?
- Mamá ya te ha dicho que no -contestó Joe por ella- ¡No insistas más!
- Seguro que este -dijo señalando a su hijo- tiene la culpa. Apuesto lo que sea a que te los espanta.
(Tu name) no pudo evitar soltar una carcajada ante el tono cómplice y sigiloso de la mujer. Por su parte Joe volvió su atención al paisaje que divisaba por la ventanilla, aún más furioso que antes.
- No, para nada -mintió (tu name) con media sonrisa- En realidad, me apoyó mucho en mi última relación. Pero no duró mucho.
- ¡Oh, pobre! -exclamó Ninel acariciándole el cabello.
- ¡Oh, no! No me malinterpretes. Ambos deseábamos terminar. Estábamos mejor como amigos.
Ahora es el novio de una de mis mejores amigas, y son muy felices -explicó con una sonrisa.
- ¿Y tú? -insistió la mujer- Tienes cara de enamorada... ¡Lo sabía! -gritó sobresaltando a todos- Te has sonrojado, eso significa que estás enamorada.
Joe dejó de ver interesante el paisaje en ese mismo instante, y se giró inmediatamente para ver como (tu name) intentaba esconder el rostro entre su cabello y miraba por su ventanilla. Pero pudo ver que tenía razón su madre, estaba sonrojada.
- No, no estoy... ahm... enamorada. Es solo que... me da vergüenza este tema -mintió (tu name), entre susurros.
- Bueno, pues me alegro. Porque el hijo de Tiziano tiene tu misma edad ¡Y es divino! -afirmó Ninel mordiéndose el labio- ¡Te va a encantar! Y tú a él ¡Estoy segura! Es alto, moreno, de ojos verdes y piel dorada, ¡Es un dios! Y su acento italiano te va a derretir. Además, estudia...
Ninel continuó describiendo las miles de virtudes de su nuevo hijastro y Joe se negó a seguir escuchando o acabaría cometiendo una locura. Ahora también tenía que lidiar con un guaperas, que seguramente caería rendido a los pies de (tu name)¡ ¿Qué hombre no lo haría?
Ese viaje cada vez le parecía peor idea. No le gustaba ver a su madre y (tu name) juntas. No le gustaba que hubiese un tipo que seguramente le haría la vida imposible esa semana. Y sobre todo, no le gustaba que (tu name) no hubiese dicho que estaba ocupada y nada interesada en ese italianucho. Ellos tenían un pacto, y aunque no fuesen pareja, estaban juntos.
- ¡Mamá déjala en paz, ya sale con alguien! -afirmó Joe sin dejar de mirar al exterior del coche.
- Pero ella dijo que no tenía novio -replicó ceñuda.
- No tiene novio, pero sale con alguien -explicó el joven sin mucho interés. (Tu name) sintió como si le hubiesen dado una patada en la boca del estómago.
- ¡Oh, que pena! Estoy segura de que te iba a encantar Jean Carlo y él se enamorará de ti nada más verte.
Joe decidió que su nuevo objetivo en la vida era alejar al maldito Jean Carlo y ponerle un saco a (tu name), que impidiese que el resto del planeta pudiese verla. Y no es que estuviese celoso, es que simplemente no le gustaba que el resto del planeta mirase a su... amiga.
- Yo... ahm ¡lo siento! Pero si salgo con alguien -corroboró (tu name), más sorprendida que el resto por su afirmación ¿Salían juntos?
- Bueno, pues entonces solo tendré que buscarle una buena chica a mi Joe -comentó Ninel entre suspiros de resignación.
Joe miró a su madre y después a la muchacha junto a ella, esperando ver en ella los mismos celos que a él lo consumían. No hubo ningún cambio de expresión ¡Oh, sí, sí lo hubo! ¡Se estaba riendo!
¿Era mucho pedir que, al menos, tuviese un poco de miedo a perderlo? No era la clase de mujeres que temen perder las atenciones de un hombre. Ella sabía como él que era la única en su vida. Y Joe odió sentirla tan segura. No sentía nada por él. Y nunca lo sentiría.
- No creo que Joe necesite tu ayuda para eso -le aclaró (tu name)- Es un auténtico rompecorazones. Tiene a todas las chicas de la universidad locas por él. Por no decir del resto. No creo que necesite ayuda para encontrar novia.
- Pero mi hijo no puede acabar con cualquiera. Tiene que ser guapa, inteligente, ingeniosa y que la quiera y lo quiera de verdad.
Joe sintió como se le encogía el corazón. Esa era exactamente, la (tu name) que él había conocido. Y salvo porque ya no había amor entre ellos, seguía siendo tan espectacular y arrebatadoramente deslumbrante.
- Así como tú -dijo Ninel a (tu name), desconcertándola- Es una pena que se vean como hermanos. Habrían hecho una pareja perfecta.
Por una vez estaba de acuerdo con su madre. No en lo de hermanos, ya que era absurdo. Pero sí en que ella estaba mejor con él y no buscándole más problemas metiéndose con italianos inoportunos.
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
listo me canse
sofia- Admin
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
Ayy Hola! soy la amiga de la aly .. oye por dios niña sigue! está demasiado buena en vdd, igual es como °° pero esta bakan... un beso, gracias por seguir subiendo, un besote P e a c e xoxo byee
MiLuu!- Cantidad de envíos : 8
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Re: [solo mayores] AMIGOS DESCONOCIDOS (Joe y ___)
ahorita subo cap
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